La liturgia de la Dedicación al Señor de un nuevo templo sigue un rito solemne y muy antiguo, que incluye la aspersión de los fieles y de los muros, el canto de las letanías de los santos, la oración de dedicación, y la unción y la posterior inciensación del altar y de la iglesia. Están invitados al acto numerosos sacerdotes y autoridades.