Acta
Asamblea Plenaria 2/2002
Una mirada esperanzada
a nuestra Diócesis... en el inicio
del ministerio episcopal de D. Braulio
16 de diciembre de 2002
Publicado: BOA 2003, 29.
El pasado día 16-12-2002, a las 10 h., se reunió la Asamblea Plenaria del Consejo Presbiteral, presidida por primera vez por D. Braulio Rodríguez Plaza, nuevo arzobispo de la Diócesis, asistiendo 41 de sus miembros.
El Secretario inicia el encuentro con un saludo de bienvenida, especialmente dirigido a D. Braulio y a dos arciprestes, como nuevos miembros del Consejo, aludiendo al tema objeto de reflexión: “Una mirada esperanzada a nuestra Diócesis...”. En el inicio del ministerio episcopal de D. Braulio, en el deseo de fidelidad a la nueva etapa que vive nuestra Iglesia local.
Seguidamente, se comparte un momento de oración, en el que, inmersos en el tiempo de Adviento, se invita a vivir la esperanza en el Señor que viene a salvamos, con las mismas actitudes de María, dejando que Dios obre su salvación en nosotros hoy.
El Sr. Arzobispo, previo saludo a los asistentes, agradece las muestras de afecto recibidas por los presbíteros y comunidades en el inicio de su ministerio episcopal, prolongación de la misión apostólica de D. José Delicado, cuya presencia y oración constituyen una garantía en el caminar de la vida y misión de la Diócesis. Además, hace presentes a los presbíteros enfermos, hacia los que expresa su cercanía y solidaridad cordial. En el ejercicio de su misión al servicio de la Diócesis, solicita la colaboración fraternal de todos los presbíteros, desde la comunión al servicio de la misión, que nos haga sentir corresponsables unos de otros. Ahí encuentra su razón esta Asamblea Plenaria, en la que desea hacerse eco de las vivencias y anhelos de los presbíteros en torno al “estado del presbiterio” y a la “comunión y misión pastoral de nuestra Diócesis”, en el deseo de hacer progresar esta Iglesia que Dios nos ha confiado, alentados por la fuerza de su Espíritu, viviendo en la esperanza a la que nos invita este tiempo de Adviento.
Finalizada su intervención, es propuesto y elegido como moderador D. Jesús Hernando Hernando, que cede la palabra al Secretario para que dé lectura al Informe sobre las Asambleas Plenarias del Consejo Presbiteral 1999-2002, que se recoge a continuación.
El día 14-6-1999 comenzó su andadura este Consejo Presbiteral que en la próxima Asamblea Plenaria pasará el testigo a los miembros de un nuevo Consejo. De ahí que, como secretario del mismo, deba ofrecer a esta Asamblea un breve Informe-Balance del camino recorrido a lo largo de las siete Asambleas anteriores, coincidentes con la última etapa del ministerio episcopal de D. José Delicado y con el inicio de la misión apostólica de D. Braulio Rodríguez en nuestra Iglesia diocesana, que lo presidirá y alentará en adelante.
Paso, por tanto, a hacer un breve recorrido de los temas y conclusiones de cada una de las Asambleas celebradas, que, sin duda, constituyen un reflejo de los anhelos y de las esperanzas que han caracterizado el caminar de nuestra Iglesia diocesana a lo largo de los cuatro últimos años.
Eucaristía (13-12-1999)
La pretensión de esta primera Asamblea fue abordar el estudio del segundo de los objetivos del Plan Pastoral Diocesano: «Hacer de la Eucaristía una verdadera celebración de la comunidad de creyentes», resultando aprobadas las siguientes propuestas:
1. Eucaristía y comunión eclesial:
Potenciar la formación teológica, litúrgica y pastoral sobre la Eucaristía en ese curso pastoral.
Crear o potenciar, y formar a Equipos de Animación Litúrgica al servicio de la celebración, propiciando el surgimiento de ministerios y servicios laicales.
2. Eucaristía, y misión evangelizadora y compromiso transformador de la Iglesia:
Formar para el compromiso, aprovechando los cauces existentes o creando otros nuevos, de forma que se propicie la unión vida y Eucaristía.
Cuidar los distintos momentos de la Eucaristía con especial referencia a la misión: preparación previa, Liturgia de la Palabra y envío de la celébración.
3. Problemas concretos en torno a la celebración de la Eucaristía:
Multiplicidad innecesaria en una misma unidad o zona pastoral: Afrontar o continuar el estudio de las “celebraciones de la Eucaristía en la misma unidad pastoral” en los Arciprestazgos.
Asamblea (participación y ministerios): Crear o potenciar los Equipos de Animación Litúrgica, y formación y preparación para nuevos ministerios y responsabilidades laicales.
Proyección social: Desde la mutua implicación de la Eucaristía y la vida, crear grupos organizados que vivan el compromiso cristiano en la sociedad.
Celebraciones ocasionales: Incluirlas en el ritmo celebrativo de la comunidad, desde el diálogo con los directamente implicados.
Primeras comuniones: Cuidar la integración y formación de los padres en el proceso catequético de sus hijos, progresando en la unificación de criterios pastorales.
Equipo de Animación Litúrgica: Crearlo en función y al servicio de la Asamblea, siguiendo una línea de formación hacia los ministerios laicales.
Homilía: Prepararla, siempre que sea posible, junto a los laicos de forma compartida, y valorar la conveniencia de elaborar un plan para los tiempos fuertes.
Presidencia: Esmerarse en su preparación, cuidando los distintos cauces de comunicación al servicio de una verdadera celebración eucarística.
Evangelizar hoy desde la memoria del camino y el contexto socio-cultural actual, con la mirada vuelta hacia el futuro (12-6-2000)
Esta segunda Asamblea tuvo por objeto aportar algunas perspectivas y propuestas para la elaboración del Plan Pastoral Diocesano 2000-2003, desde el camino recorrido y la situación sociocultural actual, priorizándose tres de los retos o desafíos que nuestra Iglesia diocesana debe afrontar, para cuya consecución se sugirieron algunas propuestas concretas de acción:
1. Promover la presencia activa y responsable del laico en la sociedad y en la Iglesia:
Potenciación del laicado asociado, apostando por los movimientos apostólicos (Acción Católica), desde una formación dirigida a la militancia cristiana.
Elaboración de un Plan de Formación para Laicos dirigido a impulsar la acción transformadora, coordinando todas las plataformas diocesanas de formación (Cáritas y Deleg. del Apostolado Seglar).
Atención pastoral a la realidad de la familia, potenciando la catequesis familiar, conscientes de su papel central en la evangelización (matrimonios jóvenes).
Mayor participación y capacidad de decisión de los laicos en los Consejos Parroquiales y Arciprestales, creciendo en corresponsabilidad.
Impulso de los ministerios laicales al servicio de la comunidad cristiana (Documento Los Ministerios laicales en la diócesis de Valladolid).
Cuidado del dinamismo de los procesos de la Iniciación cristiana, trabajando por conseguir la integración Familia-Parroquia-Escuela.
Apuesta por los Grupos parroquiales juveniles, que compartan claves y procesos comunes (Plan diocesano de Pastoral Juvenil), haciendo presente la pastoral vocacional.
2. Crecer en comunión y corresponsabilidad entre los presbíteros:
Profundización en la Formación Permanente Integral en su dimensión humana, intelectual, espiritual y pastoral (Equipo Diocesano de Formación Permanente).
Disponibilidad para asumir la movilidad geográfica y las responsabilidades pastorales necesarias al servicio del Plan Pastoral Diocesano.
Potenciación de los Arciprestazgos al servicio de una pastoral planificada conjunta, como ámbitos de corresponsabilidad.
3. Fomentar una pastoral misionera, más evangélica y profética:
Asunción de las situaciones de increencia e indiferencia religiosa, y del desarrollo de las nuevas formas de religiosidad como puntos de partida.
Elaboración de programaciones pastorales que nos vayan introduciendo progresivamente en las claves de una pastoral de misión.
Desarrollo de una pastoral de alejados, que círcunstancialmente se acercan con motivo de la celebración de los sacramentos.
Priorización del trabajo pastoral con grupos cristianos, frente a una pastoral de cristiandad.
Valoración del posible exceso de celebraciones litúrgicas en un contexto de increencia.
Revisión y concreción de los Directorios de los Sacramentos en una clave misionera.
Además, se destacan algunas sugerencias para que el nuevo Plan Pastoral Diocesano 2000-2003 tenga la mayor acogida e incidencia pastoral posible.
Evangelizar a los jóvenes hoy, sujetos de la nueva cultura, en nuestra Iglesia diocesana (11-12-2000)
El objetivo de esta tercera Asamblea fue aportar algunas perspectivas y propuestas que contribuyeran a la evangelización de los jóvenes en nuestra Iglesia diocesana. De ahí que, partiendo del análisis sociológico-pastoral de la juventud de hoy, se destacasen como urgentes diversos retos pastorales para nuestra Iglesia diocesana: clarificación de la oferta evangelizadora a los jóvenes (objetivos, acciones, recursos), formación de animadores con criterios y métodos comunes, trabajo organizado y conjunto a nivel arciprestal y diocesano, y replanteamiento del sacramento de la confirmación en el proceso de pastoral juvenil. Además, se priorizaron tres de las cinco dimensiones del nuevo Plan Diocesano de Pastoral Juvenil 2000-2003, sugiriéndose algunas acciones para su realización:
1. Optar por Jesús, viviendo su Evangelio, para seguirle personal y comunitariamente: Conocimiento y profundización sistemática del Evangelio, confrontación de la propia vida con él (revisión de vida), introducción en el camino de oración a través de experiencias concretas...
2. Seguir un proceso personal de desarrollo humano-cristiano en grupo: Clarificación de los destinatarios y las etapas del proceso, elaboración y seguimiento de un plan parroquial y arciprestal, propuesta de grupos en los que poder integrarse, trabajo con una pedagogía que integre fe y vida, cuidado del acompañamiento personal...
3. Potenciar el compromiso evangelizador en la familia y en el mundo laboral, social, cultural y político: Análisis de la falta de implicación del joven en la sociedad, personalización vocacionada de la fe para asumir compromisos definitivos, impulso a la participación en la vida pública, encuentro diocesano anual de aná lisis y reflexión sobre el mundo juvenil como final de un proceso compartido...
Para ello, se asume la apuesta diocesana por los Grupos Parroquiales de Jóvenes (Plan Pastoral Diocesano, 7), como cauce de evangelización de los jóvenes de nuestra Diócesis, en comunión y corresponsabilidad con otras propuestas y grupos juveniles cristianos. De ahí que se encomiende a la Delegación Episcopal de Pastoral Juvenil su puesta en marcha, a través de la convocatoria de un Encuentro, que marque el inicio de un camino conjunto entre distintos grupos parroquiales juveniles.
Hacia una pastoral sacramental de la iniciación cristiana más evangelizadora. Reflexión pastoral en torno al “Directorio diocesano de los sacramentos de iniciación cristiana” (18-6-2001)
Esta cuarta Asamblea pretendió aportar algunos criterios y propuestas en tomo a la pastoral sacramental de la Iniciación Cristiana (Bautismo, Confirmación y Eucaristía), que deberá configurarse como «pastoral misionera, más evangelizadora y profética» (PDP). De ahí que, partiendo del actual Directorio diocesano de los Sacramentos de la Iniciación Cristiana, cuyas orientaciones urge asumir y aplicar, aunque destacando la “dimensión misionera” que las nuevas situaciones sociopastorales están exigiendo, se acentúen los siguientes criterios, aportando algunas propuestas o acciones para su realización:
1. La Iniciación Cristiana constituye un proceso de evangelización y catequizacíón al servicio de la conversión, crecimiento y maduración en la fe, en el que se enmarcan los sacramentos.
2. La preparación, celebración y vivencia de los sacramentos de la Iniciación Cristiana deberán configurarse desde el anuncio misionero de la fe.
3. La responsabilidad de los padres en la educación en la fe de sus hijos exigirá su integración en un proceso de formación cristiana, que deberá articularse en cauces concretos y prácticos.
4. Toda la comunidad cristiana ha de asumir su responsabilidad en la Iniciación Cristiana.
5. El proceso de la Iniciación Cristiana ha de vivirse en el seno de la Parroquia en colaboración con todas las instituciones eclesiales vinculadas a ella.
6. Urge avanzar en la pastoral conjunta de la Iniciación Cristiana dentro del Arciprestazgo a través de una programación y acción compartidas.
7. Conscientes de la centralidad del Bautismo, la Parroquia deberá propiciar la toma de conciencia del compromiso que asumen los padres, cuidando especialmente el ministerio de la acogida.
8. Este sacramento está exigiendo una pastoral familiar que brinde a los padres los medios necesarios para la educación de sus hijos, especialmente en el momento del despertar religioso.
9. La realidad, cada vez más frecuente, de padres alejados y en situaciones irregulares requerirá el discemimiento de sus disposiciones y de la garantía de educación cristiana de sus hijos.
10. La Confirmación se encuentra integrada dentro de la Iniciación Cristiana, que en esta etapa persigue la personalización de la fe y la madurez cristiana de los jóvenes.
11. El proceso en esta etapa ha de ser atractivo para los jóvenes, descubriéndoles la alegría del seguimiento de Jesús y de la pertenencia a la Iglesia, y ayudándoles en su formación integral.
12. La finalidad de dicho proceso es la incorporación de los jóvenes a la celebración de la comunidad adulta, especialmente a la Eucaristía, y al compromiso cristiano, vinculándose a la Iglesia.
13. En la etapa posterior se opta por los Grupos Parroquiales de Jóvenes, en comunión y corresponsabilidad con otros grupos juveniles cristianos, que han de contar con animadores bien formados.
14. Debe tenerse presente la nueva realidad de adultos y jóvenes no confirmados, a los que se ha de brindar procesos de maduración en la fe que les permitan finalizar su iniciación cristiana.
15. En la Primera Comunión (Eucaristía) debe subrayarse la necesidad de formación integral de los padres y de iniciación cristiana de los niños.
16. En esta etapa se apuesta por la catequesis familiar, en la que los mismos padres y agentes de pastoral bien formados inicien en la fe a los niños, enriqueciendo la catequesis parroquial.
17. En la celebración de la Primera Comunión debe educarse para corregir la desproporción existente entre la celebración de fe y la fiesta social que acompaña este sacramento.
18. Para dar continuidad al proceso de postcomunión debe profundizarse en la colaboración entre Familia-Parroquia-Escuela.
Afrontar dichos retos en orden a una pastoral sacramental de la Iniciación Cristiana más evangelizadora exigirá crecer en comunión y corresponsabilidad eclesial, especialmente en el Arciprestazgo, prestando especial atención a la familia (pastoral y catequesis familiar).
Bienes económicos, expresión de comunión al servicio de la misión (7-11-2001)
La incidencia pastoral de las noticias de carácter económico referidas a la Diócesis motiva la convocatoria extraordinaria de esta quinta Asamblea, con la pretensión de hacer una “lectura creyente de los acontecimientos” con un triple objetivo: clarificar los hechos (ver), discernir criterios que han de marcar la vida económica diocesana (juzgar) y vislumbrar algunas propuestas de acción (actuar), ante la conveniencia de hacer llegar un comunicado de clarificación y aliento a las comunidades cristianas:
1. Criterios de discernimiento:
Los bienes económicos son expresión de la comunión eclesial de todos los creyentes de la Diócesis al servicio de la fratemidad, como concreción básica y esencial del mandato evangélico.
Los bienes económicos están al servicio de la misión eclesial, que requiere el sostenimiento digno del culto y clero, el desarrollo de actividades pastorales de evangelización y el ejercicio de la caridad, que exigen la utilización de medios adecuados y proporcionados al anuncio del Evangelio.
Los bienes económicos han de administrarse de forma colegiada, encomendándose su gestión a administradores, junto a los Consejos de Asuntos Económicos, que han de cumplir su finalidad en los ámbitos diocesano y parroquial, como prescribe el Derecho Canónico.
Los bienes económicos están sujetos a la legalidad canónica y civil, cuyas normas la Iglesia debe cumplir, de forma que pueda presentarse como instancia ética en el seno de la sociedad y promover marcos legales y económicos más justos y solidarios.
Los bienes económicos deben administrarse con transparencia, que deberá traducirse en la aportación de información económica precisa y clarificadora a los fieles, y entre las distintas instancias de la economía diocesana.
2. Propuestas de acción:
Apertura de un proceso de reflexión y de toma de decisiones en tomo a la dimensión económica.
Constitución, potenciación o dinamización de los Consejos Económicos a nivel diocesano y parroquial, como instrumentos de colegialidad, y de planificación, seguimiento y evaluación económica.
Definición de los criterios, modos de trabajo y equipo de colaboradores del Ecónomo diocesano y de su relación con el Consejo de Asuntos Económicos.
Clarificación y transparencia económica entre las distintas instancias económicas de la Diócesis.
Crecimiento en la comunión de bienes entre las distintas comunidades que integran la Diócesis.
Formación e información económica a los fieles, al servicio de la transparencia y concienciación.
Estudio de nuevas formas de inversión, que encamen más fielmente los criterios de la D. S. I.
Progreso en el camino hacia la suficiencia económica, que genere libertad ante la economía financiera y apoyos externos.
Hacer efectivos estos criterios y propuestas aludidos será la mejor garantía de que los bienes económicos, expresión de comunión dentro de la comunidad cristiana, están al servicio de la misión eclesial en su trabajo por construir el Reino de Dios.
Hacia una pastoral de comunión y corresponsabilidad: Unidades Pastorales de Acción Parroquial (10-12-2001)
El objetivo de esta sexta Asamblea no fue otro que aportar algunos criterios y respuestas pastorales para afrontar la nueva situación sociopastoral, pronunciándose respecto a la necesidad de una opción diocesana por las Unidades Pastorales de Acción Parroquial, y aportar algunas propuestas y pasos concretos que puedan favorecer su constitución, en el servicio eclesial a la evangelización del mundo de hoy:
1. Criterios pastorales generales para responder en fidelidad a la nueva situación sociopastoral actual:
Espíritu misionero: salir al encuentro de las personas, haciéndose presentes en los ambientes.
Participación y corresponsabilidad entre sacerdotes, religiosos/as y laicos.
Pastoral conjunta y planificada, especialmente en los Arciprestazgos.
2. Respuestas pastorales concretas necesarias para afrontar esta situación:
Formación en todos los sectores pastorales, con el objeto de suscitar una fe justificada.
Búsqueda de un espíritu comunitarío y fratemal, que posibilite el trabajo en equipo de sacerdotes, religiosos/as y laicos, con especial atención a la familia y a la juventud.
Potenciación de la pastoral arciprestal y de la pastoral de ambientes.
3. Opción diocesana por las Unidades Pastorales de Acción Parroquial como estructura pastoral necesaria para afrontar los retos presentes en la realidad sociopastoral actual.
4. Propuestas para favorecer la constitución de las Unidades Pastorales de Acción Parroquial en las cuatro dimensiones pastorales siguientes:
Comunión y corresponsabilidad: Análisis de la realidad socio-pastoral, diálogo previo con la gente para discemir conjuntamente, mayor participación de seglares y religiosos/as, trabajo en equipo con responsabilidades e integración de las comunidades religiosas en los Arciprestazgos.
Evangelización y formación: Trabajo por sectores pastorales arciprestales, progreso en la unificación de criterios pastorales, formación para el trabajo en equipo de laicos, religiosos/as y presbíteros, y formación en la acción (revisión de vida y lectura creyente).
Celebración y oración: Progreso en la unificación de criterios en la celebración de la fe, encuentros y celebraciones interparroquiales compartidos, cuidado de la vinculación eucaristíavida, elaboración de un plan común para los tiempos litúrgicos fuertes, y promoción de laicos en las celebraciones litúrgicas y, en su caso, en las celebraciones en ausencia de presbítero.
Compromiso y transformación (Caridad): Conocimiento de la realidad y de la pobreza, presencia de la Iglesia en ámbitos fronterizos en el trabajo por la justicia, respuesta pública conjunta a la problemática en el ámbito arciprestal, asunción de proyectos solidarios comunes, aprovechamiento de recursos humanos y materiales para atender a una zona.
5. Pasos concretos para la constitución y puesta en marcha de las Unidades Pastorales de Acción Parroquial:
Proceso clarificador con la vuelta de esta reflexión a los Arciprestazgos, Consejos Pastorales Diocesanos y Confer, acogiendo la iluminación del XXI Encuentro de Arciprestes de Villagarcía.
Análisis de la realidad sociopastoral actual en los Arciprestazgos y Zonas pastorales, descubriendo y creando conciencia de la necesidad de Unidades Pastorales de Acción Parroquial.
Potenciación de la pastoral planificada conjunta en los Arciprestazgos, desde la comunión y corresponsabilidad entre laicos, religiosos/as y presbíteros.
Integración de las experiencias pastorales existentes que están trabajando desde estas mismas claves pastorales.
Reunión de arciprestes y vicarios al finalizar el XXI Encuentro de Arciprestes de Villagarcía, con el objeto de articular los pasos concretos a dar: responsables, calendario, iniciativas...
Afrontar los retos que la nueva situación socio-pastoral está demandando, en fidelidad al Evangelio y al tiempo presente, exigirá crecer en comunión y corresponsabilidad eclesial.
Una mirada esperanzada a nuestra diócesis: recordar con gratitud el pasado, vivir con pasión el presente y abrirnos con confianza al futuro (17-6-2002)
En el contexto extraordinario de expectativa de cambio en el ejercicio del ministerio episcopal en nuestra Iglesia local, esta séptima Asamblea pretendió alentar en la esperanza, desde el recuerdo agradecido del pasado compartido, la pasión que suscita las interpelaciones del presente y la apertura confiada a los retos del futuro. De ahí que se haga necesario abordar o profundizar las claves pastorales que hemos ido integrando como propias a lo largo de los veintisiete años de misión apostólica de D. José, desde la asunción o potenciación de diversas opciones, propuestas o acciones pastorales en el servicio eclesial a la evangelización y transformación del mundo de hoy:
Profundizar las claves pastorales más asumidas:
1. Facilitar el paso de una fe masificada a una fe personalizada
Potenciar la Formación Permanente Integral de los presbíteros, que ayude a encamar las claves pastorales que respondan con fidelidad al momento presente.
Proseguir el trabajo en el proceso continuo de catequesis y formación de niños, jóvenes y adultos.
Reavivar la experiencia de Dios, que ayude a experimentar a Cristo vivo (Escuelas de oración).
2. Facilitar el paso de una fe individualista a una fe comunitaria
Propiciar una mayor participación y corresponsabilidad entre laicos, religiosos/as y presbíteros.
Asumir los presbíteros el compromiso de ser fieles a los directorios y normas diocesanas, y a sus pautas de aplicación en los arciprestazgos, haciendo de la eucaristía el centro de la vida parroquial.
Crecer los laicos en participación y capacidad de decisión en los organismos pastorales, y en la educación del sentido comunitario.
3. Facilitar el paso del cumplimiento sociológico a una fe celebrada, que favorezca el encuentro vivencial con Jesucristo en la Iglesia y el compromiso en el mundo
Suscitar en los creyentes laicos una espiritualidad cristiana laical que les posibilite encamar una experiencia viva de fe.
Potenciar la presencia de laicos comprometidos en los grupos de preparación de la liturgia parroquial, de forma que las celebraciones de la fe integren el compromiso.
Trabajar con los alejados que demandan celebraciones litúrgicas, acogiéndolos y llevando a la práctica las pautas del Directorio diocesano de los Sacramentos.
Abordar las claves pastorales menos asumidas:
1. Facilitar el paso de una pastoral de mantenimiento a la propuesta de la misión evangelizadora de todos los creyentes y comunidades
Promover la formación integral en la fe en pequeños grupos con núcleos temáticos de actualidad, que ilumine la propia conciencia y conduzca a la acción.
Cuidar la presencia y cercanía cordial de los pastores a los fieles (visita familiar...).
Seguir avanzando en el trabajo pastoral en comunión y corresponsabilidad (Arciprestazgos...).
Progresar en la disponibilidad y mejor distribución del clero en función de la misión.
2. Facilitar el paso de una fe desencarnada e insolidaria a una fe comprometida con la realidad y militante en el mundo
Dedicar más tiempo a formar y a acompañar a los seglares, según la Doctrina Social de la Iglesia.
Promover con mayor fuerza a Cáritas, como cauce de nuestro compromiso social en el mundo.
Establecer cauces para articular los movimientos laicales, coordinándolos en un compromiso social que se materialice en proyectos diocesanos comunes.
Optar a nivel diocesano por movimientos laicales de carácter misionero y profético.
3. Facilitar el paso a una pastoral programada y evaluada
Formular por escrito la programación pastoral anual en todas las instancias pastorales.
Dotamos de instrumentos que permitan la evaluación de los agentes y de la acción pastoral de acuerdo a criterios evangélicos y diocesanos.
Proponer metodologías que nos ayuden a asumir, aplicar y evaluar los planes pastorales.
La acción de gracias, en definitiva, nos llama a la acción para poder seguir ofreciendo en esta tierra y a este pueblo la novedad del Evangelio en las actuales y en las futuras circunstancias históricas.
Estas son las huellas del camino recorrido, compartido por los miembros de este Consejo Presbiteral, y por todos los presbíteros representados en él, en el servicio a la comunión y misión evangelizadora en nuestra Diócesis, que encontrará su continuidad en el nuevo Consejo, presidido por nuestro nuevo arzobispo, D. Braulio Rodríguez, en fidelidad al Evangelio y a los signos de los tiempos, cuyo discemimiento constituirá una interpelación permanente.
Permítanme, para finalizar, agradecer en nombre de todos la lúcida y generosa labor de la Comisión Permanente, que, no sólo ha propuesto los temas a ser abordados por el Consejo, sino que ha asumido el trabajo previo, la organización, y la divulgación y seguimiento de cada Asamblea Plenaria, tareas no siempre fáciles, y que exigen disponibilidad y gratuidad.
Aún conscientes de nuestras limitaciones personales y comunitarias, que constituyen una llamada a la humildad, quizás podamos finalizar esta etapa del Consejo Presbiteral, dando gracias a Dios unos por otros, con palabras del Apóstol, por «la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor» (1Ts 1,3).
Concluida la lectura del presente informe, se abre un breve diálogo en el que se destacan algunos aspectos a tener en cuenta: conveniencia de utilizar una terminología más sencilla y directa, necesidad de seguimiento y evaluación de los objetivos y acciones aprobados, y constatación de la progresión o consecución de muchos de ellos, aunque sigan requiriendo una atención permanente y continuada...
A continuación, D. Luis Javier Argüello García y D. José Heras Rodríguez llevan a cabo la Exposición-Reflexión de la síntesis de las aportaciones de las distintas unidades pastorales del Consejo Presbiteral (8 Arciprestazgos de la ciudad y 6 del mundo rural, 4 grupos funcionales, 1 fraternidad sacerdotal y 2 personales) como respuesta al cuestionario ofrecido en el documento “Una mirada esperanzada a nuestra diócesis.. en el inicio del ministerio episcopal de D. Braulio”, cuyo resumen se ofrece seguidamente:
Vivencias y anhelos más significativos para los presbíteros a nivel personal, ministerial y comunitario:
Vida personal (Dimensión humano-espiritual)
1. Vivencias negativas:
Cansancio, desaliento, falta de ilusión, tristeza, impotencia... que se traducen en apatía y dejadez, agudizados por la diversidad de ofertas pastorales, antes las que no se marcan prioridades (10).
Envejecimiento del presbiterio, con la consiguiente pérdida de ilusión “biológica”, acompañada de falta de perspectivas, planteándose la dificultad de la situación “final” del sacerdote (6).
Empobrecimiento espiritual, propiciado por el abandono de la espiritualidad (relajación en la oración personal y en el rezo de la Liturgia de las Horas), que da lugar a situaciones de deterioro personal o búsqueda de compensaciones humanas (6).
Desfase entre el anuncio y la realidad, lo que interpela la formación y vida, y suscita el interrogante de si realmente se atiende a las verdaderas demandas de hoy, propiciando la acomodación (4).
Sufrimiento por problemas colaterales al propio ministerio (jurídicos, administrativos, vivienda...), que debieran ser resueltos en instancias superiores, agravados por dificultades de comunicación (2).
Escaso acompañamiento a la vida personal y espiritual de los sacerdotes (2).
Constatación de que el “Estudio sobre la salud del clero” no tuvo repercusiones prácticas.
2. Vivencias positivas:
Ilusión y esperanza ante los retos pastorales de nuestro mundo.
Ánimo y esperanza ante la nueva etapa que inicia nuestra Iglesia diocesana.
3. Anhelos:
Deseo de fidelidad, que nazca del cultivo de una espiritualidad propia y una formación sólida desde la formación permanente integral, y que se traduzca en una vida evangélica que anhela la santidad (oración sacerdotal, eucaristía diaria, ejercicios espirituales, proyecto personal...) (12).
Preocupación por la salud del clero, cuidando los momentos de descanso, vacaciones y ocio compartido, y atendiendo a los sacerdotes ancianos y enfermos fisica o psicológicamente (enfermedad, depresión, soledad, alcoholismo...) (10).
Mayor atención desde el Arzobispado a las posibles dificultades materiales (salud, vivienda, economía, descanso...), para poder vivir con sobriedad y dignidad el ministerio (9).
Revisión del estudio de la “salud del clero”, atendiendo a las dimensiones humana, espiritual, intelectual y pastoral (“integral”) de cada sacerdote (9).
Transmisión de ánimo, alegría y esperanza en la tarea pastoral, viviendo aún mejor las virtudes humanas entre presbíteros: sinceridad, nobleza, lealtad, respeto a la fama, ausencia de prejuicios y rencores, perdón de las ofensas, ayuda mutua... (7).
Apertura a todos, acogida fratemal, confianza con el obispo..., propiciando el cultivo de la amistad y el trabajo conjunto, desde la aceptación de las limitaciones (6).
Programación de prioridades pastorales que evite el activismo y el estrés, no pretendiendo atender a las mismas tareas pastorales con menos personas, en especial respecto a los más jóvenes (2).
Ministerio pastoral (Dimensión pastoral)
1. Vivencias negativas:
Desconcierto, desbordamiento, pesimismo y desencanto ante la crisis eclesial (comunidades más reducidas y mayores) y ante los nuevos retos pastorales, que propicia la instalación en una pastoral de mantenimiento ante la falta de esperanza respecto a nuevos proyectos y ensayos pastorales (9).
Soledad ante la institución eclesial (Obispado, Jerarquía...), poco trabajo en común entre sacerdotes y descenso en la participación de los laicos, que cada vez cuesta más integrar (7).
Falta de planificación y dinamización pastoral, que hace caer en la rutina pastoral, fundamentalmente cultual, dando la sensación de ofrecer siempre lo mismo, cada vez a menos gente (5).
2. Vivencias positivas:
Deseo sincero de vivir fielmente el propio ministerio presbiteral en el servicio a los hermanos.
Aceptación de la dificultad del momento y de la lentitud de los procesos de cambio, a pesar de contar con planes pastorales claros y amplios.
Conciencia de estar dando pasos cortos, pero esperanzadores (Escuelas de formación...).
3. Anhelos:
Necesidad de crecer en comunión y corresponsabilidad: programación de conjunto desde el proyecto diocesano, integrando a sacerdotes, religiosos y laicos; asunción de criterios pastorales, especialmente en el campo sacramental; búsqueda de formas de pastoral de conjunto (Arciprestazgo, “hogar” y “taller”); y mejor distribución del clero, en zonas y en tiempo de permanencia... (18).
Acento de la dimensión misionera que está exigiendo la nueva evangelización, cuidando el “primer anuncio”, a través del testimonio de vida, y utilizando una pedagogía más apostólica y actual (6).
Catequesis con contenidos doctrinales, que fomente la vida sacramental y la oración, y fidelidad al Magisterio en catequesis prematrimonial, matrimonial y en el sacramento de la penitencia (2).
4. Campos prioritarios:
Más cuidado de la pastoral de jóvenes (3).
Apertura y atención a la familia, no presuponiendo la fe.
Respeto y evangelización de la religiosidad popular.
Aprovechamiento de celebraciones sacramentales, defunciones, fiestas...
Encuentro con los más pobres, alejados y marginados.
Formación pastoral permanente, que conduzca a una actualización desde la fidelidad al carisma.
5. Rasgos del evangelizador:
Asunción de Directorios diocesanos (5).
Crecimiento en la experiencia de Dios con el pueblo al que sirve.
Trato personal y caritativo con los hermanos.
Necesidad de una sencilla programación pastoral escrita.
Diálogo y exigencia con las Delegaciones diocesanas.
Pastoral más realista y eficaz.
Fraternidad sacerdotal (Dimensión comunitaria):
1. Vivencias negativas:
Escaso cultivo de la fraternidad presbiteral, manifiesto en la despreocupación mutua (2).
Sensación de un presbiterio dividido: mayores/jóvenes; rurales/urbanos, seculares/religiosos, renovadores/tradicionales..., no estando plenamente identificados con la Diócesis (2).
Diferencias de formación, pensamiento, humanas, económicas..., que no favorecen el sentido comunitario para la misión, no trabajando en común aún en el mismo ámbito.
2. Vivencias positivas:
Afecto en el trato personal entre compañeros.
Crecimiento en la cordialidad mutua.
3. Anhelos:
Comunión, que nazcan de una mayor comunicación y confianza mutuas, especialmente entre presbíteros, religiosos y seculares, potenciando la fraternidad sacerdotal (14).
Corresponsabílidad pastoral, asumiendo criterios comunes y colaborando en proyectos e iniciativas compartidos a nivel diocesano (14).
Cercanía y acompañamiento del obispo e instancias diocesanas a los sacerdotes para conocerlos y estimularlos en su acción, especialmente a los jóvenes, ancianos y enfermos (Delegación del Clero) (10).
4. Algunos medios:
Potenciación del trabajo en equipo, asumiendo objetivos y compartiendo tareas en las Zonas pastorales, que permita vivir la comunión de bienes, y organizar suplencias y sustituciones (7).
Fomento de la relación con el Seminario Diocesano y los seminaristas, cuidando la pastoral vocacional y educando para la fraternidad sacerdotal (2).
Participación en la Formación Permanente Integral (formación, retiros, Villagarcía), programada y articulada, y en encuentros y acontecimientos festivos (Misa crismal, café de Navidad).
Comunicación con los sacerdotes más próximos en el Arciprestazgo, valorando nuevas iniciativas.
Atención a las depresiones y previsión de residencias asistidas para enfermos (3).
Subrayados y sugerencias más importantes para la Diócesis con el objeto de avanzar en su comunión y misión evangelizadora:
Comunión
1. Subrayados:
Búsqueda de respuesta a los conflictos de comunión que originan diversas comunidades y movimientos eclesiales (2).
Déficit de formación de los sacerdotes para ejercer el ministerio en esta época tan exigente.
Puesta en práctica de objetivos, abandonando los prejuicios que dan lugar al individualismo.
Dificultad para integrar a los laicos en la vida y misión de la Iglesia.
Necesidad de crecer en comunión con los religiosos, integrándoles en toda la vida pastoral.
2. Sugerencias:
Unidad de criterios pastorales, siendo exigentes en el respeto y asunción de los objetivos del Plan Pastoral Diocesano, aprovechando las potencialidades de todas personas y grupos eclesiales, y procurando hacer operativas las opciones pastorales (19).
Cauces de trabajo pastoral conjunto en tomo a planes pastorales con objetivos concretos (16), potenciando los siguientes instrumentos de comunión: Parroquias, Arciprestazgos (3), Unidades Pastorales de Acción Parroquial (5), Ministerios laicales (4) y fraternidades apostólicas (2).
Corresponsabilidad entre laicos, religiosos y sacerdotes en la vida y misión de la Diócesis, compartiendo ámbitos de reflexión y decisión colegiada a nivel parroquial, arciprestal y diocesano, a través de su participación en los consejos pastorales respectivos (11).
Espiritualidad de comunión al servicio de la misión, a través de una comunicación más respetuosa y profunda entre obispo, sacerdotes, religiosos y laicos, abiertos a la legítima pluralidad de carismas y servicios, que haga aflorar una Iglesia que sea hogar, fermento, profética y samaritana (7).
Avance en la comunión con el papa y adhesión a los documentos eclesiales, que constituyen la aplicación del Concilio Vaticano II (3).
Asunción de responsabilidades administrativas y económicas por parte de laicos a nivel diocesano, buscando mayor trasparencia y autenticidad (2).
Plasmación de un itinerario de preparación a los Sacramentos de la Iniciación y del Matrimonio.
Misión
1. Subrayados:
Excesiva mirada hacia el interior de la Iglesia para sentirse mejor, no atendiendo a la misión.
Parroquias con gran pobreza en su vida y misión, incapaces de ofrecer respuesta al momento actual.
Escasa vitalidad en los Arciprestazgos, cuya vida pastoral es un tanto renqueante y cansina.
Necesidad de comunión en los contenidos del dogma, de la moral, de los sacramentos... para llevar a cabo la verdadera misión, de la que es protagonista el Espíritu Santo.
Abandono del estudio de la realidad y escasa presencia del compromiso cristiano misionero en los materiales de trabajo pastoral.
Necesidad de no estar nunca tranquilos con lo que tenemos, sino inquietos ante lo que falta.
2. Sugerencias:
Crecimiento en corresponsabilidad pastoral, renovando y potenciando los Arciprestazgos y Zonas pastorales, y creando Unidades Pastorales de Acción Parroquial, como el mejor camino hacia la pastoral conjunta, que requerirá el nombramiento de presbíteros con un espíritu nuevo e ilusión (6).
Elaboración de Planes Pastorales Diocesanos con objetivos claros y medios adecuados, integradores de todas las instancias diocesanas, que impulsen la distribución de sacerdotes y parroquias en función de la misión, a partir de un estudio previo de las necesidades (5).
Paso de una pastoral sacramentalista a una pastoral evangelizadora, apostando por ensayar experiencias pastorales nuevas (2).
Mayor aprovechamiento de personas y recursos, especialmente de la aportación de religiosos (2).
Creación de pequeños equipos de sacerdotes, religiosos y laicos al servicio de una pastoral conjunta.
Profundización y concreción de los temas abordados ya en el Consejo Presbiteral, valorando la posibilidad de una Asamblea Presbiteral.
3. Campos prioritarios:
Atención pastoral prioritaria a la familia, a los “alejados” de la fe y de la Iglesia, y a los “excluidos” de nuestra sociedad, impulsados por el proyecto de nueva evangelización (5).
Opción por los jóvenes, cuidando su iniciación cristiana y preparando agentes de pastoral, especialmente jóvenes, dedicados a ellos (4).
Formación para la “militancia cristiana” de laicos, que descubran su vocación laical y la necesidad de asociarse (Acción Católica...), siendo capaces de asumir tareas de responsabilidad (4).
Mayor compromiso social, abiertos a nuevas situaciones de pobreza, cuidando la coordinación entre Cáritas y otras instituciones de trabajo en el mundo de la marginación (2).
Celebraciones litúrgicas más vivas y atractivas, cuidando su preparación y dignidad (2).
Potenciación de la Delegación diocesana de Medios de Comunicación Social (2).
Catecumenado de Adultos, que permita la creación de pequeñas comunidades cristianas, cimentadas en la Palabra de Dios, la Eucaristía y la oración.
Mayor esfuerzo en la pastoral vocacional de especial consagración.
Transparencia en la administración de los bienes económicos.
Reconocimiento de los derechos de los fieles (predicación de la Palabra, administración de los sacramentos, guía espiritual...), a los cuales estamos llamados a servir.
Finalizada la precedente exposición-reflexión y realizado un breve diálogo aclaratorio, se forman cuatro grupos de trabajo, que, partiendo del análisis realizado y en actitud de apertura al futuro, deberán aportar desde el discernimiento compartido: tres anhelos más significativos para los presbíteros inmersos en nuestro contexto sociocultural y eclesial, y cinco anhelos más importantes para avanzar en la comunión y misión evangelizadora en nuestra diócesis.
Concluido el trabajo citado, se lleva a cabo la exposición y, en su caso, debate y aprobación de las cuestiones planteadas, destacando los anhelos más significativos, que nacen del dinamismo misionero que ha de caracterizar la vida y misión del presbítero, que quiera ser fiel al Evangelio en el momento histórico presente, cuya redacción última se encomienda al Secretario y los responsables de la preparación de la presente Asamblea.
1. Anhelos para los presbíteros inmersos en nuestro contexto sociocultural y eclesial:
Cuidar la salud del presbítero a nivel humano, espiritual, intelectual y pastoral, conscientes de su incidencia en la acción pastoral, de forma especial por parte del obispo y de los responsables pastorales diocesanos.
Atender la Formación Permanente Integral de los presbíteros, dotándola de una programación, preparación y medios adecuados.
Crecer en comunión y corresponsabilidad entre presbíteros, religiosos/as y laicos, asumiendo como propio el Plan Pastoral Diocesano.
2. Anhelos para avanzar en la comunión y misión evangelizadora en nuestra Diócesis:
Apostar por una pastoral planificada conjunta, compartiendo objetivos pastorales concretos y potenciando los instrumentos de comunión: Arciprestazgos, Unidades Pastorales de Acción Parroquial, Ministerios laicales, fraternidades...
Prestar una atención pastoral prioritaria a la familia, los jóvenes, las vocaciones sacerdotales y religiosas, los alejados de la fe y de la Iglesia, los excluidos de la sociedad..., priorizando algunas mediaciones concretas asumidas por todos.
Redistribuir parroquias y presbíteros en función de la misión, partiendo de un estudio previo de la situación actual y asumiendo los objetivos pastorales diocesanos.
Todos estos anhelos queremos compartirlos con todos los creyentes de nuestra Iglesia diocesana desde una esperanza inquebrantable en Jesucristo, fuente de una alegría profunda que ni las dificultades del momento presente puede arrebatamos, si somos fieles a la vocación a la que hemos sido llamados, alentados por la fuerza de su Espíritu.
Finalmente, se da paso al turno de comunicaciones, ruegos y preguntas, planteándose y abordándose las siguientes cuestiones:
D. Francisco Cerro Chaves, delegado diocesano de Pastoral Juvenil, ofrece y comenta la siguiente documentación: “Una pastoral de juventud con futuro” de la Mesa Regional de Reflexión de Castilla y León, “Guía de Grupos Juveniles Cristianos de la diócesis de Valladolid” de la Delegación Diocesana de Pastoral Juvenil y “Diócesis de Valladolid. Nuestros jóvenes”, estudio sociológico realizado a partir de una encuesta realizada a los jóvenes en la Expo-Joven 2001.
D. José Heras Rodríguez, Vicario Episcopal, recuerda a los Arciprestes la conveniencia de remitir antes del día 26 de diciembre la síntesis de las aportaciones al documento “¿Qué piden y esperan los jóvenes de la Iglesia?” de preparación al XXII Encuentro de Arciprestes de Villagarcía
, y recuerda el Encuentro sacerdotal y la Eucaristía del día 20-12-2002 en la celebración del XV Aniversario de la Ordenación Episcopal de D. Braulio, y el Retiro para sacerdotes del día 30-12-2002 en el Centro de Espiritualidad, que dirigirá D. Miguel Ángel Melgar.
D. Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid, al hilo de las celebraciones citadas, recuerda e invita a la Eucaristía para niños que celebrará en la Catedral el domingo 22-12-2002, día en el que se celebrará la Jornada de Oración por Galicia con motivo de desastre humano-ecológico provocado por el hundimiento del Prestige.
D. Vicente Vara Sanz, Vicario General, y D. Francisco Cerro Chaves, director del Centro Diocesano de Espiritualidad, informan sobre la celebración de dos tandas de ejercicios espirituales para presbíteros: Villagarcía de Campos, 13 al 17-1-2003, y Centro de Espiritualidad, primeros días de julio de 2003, dirigido por D. José Román Flecha.
D. Pablo Marco Medel, Vicario Episcopal, hace entrega de la instrucción “El presbítero, pastor y guía de la comunidad parroquial”, cuya lectura ha de constituir una llamada a vivir en fidelidad a la vocación a la que hemos sido llamados en el momento presente.
Sin más asuntos que tratar, después de un agradecimiento sincero a la Asamblea por el trabajo desarrollado a lo largo de los cuatro años precedentes por parte del Sr. Arzobispo y de la oración del Angelus, se levantó la sesión a las 14:15 h., de todo lo cual doy fe como Secretario.
Francisco Javier Mínguez Núñez, Secretario