Josefa Romo Garlito
Organizada por el Arzobispado de Valladolid con la Delegación de Familia y Vida, la asociación Evangelium Vitae y colaboración de Vida Ascendente, tuvo lugar, en la catedral de Valladolid, la ya tradicional “Vigilia de Acción de Gracias por la Vida, con bendición especial a los mayores” en la Fiesta de la Visitación. Se inició con el rezo del Santo Rosario, unidos al Santo Padre, que, desde la iglesia de Santa María la Mayor en Roma, lo rezó esa misma tarde por la Paz ( en esta oración esa tarde por la Paz, se unieron los grandes santuarios del mundo).
Pese al reparo, todavía, por la pandemia, una multitud de fieles acudió a la Vigilia para agradecer, al Señor, su vida, ese gran regalo que Dios nos ha dado y que hay que poner en valor; sobre todo porque, hoy, se descarta a niños no nacidos y a ancianos e impedidos. Aborto y eutanasia, manifestaciones de la cultura de la muerte, se han abierto paso en las leyes, leyes inicuas contra el hombre y su dignidad.
La Santa Misa fue presidida por el Señor Arzobispo, cardenal Blázquez, acompañado por el diácono Patricio Fernández, su Secretario, y concelebrada por Andrés Cabrerizo, deán de la Catedral, ayudados de dos acólitos.
En su homilía, muy rica por sus observaciones y entronque en la actualidad, don Ricardo enalteció la fiesta de la Visitación, que tiene lugar, siempre, el último día de mayo, como colofón del mes de la Virgen. Entre otras cosas, dijo: “La Visitación de la Virgen a su prima Isabel fue un acontecimiento que tiene, para nosotros, muchas perspectivas, y debemos considerar «el espíritu de la Virgen» para nuestra orientación y vida espiritual”. Animó a que “seamos amantes y defensores de la vida” y enfatizó sobre ese “encuentro de dos madres en gestación, María e Isabel, que se felicitan por su estado de «Buenaesperanza»; encuentro, también, de Jesús, el Salvador del mundo, y de Juan el Precursor”. Subrayó “el comentario” de Isabel, cuyo Hijo, “Juan, se alegra en su vientre”. Hizo una reflexión sobre la Virgen, que “ se puso en camino apresuradamente” y advirtió que “las obras de Dios exigen , de nosotros, diligencia”. Suplicó: “el Señor nos mantenga diligentes para llegar a las personas que nos necesitan, apresuradamente”. Continuó: “Que en nosotros habite el espíritu de Fe de Santa María la Virgen. Ella responde con un Salmo, conocido como «El Magníficat», con muchas alusiones del Antiguo Testamento: es el canto de los pobres que se fían de Dios. María se reconoce la Sierva humilde del Señor y canta su ternura y compasión con Ella y con todos”. Advirtió que “no somos autosuficientes”, que “dependemos de Dios que nos salva y acompaña en la vida; que levanta a los humildes y resiste y evade a los orgullosos”, y necesitamos de su Misericordia.
Insistió en la oración por la paz en Ucrania. Don Ricardo hizo esta observación: “ la guerra mata, destruye viviendas, medios de comunicación, servicios sociales, rompe a las familias, tantos que tienen que salir huyendo para salvar la vida”, y agradeció a los medios de Comunicación “su ayuda para percibir los estragos de la guerra”.
En el Exordio (la monición de entrada), una mujer de Evangelium Vitae, Teresa, profesora, dijo: “la ancianidad venerable no se mide por el número de años. La verdadera canicie para el hombre es la prudencia, y la edad provecta ( o sea, madura), una vida inmaculada”. (Sab 4,8-9), e hizo referencia a las palabras recientes del Papa Francisco sobre los ancianos: “son signos vivientes de la bondad de Dios que concede vida en abundancia. En la ancianidad la mirada interior se hace más penetrante, se ve con el corazón. La vida de nuestras comunidades debe saber disfrutar de los talentos y de los carismas de tantos ancianos, que son una riqueza que hay que valorar. «¡Bendita la casa que cuida a un anciano! ¡Bendita la familia que honra a sus abuelos!
En la oración de los fieles, se pidió “por los familiares que acogen, en su casa, a sus mayores. Para que sean conscientes de su agrado al Señor, y que no les falte la paciencia y tu gracia para que los cuiden con amorosa solicitud”, y “para que se valore, en nuestra sociedad, la vida en todas sus etapas y situaciones; se rechace, en todo momento, el recurso a la EUTANASIA, y el Estado se preocupe de que no falten los CUIDADOS PALIATIVOS a quienes los necesitan”.
La celebración estuvo animada por los cantos de la solista Natalia, acompañada, también, en algunos momentos, por la estupenda voz de José Andrés Cabrerizo, desde el ambón. Al final, los ancianos pasaron a los pies del altar para recibir una bendición especial; también recibieron el saludo entrañable de don Ricardo.