Valladolid gritó por encima de la tormenta: “¡Venga tu Reino!”
9 junio, 2024Ni la lluvia, que se hizo presente en forma de tromba, pudo deslucir la clausura del Año Jubilar del Corazón de Jesús.
Para cuando el cielo tronó (casi) con la misma intensidad que la devoción de la multitud que abarrotó la Santa Iglesia Metropolitana Catedral el 7 de junio, coincidiendo con la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, la Procesión enfilaba ya la calle Teresa Gil. Hubo que echar mano de plásticos y paraguas para resguardar los estandartes de más de una decena de cofradías y asociaciones eucarísticas y proteger las imágenes de Cristo Rey, el Inmaculado Corazón de María y el beato Bernardo Francisco de Hoyos antes de recomponer el cortejo al llegar a la Basílica-Santuario Nacional de la Gran Promesa, al tiempo que el sonido de la lluvia se desvanecía entre una Archidiócesis, la vallisoletana, que no cesó de rezar y de orar cantando.
Porque “sí, Valladolid es la ciudad del Corazón de Jesús”, como afirmó el arzobispo, don Luis Argüello. Pero no solo la ciudad, también la provincia. Y, así, en una comunión que el prelado exhortó a “ofrecer a nuestra sociedad para que sea posible el acercamiento, el encuentro, el bien común” la ciudad del Pisuerga y los pueblos de la provincia, especialmente el Torrelobatón natal del Beato, acompasaron sus latidos para concordarlos a los del “traspasado”.
En misión tras el Año Jubilar
En su homilía, sin un ápice de nostalgia ni aires de despedida, el arzobispo de Valladolid interpeló a todos después de un Año Jubilar que ha servido para sacar “brillo” a la devoción del Corazón de Jesús. Interpeló a la Iglesia en Castilla, representada por el cardenal arzobispo emérito de Valladolid, don Ricardo Blázquez, el arzobispo de Burgos, don Mario Iceta, y una nutrida representación de religiosas; al obispo emérito de Santander, monseñor Manuel Sánchez Monge; al Presbiterio Diocesano y al pueblo fiel para advertirles de que “acaba” el Año Jubilar “pero la puerta del costado sigue abierta”.
Y en consecuencia “ahora, además de sentirnos atráidos (por el Corazón de Jesús), nos sentimos enviados” con una misión y un horizonte claros: el Jubileo 2025 y la celebración “gozosa”, animó don Luis Argüello, del segundo milenio que en 2033 se cumplirá de la Pasión y Resurrección del Señor. Efeméride que coincidirá con el 300 aniversario de la Gran Promesa al beato Bernardo Francisco de Hoyos.
El Corazón de Jesús “nunca nos va a abandonar”
El pueblo fiel reaccionó al unísono al llamamiento de una Iglesia en misión, respondiendo a las preces gritando desde el corazón el lema del Año Jubilar, “¡Venga tu Reino!, y comulgando hasta prácticamente dejar a la Catedral sin sagradas formas.
Como colofón a la eucaristía, los alumnos e integrantes del coro del Colegio Apostolado del Sagrado Corazón de Jesús de Valladolid. Porque hasta en el concurso organizado junto a Escuelas Católicas ha sido providencial este Año Jubilar. “No ha habido tongo en esto”, bromeaba el vicario general y rector de la Basílica-Santuario Nacional de la Gran Promesa, Jesús Fernández Lubiano, instantes antes de que resonara en la Catedral la canción ganadora de este certamen para recordar a la Iglesia que el Corazón de Jesús “nunca nos va a abandonar”.
El Año Jubilar culminó donde empezó a irrigarse por Valladolid y por toda España la devoción al Corazón de Jesús, en la intersección entre las calles del Santuario y de Alonso Pesquero. Justo encima de la Oficina del Peregrino, desde un balcón, impartió don Luis Argüello la bendición con el Santísimo Sacramento. “¡Viva el Corazón de Jesús!”, proclamó el arzobispo. “¡Viva!” respondió entre aplausos una Valladolid jubilosa.