Imágenes de devoción, por Javier BURRIEZA
VALLADOLID, CAMINO DE DEVOCIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Los primeros pasos para una ruta
La Santa Sede ha concedido el Año Jubilar del Sagrado Corazón de Jesús para esta archidiócesis de Valladolid a raíz de la petición realizada por su arzobispo, desde la conmemoración del primer centenario de la gran estatua ubicada en lo alto de la torre de la Catedral, obra de Ramón Núñez (1923). La consideración de Valladolid como ciudad del Sagrado Corazón, como diócesis para su devoción, no es un recurso retórico y emocional repetido habitualmente por los pastores que la han gobernado en su primera homilía de toma de posesión. La ciudad y su diócesis, creciente en el territorio a lo largo de los siglos, ha desempeñado un papel esencial para esa difusión. En una serie de artículos sobre “imágenes de devoción”, no podemos olvidar el desarrollo de la propia de esta del Sagrado Corazón, tan presente en numerosos espacios, grandes y pequeños, sagrados y domésticos. En numerosas casas han existido pequeñas imágenes de una iconografía que ha ido cambiado e, incluso, en sus puertas de entrada no han faltado las invocaciones de protección siguiendo una de las promesas de las revelaciones que recibió la monja salesa Margarita María de Alacoque a finales del siglo XVII.
Así, en las próximas entregas de esta serie, a lo largo de este Año Jubilar, vamos a ir recorriendo el impacto que esta devoción ha tenido en nuestros espacios más cercanos, no solo en la ciudad sino también en la provincia, en este último caso de la mano de Bernardo Francisco de Hoyos. Un niño nacido en Torrelobatón en agosto de 1711, alumno de los jesuitas del que se convirtió en uno de ellos desde su noviciado en Villagarcía de Campos. Bernardo de Hoyos pasó por cuatro de los cinco colegios que la Compañía de Jesús poseía en este ámbito geográfico: el mencionado noviciado terracampino, el colegio de Medina del Campo –hoy iglesia de Santiago el Real– y los propios de Valladolid, bajo las advocaciones de San Ambrosio –doctor de la Iglesia– y San Ignacio, en lo que hoy es la Real Iglesia Parroquial de San Miguel y San Julián, donde recibió sepultura. Junto con alguna casa de campo de estos jesuitas, todos ellos serán hitos de esta nuestra ruta, dentro de una corta vida que concluyó en noviembre de 1735 cuando tenía veinticuatro años. Sin embargo, en Valladolid, el hoy jesuita beatificado predicó en aquel Campo Grande que siglos después acogió la ceremonia de su subida a los altares y dispuso de la amistad de una monja bernarda en el convento de San Joaquín y Santa Ana, cuando todavía el arquitecto real no había construido el actual y bello claustro.
Esencial resultó la decisión de la expulsión de los jesuitas en 1767 para que Bernardo de Hoyos pasase a un cierto olvido pues el Sagrado Corazón de Jesús se convirtió en una espiritualidad devocionalmente incorrecta, por razones políticas incluso de la propia Iglesia. Habrá que esperar a la extensión de su oficio y misa con el papa Pío IX para que desde la sanción de la Santa Sede y con una Compañía de Jesús que había renacido de sus cenizas, entrásemos en el siglo de oro de su expansión. En Valladolid, en 1860, se fundará el monasterio de la Visitación con las monjas salesas, primero establecidas en el antiguo convento de las comendadoras de Santa Cruz, después en su actual ubicación del palacio de los Mudarra. Allí encontraremos una nueva parada de nuestra ruta, como también en la calle Ruiz Hernández con la antigua iglesia neogótica del Sagrado Corazón de Jesús reconvertida en un templo contemporáneo hace ahora cincuenta años, tan concurrido por numerosos fieles en sus Eucaristías. Ruiz Hernández suena a la voz impulsora del padre Marcelino de la Paz, apóstoles de devoción que también nos encontraremos en esta ruta. A partir de ahí, nuestro camino se irá diversificando en numerosos espacios, desde el propio de las monjas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, la gran construcción del Santuario Nacional de la Gran Promesa convertido en Basílica, el establecimiento hospitalario de las hijas y monjas de Santa Josefa Sancho Guerra, las siervas de Jesús; además de tantas imágenes, referencias, altares y hasta espacios domésticos dentro de estas tierras en las que se produce una llamada al “amor infinito” de Cristo representado en su Corazón, coronado este espacio de Castilla desde los muchos metros de la torre de una Catedral inacabada y bella, donde podemos contemplar, casi con los ojos del Sagrado Corazón, el espacio por donde discurre nuestra vida… bajo su mirada sí, pero también con su bendición. Sagrado Corazón de Jesús… En Vos confío.
Javier Burrieza Sánchez, profesor de Historia Moderna de la Universidad de Valladolid, presentará en el mes de noviembre el libro titulado “En Vos confío. Historia de la devoción del Sagrado Corazón de Jesús”, publicado en la editorial Mensajero con la colaboración de la Archidiócesis de Valladolid para este Año Jubilar.