Del 19 al 27 de 2018, los jóvenes de La Cistérniga se han enrolado en una actividad organizada por la parroquia San Ildefonso y por el Centro Juvenil Saiano, para acciones de voluntariado con enfermos mentales y con refugiados e inmigrantes. Después de una jornada de puesta a punto en Valladolid, donde se han sentado las bases del voluntariado, nos hemos dividido en dos grupos y hemos ido a parar a Pinofranqueado (Cáceres) a la Casa de la Misericordia del p. Leocadio y a Siguenza al centro de acogida de ACCEM. Han sido dos experiencias duras, intensas, llenas de ilusión… en las que hemos tomado contacto con los sueños y las miserias de tantas personas, unos apartados por enfermedades mentales, trastornos físicos y psíquicos… y otros por ser de otros países.
“Tú eres mi hermano”, nos decían los migrantes de ACCEM al despedirse después de 5 días con ellos. “No os vayáis, dejadnos vuestra sonrisa”. La llegada de subsaharianos a nuestras costas estos días, los conflictos en la valla de Ceuta, ha multiplicado el número de personas que llegan a este centro, procedentes de Algeciras, de Ceuta, de Almería… de otros lugares. En este centro se les hace una atención primaria y una primera acogida. Hemos trabajado con ellos en la cocina, en el comedor, en la limpieza, dando clases de español, atendiendo a los niños de las familias, ayudando a resolver papeles y trámites, informado sobre la sanidad española, higiene y otras cosas básicas. Ha sido una experiencia muy enriquecedora en la que hemos tomado contacto con una realidad muy triste pero llena de ilusión y de esperanza. Muchos de ellos, la única maleta que traían era la de los sueños y los ritmos. Poco a poco hemos conseguido vencer las barreras del idioma, y las reticencias hacia lo desconocido que todos ellos traen. El susto, el haber “alunizado” en una tierra desconocida, las carencias tan grandes que traen… todo ello ha supuesto para nosotros otra forma de plantearnos este tema de la inmigración y un cambio de mirada hacia esta realidad.
También los que han estado en Pinofranqueado, en las Hurdes cacereñas, hablan sin parar de la experiencia vivida, de los rostros expectantes, de las reservas de estos enfermos, y al final de la alegría de habernos encontrado. Mención especial merece la atención que dispensan a estos enfermos los Siervos de María y de los Pobres, el compromiso con ellos, el esfuerzo por hacer que su vida sea cada día especial y diferente, la atención personalizada. Al final, al despedirnos, algunos lloraban de alegría, y nos felicitaban por el trabajo realizado en el comedor, en las habitaciones , en el tiempo libre, en la limpieza, en el trato con ellos…
Sin duda experiencias que han marcado la vida de estos 16 jóvenes, experiencias que se pueden repetir en cualquier momento y que nos han ayudado a crecer y madurar, y a vivir la solidaridad como algo importante, también en este tiempo de verano. Son muchos los jóvenes que se acercan a estas experiencias, buscando echar una mano, ayudar, enseñar algo… y resulta que al final los que aprenden son ellos, por la profundidad de la experiencia y los valores que tiene toda esta gente.
Ante la situación que se está viviendo en este momento en la valla de Ceuta, las imágenes que vemos de subsaharianos atravesando vallas llenas de concertinas, los enfrentamientos con la policía y la guardía civil… nos planteamos que otro mundo es posible, y que es posible hacer algo, por razones humanitarias o por otras razones, por esta gente que llama a nuestra puerta. No podemos permanecer indiferentes ante el sufrimiento humano mientras los políticos deciden en qué puerto atracan o dónde pueden ir.
Acabamos la experiencia con dos días de puesta en común, de comunicación y de diálogo en Salamanca, en la casa de Proyecto Hombre, acercándonos también a esta realidad en la que tantos jóvenes están intentando salir del mundo de la droga y de las adicciones. Felicidades a todos los chicos de Proyecto Hombre de Salamanca, y adelante, con ganas. Merece la pena el camino que hacéis y nos habéis enseñado mucho.
Creemos que las diferentes asociaciones, parroquias, grupos… deberían potenciar acciones de este tipo, ya que la mirada de los jóvenes, sin duda que ha cambiado y ahora ven la televisión, o la prensa, o la vida… de otra manera. Con estas actividades hemos abierto un nuevo campo, más amplio, de actividades de verano, que pensamos continuar en el tiempo. Merece la pena por lo que aportamos, y sobre todo por la madurez que hemos visto en nuestros jóvenes.