Un Año Santo para poner “a prueba” la esperanza: “Seamos pueblo peregrino”
30 diciembre, 2024La Cruz, de la que emana la esperanza cristiana, guio a la Iglesia que camina en Valladolid en la apertura diocesana del Jubileo Ordinario de 2025, convocado por el Papa Francisco bajo el lema ‘Peregrinos de Esperanza’.
El pueblo fiel salió en procesión el pasado 29 de diciembre, como dispuso el Santo Padre, coincidiendo con la fiesta de la Sagrada Familia que la Iglesia Católica celebra el domingo después de Navidad. Procesionó sin adornos, a la luz de las velas intercalándose con la de la iluminación navideña; con el delegado de Liturgia de la Archidiócesis de Valladolid, Francisco José García, dirigiendo los cantos de oración de los varios cientos de personas que llenaron, primero, la Iglesia Parroquial de San Andrés Apóstol, donde se dio lectura a varios pasajes de la bula de convocación del Año Santo, y, después, la Basílica—Santuario Nacional de la Gran Promesa, donde se celebró la misa de apertura.
Abriendo el cortejo, la cruz jubilar, alumbrada de lado a lado por dos ciriales. Inmediatamente después, sostenido en alto durante todo el cortejo, el Evangelio. Y, como el pretendido “signo del camino de esperanza que, iluminado por la Palabra de Dios, une a los creyentes”, que establece la bula de convocación, la Iglesia vallisoletana, encabezada por su Arzobispo, don Luis Argüello, seguida de varias decenas de presbíteros y los fieles.
La esperanza, a prueba
Esta procesión fue un ensayo de lo que aspira a ser la Iglesia vallisoletana durante este Año Santo. Un “pueblo peregrino que anuncia por los caminos del mundo la esperanza”. Una esperanza, la cristiana, que “no defrauda”, como señaló en su homilía el prelado vallisoletano.
Para ello, monseñor Argüello invitó a la Iglesia a ser “familia de familias”. Y, dirigiéndose especialmente a sacerdotes y religiosos, animó “a mirar a cada una de nuestras vocaciones, carismas y propuestas desde la comunión”. También a dedicar “horas” al Sacramento de la Confesión. “¡No tengáis pereza!”, exhortó el prelado. “Aunque parezca que no viene nadie”, añadió antes de advertir de la necesidad de que “no se pueda decir que la puerta abierta de la misericordia no está abierta”.
“Pongamos a prueba la esperanza”, repitió en numerosas ocasiones el Arzobispo de Valladolid, llevando las obras de misericordia durante este Año Santo “a aquellos que más lo precisan”, desarrollando la propia esperanza cristiana “desde el hogar común que es la Iglesia, pero también en las familias, las calles y las plazas” para “que aquellos que nos vean puedan decir: ¡Mira cómo se aman, mira cómo se respetan, mira cómo no se critican!”.
Tres templos jubilares
El Arzobispo aprovechó, además, su homilía para explicar por qué la Archidiócesis de Valladolid tendrá tres templos jubilares durante este Año Santo. La Basílica—Santuario Nacional de la Gran Promesa, como “expresión de la llamada a la santidad de cada uno de nosotros”, según explicó; la Santa Iglesia Catedral Metropolitana, como un gesto de “comunión” a la que se convoca a los fieles “una y otra vez; y la Capilla del Centro Hospitalario Benito Menni.
Este último emplazamiento donde será posible ganar la indulgencia plenaria, en sintonía con una “tercera dimensión” de la esperanza, según señaló el Arzobispo, que es su capacidad de llevar consuelo, especialmente, en un hospital, donde “tantas veces se vive la probabilidad de la muerte”, advirtió.
Cruz jubilar
La cruz jubilar quedó expuesta para su veneración en el presbiterio de la Basílica—Santuario Nacional de la Gran Promesa, uno de los tres templos jubilares. Y seguirá expuesta durante todo el Año Santo ‘Peregrinos de Esperanza’. Al menos, hasta que cierre sus puertas en la Catedral la exposición ‘Gregorio Fernández y Martínez Montañés: El arte nuevo de hacer imágenes’.
La Archidiócesis de Valladolid ha elegido como símbolo de este Jubileo Ordinario una cruz patriarcal, es decir, de cuatro brazos, de la primera mitad del siglo XX, de plata dorada y con esmaltes, procedente, precisamente, de la Seo vallisoletana.