‘Somos luz en misión’: Un proyecto contra los abusos a menores y vulnerables dentro y fuera de la Iglesia
20 septiembre, 2023Nacido en el seno del Servicio de Atención a Víctimas de Abusos, sava@archivalladolid.org
En el Año jubilar del Corazón de Jesús, queremos ofrecer a la comunidad eclesial en sus diversos ámbitos, y a la sociedad vallisoletana, este proyecto que surge del dolor por la realidad de los abusos en el seno de la Iglesia, en la familia, y en la sociedad en su conjunto.
Nuestra mirada sobre los abusos sexuales y otras formas de violencia ejercida sobre las personas menores de edad y personas vulnerables no ve sólo un problema, sino un misterio de iniquidad que precisa la propuesta de un misterio de gracia. Por eso, el proyecto sólo encontrará sentido y eficacia en el marco general de la acción evangelizadora de la Diócesis.
Necesitamos protocolos y estrategias, medidas pedagógicas y recursos de prevención y de formación; pero no bastan. Por eso, queremos mirar al Corazón de Cristo, signo vivo del amor misericordioso que perdona y salva, y pedirle luz y gracia para impulsar este proyecto y hacerlo con la humildad y prudencia de quien sabe cómo es la fragilidad humana, y con la esperanza de quien ha experimentado que Jesucristo vence al pecado y nos ofrece la misericordia como ayuda indispensable para hacer el camino de la vida. Los tres apéndices del proyecto muestran las claves de fondo de la propuesta integral que ofrecemos: una antropología iluminada por Cristo, verdadero Dios y hombre; una espiritualidad y propuesta moral, y la misericordia (verdad-justicia-perdón)
Este proyecto es presentado por nuestro Servicio de atención a las víctimas de abusos (SAVA), pero ha de ser puesto en práctica por todos, especialmente por los más directamente implicados. Invito a todos los miembros de la Iglesia diocesana a acogerlo y ponerlo en práctica; sobre todo a los presbíteros, catequistas, educadores y, en general, a todos aquellos que tenemos relación con niños, adolescentes y jóvenes.
Valladolid 14 de septiembre, Exaltación de la Santa Cruz, de 2023
+Luis J. Argüello, arzobispo de Valladolid
Proyecto SOMOS LUZ EN MISIÓN
(Para la prevención, detección y actuación frente a los abusos sexuales y otras formas de violencia ejercida sobre las personas menores de edad y personas vulnerables)
1) PRESENTACIÓN
2) LA CULTURA DE LOS BUENOS TRATOS
1.- El desarrollo de competencias personales en sus miembros.
1.a) Características de la formación
1.b) Proceso de elaboración del plan
1.c) Evaluación
1.d) Contenidos por destinatarios:
1.d.1.) agentes de pastoral específicos,
1.d.2.) seminaristas y sacerdotes
1.d.3.) agentes de pastoral en general.
2.- Recursos comunitarios
2.a) Recursos civiles
2.a.1) Marco legislativo civil
2.a.2) Servicios civiles
2.b) Recursos eclesiales
2.b.1) Marco legislativo eclesial
2.b.2) Servicios eclesiales
2.b.3) Protocolos de prevención:
De las personas
De los ambientes y las formas de actuar colectivamente
2.b.4.) Protocolos de intervención
2.b.4.1.) Posibles indicadores
2.b.4.2.) Formas de tener conocimiento:
- Por observación propia
- Por revelación de la posible víctima
Si es una persona menor de edad
Si es un adulto
- Por revelación de un tercero
3) IMPLANTACIÓN DEL PROYECTO
Cronograma y Comunicación interna y externa
4) APÉNDICES
1.- Nota sobre el Programa de Educación Afectiva y Sexual Aprendamos a Amar.
2.- La espiritualidad y la madurez moral como prevención en origen contra los abusos.
3.- El encuentro, la misericordia y la restauración.
1.- PRESENTACIÓN.
Porque SOMOS LUZ EN MISIÓN (Evangelio y el desafío de la Iglesia hoy)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.» San Mateo 5, 13-16
Los cristianos somos luz en el mundo y sal en la tierra, pero si la sal se vuelve sosa… No es que tengamos una misión, dar luz al mundo, sino que la misión, dar luz al mundo, nos tiene a nosotros para desarrollarla. Es por ello por lo que la tarea que los cristianos hemos recibido en esta vida no es sólo la de dejarnos iluminar por la Luz de Cristo, sino también la de ser nosotros mismos, a su vez, luz para los demás. Nuestra llamada a ser “luz en tinieblas” nos emplaza no solo a prevenir nuestro propio mal como Iglesia y trabajar para evitar la posibilidad de que desde instancias eclesiales cualquier persona sufra un daño, especialmente en forma de abuso sexual, sino que estamos llamados a proteger a la infancia de cualquier daño en forma de abuso sexual, violencia o negligencia por parte de cualquier otra instancia.
Hoy casi cuatro años después del Motu proprio “Vos estis lux mundi” del Papa Francisco, nuestro Santo Padre en una de sus últimas Audiencia General nos dice: “Una dimensión esencial de la Iglesia es ser misionera, salir a irradiar la luz del mensaje evangélico a todos. Cuando esta dimensión se pierde, la comunidad se enferma, se cierra en sí misma y se atrofia. Son los cristianos atrofiados.” Nos habla el sucesor de Pedro de la Luz y de la dimensión misionera, humildemente consideramos que debemos proclamar desde nuestra diócesis: SOMOS LUZ EN MISIÓN.
La palabra de la Iglesia sobre el valor y sentido de la sexualidad del ser humano
Las personas somos seres sexuados, es decir somos cuerpo. De ahí el valor que la Iglesia da al cuerpo, como realidad concreta a través de la cuál recibimos el amor y lo expresamos y como templo del Espíritu. El valor del cuerpo es sagrado, porque sagrada es la persona. Gaudium et Spes nos lo recuerda en el número 14: “No debe, por tanto, despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, debe tener por bueno y honrar a su propio cuerpo, como criatura de Dios que ha de resucitar en el último día”. El cuerpo es bueno porque participa de la imagen de Dios.
La expresión sexual del amor en el marco de la relación conyugal, elemento precioso de esta relación, puede ser terriblemente destructiva cuando se da en el marco de una relación de desigualdad, diferencia de poder o autoridad.
En el Motu Proprio “Vos estis lux mundi” el papa Francisco afirmaba: “Los delitos de abuso sexual ofenden a Nuestro Señor, causan daños físicos, psicológicos y espirituales a las víctimas, y perjudican a la comunidad de los fieles. Para que estos casos, en todas sus formas, no ocurran más, se necesita una continua y profunda conversión de los corazones, acompañada de acciones concretas y eficaces que involucren a todos en la Iglesia, de modo que la santidad personal y el compromiso moral contribuyan a promover la plena credibilidad del anuncio evangélico y la eficacia de la misión de la Iglesia. Esto sólo será posible con la gracia del Espíritu Santo derramado en los corazones, porque debemos tener siempre presentes las palabras de Jesús: «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Aunque ya se ha hecho mucho, debemos seguir aprendiendo de las amargas lecciones del pasado, para mirar hacia el futuro con esperanza”.
Con fecha 20 de mayo de 2020 se apertura el Servicio de Atención a las Víctimas de Abusos (SAVA) de nuestra diócesis. El servicio se creaba en cumplimiento de lo dispuesto por el Papa Francisco en el Motu proprio ‘Vos estis lux mundi’, de fecha 7 de mayo de 2019; con las orientaciones de la Conferencia Episcopal Española al respecto, y la forma de aplicación acordada en el encuentro de obispos de Castilla y León en Villagarcía de Campos.
El servicio pretendía ser un cauce para el reconocimiento, el amparo, la protección, la ayuda a las víctimas y la prevención de este tipo de abusos y está destinado a facilitar la recepción de información sobre actos relacionados con posibles abusos sexuales realizados por clérigos, miembros de institutos de vida consagrada o sociedades de vida apostólica, que pudieran llegar a ser constitutivos de delitos, para que fuera tratada en tiempo y forma de acuerdo con la disciplina civil y canónica.
Desde el servicio se ha procedido inicialmente con la escucha de la presunta víctima o de terceros y que, en función de cada caso, se ha desarrollado una orientación jurídica y procesal, pero también se ha facilitado el acompañamiento psicológico cuando se ha precisado. El decreto de creación prevé que se podrán proponer asimismo a la autoridad eclesiástica todo tipo de acciones formativas o de sensibilización encaminadas a hacer de la Iglesia un lugar acogedor, sano, sanante y seguro para todos y, especialmente, para las personas menores de edad y las personas vulnerables.
El drama de los abusos sexuales en la Iglesia ha provocado mucho daño en las víctimas y estupefacción en el resto de los cristianos que muchas veces hemos preferido dejar en suspenso proyectos, actividades y propuestas, para evitar posibles problemas. Pues bien, cuando se van a cumplir tres años del inicio del caminar de este servicio, es un buen momento para una reflexión y una propuesta inspirada tanto en las enseñanzas del Evangelio como en las líneas de trabajo marcadas por el Santo Padre Francisco que relance nuestra actividad misionera.
Somos conscientes de que, en estos momentos en nuestro país, el tratamiento jurídico del abuso sexual está en plano proceso de cambio, ya que, con la Ley Orgánica de garantía integral de la libertad sexual, 10/2022, desaparece el concepto jurídico de abuso sexual y los delitos que antes eran así considerados pasan a ser considerados como agresión sexual. A pesar de ello, en el presente documento mantenemos la nomenclatura de abuso sexual, puesto que es el término que se ha venido utilizando hasta ahora, tanto dentro como fuera de la Iglesia, conscientes de que hechos calificados como abuso sexual en este documento pudieran ser constitutivos de delitos de agresión sexual.
El abuso y la violencia hacia la infancia y la adolescencia como realidad social y eclesial.
Según los datos publicados por la Fundación ANAR, en su estudio Evolución de la violencia a la infancia y adolescencia en España según las víctimas (2009-2016), podemos destacar los siguientes datos en relación con el abuso sexual:
– El abuso ha aumentado el 178% desde el estudio anterior.
– El 73% de los casos de abusos sexuales se dan dentro del hogar o en hogares del entorno familiar.
– El 27% se produce en los centros educativos.
Respecto el agresor se afirma que:
– El 66%, se produce por padres, madres o parejas de padres/madres y el 21% por sus iguales (incluyendo hermanos).
El informe afirma textualmente “A pesar de su gravedad, la violencia padecida en la infancia y adolescencia es invisible, pasa desapercibida y es normalizada. Las personas menores de edad no se atreven a contarlo, sienten MIEDO y se encuentran solos, porque los que deberían protegerlos son precisamente los que los agreden (58,6% progenitores, 66,4% de los casos en el seno familiar)”.
Se afirma que los apoyos principales de las víctimas son sus amigos, lo que hace especialmente importante procurar una orientación a las personas menores de edad respecto de cómo actuar en el caso de ser conocedor de un hecho así del que es víctima un compañero o amigo.
La violencia hacia la infancia en España, lamentablemente, sigue siendo desconocida para muchos, de la que no se suele hablar en los medios de comunicación y en las redes sociales, más allá de los casos que afectan a un colectivo o que desgraciadamente acaban con la vida de la persona menor de edad. Se trata de cifras y estadísticas que han quedado enterradas durante estos años de pandemia. Sin embargo y aunque, pocos saben reconocer la violencia a primera vista, y los recursos para poder identificarlo son escasos, es la violencia infantil adquiere rasgos de convertirse en una auténtica pandemia.
Entre 2008 y 2020, se ha registrado un aumento de maltrato infantil que ha alarmado a muchas comunidades de España. Se calcula que este incremento es del 300%, siendo la cifra de 2020 la de 1.093 casos de abuso, una gran diferencia con 2008. Además de eso, los datos también expresaron que la frecuencia de dichas acciones también ha ido en alza. Es decir, la duración y la gravedad son incluso más alarmantes: 6 de cada 10 agresiones son diarias y por más de un año.
A partir del año 2017 se puede observar un gran aumento de los casos de violencia infantil. Esto en muchas ocasiones se ha relacionado con la aparición de las redes sociales como un aspecto importante en la vida de las personas. Además, éstas son fácilmente accedidas por personas menores de edad. Ese año el Ministerio del Interior y la Fiscalía revelaron unos datos increíbles sobre denuncias por maltrato en España, existiendo 4.875 por violencia en el ámbito familiar.
También existen los casos de maltrato infantil en España que se dan por parte de adultos a personas menores de edad escolares, el ciberacoso y grooming y el maltrato psicológico. Lo único que no ha aumentado es la edad en la cual se presentan estos maltratos. De hecho, se calcula que, en comparación con los primeros datos, ahora la violencia se presenta en niños y niñas cada vez más pequeños. Mientras que la edad media era de 12 años, ahora ha bajado a 11 años.
Más del 25% de personas menores de edad ha sido víctima del maltrato infantil en España, y menos del 10% de estos casos son denunciados. Este desconocimiento sobre la violencia en personas menores de edad, sobre cómo identificarla y cómo hacerle frente ha llevado a que estos casos aumenten cada año.
Las actividades que se realizan en el ámbito de la pastoral son lugares privilegiados para observar, detectar y actuar sobre estos hechos.
En España, la realidad del abuso sexual aún está siendo estudiada y dimensionada, pero al margen de las cifras, decimos con el Papa Francisco en su carta del 20 de agosto de 2018: “(El abuso cometido por clérigos y consagrados es) Un crimen que genera hondas heridas de dolor e impotencia; en primer lugar, en las víctimas, pero también en sus familiares y en toda la comunidad, sean creyentes o no creyentes. Mirando hacia el pasado nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado. Mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse. El dolor de las víctimas y sus familias es también nuestro dolor, por eso urge reafirmar una vez más nuestro compromiso para garantizar la protección de las personas menores de edad y de los adultos en situación de vulnerabilidad”.
Desde esa mirada al futuro queremos proponer a nuestra diócesis de Valladolid trabajar para implementar una cultura de los buenos tratos.
2.- La Cultura de los Buenos Tratos.
La Cultura de los Buenos Tratos consiste en el desarrollo y la puesta en práctica de competencias personales y recursos comunitarios que permitan el desarrollo integral de todas las personas, especialmente las personas menores de edad, teniendo en cuenta sus necesidades. Se trata de desarrollar relaciones personales, ambientes e instituciones que promuevan un trato respetuoso hacia las personas. El ser humano ha sido creado con la capacidad biológica de cuidar de sus semejantes, especialmente de los más débiles. Los cristianos estamos llamados de forma especial a crecer en ese cuidado y a colaborar al desarrollo humano y espiritual de aquellos que se acercan a la Iglesia y forman parte activa de ella y de toda la sociedad.
Los buenos tratos a niñas y niños aseguran el buen desarrollo y el bienestar infantil y son la base del equilibrio mental de los futuros adultos y, por tanto, de toda la sociedad. El punto de partida de los buenos tratos a los niños es la capacidad de madres y padres, y del resto de adultos que colaboran en su educación, para responder correctamente a las necesidades infantiles de cuidado, protección, educación, respeto, empatía y apego. Tras este punto de partida, la Iglesia debe asumir un doble compromiso: generar espacios sanos y sanadores y trabajar por erradicar el abuso y la violencia hacia la infancia de nuestras vidas.
Esta Cultura de los Buenos Tratos abarca fundamentalmente dos dinámicas:
- EL DESARROLLO DE COMPETENCIAS PERSONALES EN SUS MIEMBROS
Esto supone impulsar en los miembros de nuestra Iglesia en Valladolid una formación que ayude a alentar nuestra tarea misionera al tiempo que ponemos especial énfasis en el cuidado de las personas.
1.a) Características de la formación
- Flexibilidad: Se caracterizará por su flexibilidad en cuantas acciones formativas desarrolle.
- Vital: El desarrollo de competencias debe ser un desarrollo eminentemente práctico, no teórico, en el que las personas participantes del proceso formativo desarrollen cualidades y comportamientos que hasta ese momento no tenían, amplíen aquellas que ya tenían y colaboran al crecimiento humano y espiritual de los demás y modifiquen aquellas que se descubran como inconvenientes en este proceso. Para ello esta formación se realizará en pequeños grupos de no más de 20 participantes.
- Dinamismo: Debe ser activo y dinámico. Dinamismo que se materializará por el número de encuentros formativos abordados, por el número de los participantes y por lo heterogéneo de sus contenidos, de la población a la que va destinada y los lugares de celebración y desarrollo de estas acciones formativas.
- Aprendizaje continuo: Debe contribuir a transmitir la importancia de una buena formación técnica, social y espiritual para todas las personas implicadas.
- Trabajo comunitario: El trabajo comunitario utiliza la primera persona del plural “nosotros” para generar acciones, pensamientos y actuaciones que reúnen a distintas personas e instituciones con unos objetivos comunes.
- Ponentes: La selección y designación de los distintos ponentes para las concretas acciones formativas programadas, se realizará teniendo en cuenta la adecuación de la formación y especialización de estos a los contenidos específicos de los cursos, así como las necesidades de los destinatarios.
- Evaluación: Todas las acciones formativas serán sometidas a un proceso de evaluación, en el que se recabará de los participantes el grado de satisfacción en relación con los distintos aspectos de las acciones formativas, así como se medirá el grado de impacto que la formación ha supuesto en el desempeño de las funciones que los asistentes tienen encomendadas en el trabajo diario. Los resultados del proceso de evaluación serán tenidos en cuenta en el diseño y elaboración de las siguientes programaciones anuales que se produzcan a lo largo de su vigencia.
1.b) Proceso de elaboración del plan
Para la elaboración del Plan, se puede seguir la siguiente metodología:
1.- Identificación de los destinatarios de la formación. La formación está dirigida a todas las personas implicadas en la sensibilización, prevención, detección de la violencia hacia la infancia, así como en la atención y protección a sus víctimas:
2.- Identificación de competencias o habilidades. Se han reconocido las competencias sobre las que se precisaría formación, enumerando una lista exhaustiva, aunque no cerrada, que se puede resumir en las siguientes áreas:
- Sensibilización/Aproximación a la violencia hacia la infancia: qué es, sus causas, procesos de violencia; cómo ha evolucionado el concepto en los últimos años, tipos.
- Detección y derivación: indicadores de una situación de violencia, cómo actuar una vez detectada, a quién derivar, qué seguimiento hacer de los casos detectados…
- Atención e intervención: herramientas y pautas para valorar una situación de violencia hacia la infancia: intervención espiritual, psicológica, social, y jurídica; planificación del caso…
- Trabajo comunitario: Procedimientos de actuación conjunta dirigidos a varios agentes implicados; sistema único de información.
3.- Detección de necesidades formativas. La detección de necesidades es un instrumento esencial para identificar aquellas materias y competencias en las que las personas deben ampliar sus conocimientos.
4.- Diseño de las actuaciones formativas. En base a la información obtenida en la detección de necesidades, se determinarán las actuaciones formativas que sean necesarias para dar respuesta.
1.c) Evaluación.
Todas las acciones formativas serán sometidas a un proceso de evaluación, en el que se recabará de los participantes el grado de satisfacción en relación con los distintos aspectos de las acciones formativas, así como se medirá el grado de impacto que la formación ha supuesto en el desempeño de las funciones que los asistentes tienen encomendadas en el trabajo diario.
Los resultados del proceso de evaluación serán tenidos en cuenta en el diseño y elaboración de las siguientes programaciones anuales que se produzcan a lo largo de su vigencia.
1.d) Contenidos de la formación por destinatarios:
Tras una primera valoración nos atrevemos a realizar la siguiente propuesta formativa.
1.d.1.) Agentes de Pastoral específicos de nuestra diócesis que por su tarea pueden tener un trato más cercano con personas que hayan sido víctimas: Pastoral de la Salud, Cáritas, profesores del Colegio Nuestra Señora del Carmen, Pastoral Familiar…
Módulo 1. Contextualización.
- Proyecto Diócesis de Valladolid “Somos luz en Misión”.
- La educación en la prevención y detección precoz de toda forma de violencia a la que se refiere la Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia.
Módulo 2. Conceptualización y principios.
- Valor y sentido de la sexualidad.
- La realidad del maltrato: Conceptos básicos, tipologías y profundización en otras formas de maltrato en los distintos ámbitos.
- La identificación de los factores de riesgo y de una mayor exposición y vulnerabilidad ante la violencia.
- Tipos de abuso infanto-juvenil: La realidad del abuso (y, en particular, del abuso sexual), el impacto de la violencia en este colectivo y cómo se produce en las organizaciones.
Módulo 3. Buenas prácticas y buena conducta.
- Buenas prácticas.
- Conductas inapropiadas de personas en contacto con personas menores de edad.
Módulo 4. Cultura de los Buenos Tratos a los niños, niñas y adolescentes.
- Elaboración de protocolos y políticas de buen trato.
Módulo 5. Herramientas para la gestión de posibles casos de abuso.
- Las actuaciones a llevar a cabo una vez que se han detectado indicios de violencia.
- Gestión de las entrevistas en sospechas de riesgo y práctica de las mismas.
- Los mecanismos para evitar la victimización secundaria.
Módulo 6. El impacto de los roles y estereotipos de género en la violencia que sufren los niños, niñas y adolescentes.
Módulo 7. La formación específica en seguridad y uso seguro y responsable de Internet, incluyendo cuestiones relativas al uso intensivo y generación de trastornos conductuales.
Módulo 8. Creación de contextos protectores y seguros desde los distintos ámbitos.
- Materiales y programas de prevención.
- Educación a la propia infancia sobre sus derechos y la violencia para incorporar a niños y niñas como agentes implicados en la creación de entornos seguros.
Módulo 9. Habilidades comunicativas y resolución de conflictos.
Módulo 10. Atención a posibles víctimas y canalización de denuncias.
Módulo 11. Factores de riesgo del victimario.
1.d.2.) Seminaristas y Sacerdotes.
Módulo 1. Contextualización.
- Proyecto Diócesis de Valladolid “Somos luz en Misión”.
- La educación en la prevención y detección precoz de toda forma de violencia a la que se refiere la Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia.
Módulo 2. Conceptualización y principios.
- Valor y sentido de la sexualidad.
- La realidad del maltrato: Conceptos básicos, tipologías y profundización en otras formas de maltrato en los distintos ámbitos.
- La identificación de los factores de riesgo y de una mayor exposición y vulnerabilidad ante la violencia.
- Tipos de abuso infanto-juvenil: La realidad del abuso (y, en particular, del abuso sexual), el impacto de la violencia en este colectivo y cómo se produce en las organizaciones.
Módulo 3. Buenas prácticas y buena conducta.
- Buenas prácticas.
- Conductas inapropiadas de personas en contacto con personas menores de edad.
Módulo 4. Creación de contextos protectores y seguros desde los distintos ámbitos.
- Materiales y programas de prevención.
- Educación a la propia infancia sobre sus derechos y la violencia para incorporar a niños y niñas como agentes implicados en la creación de entornos seguros.
Módulo 5. Habilidades relacionales.
- Habilidades comunicativas y de resolución de conflictos.
- Relaciones sociales, afectividad y desarrollo de las virtudes.
- Dimensión moral y espiritual.
Módulo 6. Atención a posibles víctimas y canalización de denuncias.
1.d.3.) Agentes de pastoral en general: catequistas, grupos de liturgia…
Módulo 1. Contextualización.
- Proyecto Diócesis de Valladolid “Somos luz en Misión”.
- La educación en la prevención y detección precoz de toda forma de violencia a la que se refiere la Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia.
Módulo 2. Conceptualización y principios.
- Valor y sentido de la sexualidad.
- La realidad del maltrato: Conceptos básicos, tipologías y profundización en otras formas de maltrato en los distintos ámbitos.
- La identificación de los factores de riesgo y de una mayor exposición y vulnerabilidad ante la violencia.
- Tipos de abuso infanto-juvenil: La realidad del abuso (y, en particular, del abuso sexual), el impacto de la violencia en este colectivo y cómo se produce en las organizaciones.
Módulo 3. Buenas prácticas y buena conducta.
- Buenas prácticas.
- Conductas inapropiadas de personas en contacto con personas menores de edad.
Módulo 4. Creación de contextos protectores y seguros desde los distintos ámbitos.
- Materiales y programas de prevención.
- Educación a la propia infancia sobre sus derechos y la violencia para incorporar a niños y niñas como agentes implicados en la creación de entornos seguros.
Módulo 5. Habilidades comunicativas y resolución de conflictos.
Módulo 6. Atención a posibles víctimas y canalización de denuncias.
2.- RECURSOS COMUNITARIOS
Son los recursos que la comunidad civil y eclesial generan para asegurar ese cuidado de los miembros de la sociedad y de la Iglesia. Consisten en las leyes que rigen nuestra convivencia, los servicios civiles y eclesiales de atención y los protocolos de actuación tanto preventivos como de intervención.
2.a) Recursos civiles
2.a.1) Marco legislativo civil
El conocimiento o la recepción de una denuncia de abuso a una persona menor de edad obliga, por ética y responsabilidad, a la comunicación de ese hecho a las autoridades, siendo esta obligación mucho más importante que la confidencialidad o cualquier tipo de relación personal, profesional o pastoral. Por otra parte, tanto el marco civil como el eclesiástico obligan a actuar siempre que se conozcan hechos de esta naturaleza. Como vemos, van de la mano y ambos, para los agentes de pastoral y trabajadores y colaboradores en tareas formativas y asistenciales, son de obligado cumplimiento.
- Convención de los Derechos del Niño (Asamblea General de las Naciones Unidas, 20 de noviembre de 1989 –ratificada por España el 6 de diciembre de 1990): Artº.19
- El 25 de mayo de 2000, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Resolución “Un mundo digno para los niños”.
- En el año 2004 la ONU aprueba el Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la venta de niños, prostitución infantil y utilización de niños en la pornografía infantil.
- En el año 2008 nombró un Representante Especial del Secretario General sobre la Violencia contra los niños.
- A nivel europeo, el Consejo de Europa, el 20 de octubre del 2007, declara el Convenio de Lanzarote, para la protección de los niños contra la explotación y el abuso sexual; España lo ratifica en el 2010.
- Código Penal (Ley Orgánica 1’/1995, de 23 de noviembre): Art 1-11 De las garantías, penas y de la aplicación de la Ley Penal tipifica los Delitos contra la Libertad e indemnidad sexual de la persona menor de edad. Esta norma ha sido modificada en materia de libertad sexual en 2015, 2021 y 2022 (arts. 178 y siguientes). El artículo 450 regula, además, el deber de impedir delitos. El Código Penal sanciona todas las conductas de naturaleza sexual en las que esté presente o participe una persona menor de edad de dieciséis años, con la única excepción de que éstas sean consentidas y el autor sea una persona próxima a la persona menor de edad y grado de desarrollo o madurez física y psicológica.
- Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia: que supone la modificación parcial de un importante corpus jurídico detallado en el apartado de Disposiciones Finales de la misma: https://www.boe.es/eli/es/lo/2021/06/04/8/con Regula la obligatoriedad de comunicación y el requisito imprescindible de no tener antecedentes penales por delito contra la libertad e indemnidad sexual (agresión, abuso, acoso, exhibicionismo, provocación sexual, prostitución, explotación, corrupción de personas menores de edad o trata de seres humanos), acreditándolo oportunamente mediante la presentación de certificado oficial expedido por el Ministerio de Justicia, para poder desempeñar funciones que impliquen el contacto con personas menores de edad.
- Ley Orgánica 10/2022, de 6 de septiembre, de Garantía integral de la libertad sexual. https://www.boe.es/eli/es/lo/2022/09/06/10/con
2.a.2.) Servicios civiles
- Sección de Protección a la infancia de la Gerencia Territorial de Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León (JCyL) en Valladolid: Pasaje de la Marquesina, 11-12 Tel.: 983 306 888
- Servicios Sociales de la zona: Centros de Acción Social (CEAS). Dependientes de los municipios, en los mayores de 20.000 habitantes, y en los menores de 20.000 habitantes, de la Diputación Provincial.
- Fiscalía en Valladolid: C/ Angustias, s/n. : 983 250 309
2.b) Recursos eclesiales
2.b.1) Marco legislativo canónico
Además del CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO de 1983, que ha sido reformado (8 de diciembre del 2021) en su Libro VI sobre las sanciones penales en la Iglesia; existen otros documentos que marcan la forma de proceder en el caso de los delitos cometidos por clérigos, miembros de congregaciones religiosas o laicos/as que tengan contacto con personas menores de edad en instituciones religiosas, siendo los documentos más importantes:
- Motu proprio Sacramentorum sanctitatis tutela, del año 2001 (Juan Pablo II), modificado con las nuevas normas de 2010 (Benedicto XVI).
- Normas sobre los delitos más graves reservados para la Congregación para la Doctrina de la Fe (Benedicto XVI, 2010), que modifica al anterior documento aumentado la edad de la víctima a los 18 años y equipara a la persona con uso de razón imperfecto, a las personas menores de edad.
- Carta circular de la Congregación para la Doctrina de la Fe a las Conferencias Episcopales (3 de mayo de 2011): Líneas Guía sobre casos de abuso sexual de personas menores de edad por parte del clero.
- Institución de la Comisión Pontificia para la protección de personas menores de edad (24 de marzo del 2014).
- Directivas de la Comisión Pontificia para la Protección de personas menores de edad del 2015
- Motu proprio “Como una madre amorosa” (Francisco, 4 de junio de 2016)
- Carta al Pueblo de Dios (Francisco, 20 de agosto de 2018).
- Motu proprio “Vos estis lux mundi”, del 9 de mayo del 2019, actualizado el 25 de marzo de 2023.
- Instrucción de la Conferencia Episcopal Española sobre Abusos Sexuales, aprobada el 21 de abril de 2023.
- VADEMECUM: sobre algunas cuestiones procesales ante los casos de abuso sexual a personas menores de edad cometidos por clérigos (Congregación para la Doctrina de la Fe, 16 de julio del 2020) https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20200716_vademecum-casi-abuso_sp.html
- Libro VI del CIC: Las sanciones penales en la Iglesia cánones 1311-1399.
- Protocolo de Prevención y Actuación frente a Abusos Sexuales y otras normas de conducta promulgados por la autoridad correspondiente de la CONFER (https://www.confer.es/724/activos/texto/10202-politica-marco-d.pdf), Institutos de Vida Consagrada o las Diócesis.
2.b.2) Servicios eclesiales: SAVA y otros posibles…
- Servicio de Atención a Víctimas de Abusos de la Diócesis de Valladolid. Correo electrónico sava@archivalladolid.org
2.b.3) Protocolos de prevención:
- Respecto de las personas
De cara a que todas las personas que desarrollen tareas dentro de la Iglesia conozcan esta cultura y estén formadas en ella, se tendrán en cuenta los siguientes requisitos:
Todas aquellas personas que vayan a desarrollar su actividad profesional o voluntaria con personas menores de edad en el ámbito de las instituciones y/o actividades diocesanas tienen la obligación de presentar el Certificado Negativo del Registro de Delincuentes Sexuales.
Además, es conveniente que todo aquel que colabore en la Diócesis en tareas pastorales, formativas o/y asistenciales, sean ordenados, personas en proceso formativo, trabajadores o voluntarios, firme un documento de Responsabilidad Personal en el que explícitamente manifieste:
- Su rechazo personal a todo tipo de maltrato o abuso sea físico, psicológico o sexual.
- Que conoce la doctrina de la Iglesia y las normas diocesanas sobre el trato con personas menores de edad y personas vulnerables y que, por tanto, la persona que no cumple con las normas incurre en un delito que atenta gravemente contra la Ley de Dios, las normas eclesiales y la legislación civil.
- Que ha sido informado/a sobre todas estas leyes y el compromiso de los Organismos Diocesanos de informar a las autoridades eclesiásticas y civiles de su incumplimiento.
- Que, si cometiere cualquier acto de este tipo, lo haría engañando y traicionando la voluntad de la Iglesia, siendo responsable de sus actos y asumiendo sus consecuencias.
- El firmante también se compromete a participar en las actividades de formación básica y de actualización en materia de Protección de personas menores de edad (Derechos del Niño, maltrato infantil, prevención, identificación y actuación en casos de abusos sexuales a personas menores de edad) que se organicen, siendo esta formación de carácter obligatorio para todas las personas que intervengan con personas menores de edad (sacerdotes, religiosos/as, laicos, profesores, catequistas, monitores…)
Es importante la entrevista personal, tanto a los trabajadores, como a voluntarios; la persona encargada de realizar la selección explorará, a través de esa entrevista, la motivación, intereses y expectativas de los posibles candidatos sobre su puesto y funciones a realizar.
Siempre se informará de todas las normas vigentes en la Diócesis y que tengan que ver con el trato directo con personas menores de edad, así como la obligatoriedad de regirse por ellas y las sanciones previstas en caso de incumplimiento.
Las personas que se incorporen a estas tareas recibirán una formación básica sobre la Cultura de los Buenos Tratos, con el fin de que conozcan las normas que rigen en la Diócesis, además de sensibilizarles y comprometerles a trabajar a favor de la protección de las personas menores de edad y potenciar dicha cultura en las distintas actividades.
- Respecto de los ambientes y las formas de actuar colectivamente
En relación con las personas menores de edad
- En consonancia con la LO 8/2021, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, es obligatorio que haya una persona responsable (figura similar al “coordinador/a de bienestar y protección” o “delegado/a de protección en actividades deportivas”).
- Las muestras físicas de afecto han de ser comedidas y respetuosas.
- Se evitará estar a solas con personas menores de edad en despachos, sacristías, salas de catequesis, procurando siempre que las puertas estén abiertas, facilitando la escucha y visión a otros. Habrá que tener en cuenta todo el derecho a la confidencialidad cuando este se requiera.
- Si se ha de examinar a una persona menor de edad enfermo o herido, siempre se hará en presencia de otro adulto. Se le preguntará a la persona menor de edad si desea que alguna persona salga de la sala durante la exploración. Si responde que sí, se le pide que señale a la persona que quiere que salga y que diga por quién quiere que sea sustituida.
- Las comunicaciones privadas con personas menores de edad se realizarán en entornos visibles y accesibles para los demás; se recomienda que las puertas sean acristaladas en los despachos, tanto de sacerdotes, como de directores, profesores, formadores y animadores de grupos de niños y adolescentes.
- Las puertas permanecerán abiertas mientras permanezca en el interior de una estancia una persona menor de edad; siendo coherentes con la política de “puertas abiertas”, también se pueden buscar espacios abiertos facilitando la presencia de otras personas.
- Si se ha tenido un contacto físico relevante por razones sanitarias o de comportamiento se informará a los padres.
- Están prohibidos los juegos, bromas o castigos que puedan ser violentos o tener una connotación sexual, evitando cualquier conducta que implique contacto físico íntimo, besarse o desnudarse.
- Como consecuencia de la prohibición del castigo físico, también están prohibidas las novatadas o juegos que impliquen actos vejatorios, denigrantes o sexistas.
- Se informará y pedirá autorización materna/paterna firmada, siempre que se realicen salidas, convivencias, excursiones, campamentos y otras actividades que supongan que las personas menores de edad duerman fuera de casa. Se asegurará un número suficiente de acompañantes y se distribuirán las habitaciones por sexos. Los adultos no compartirán habitación u otro tipo de estancia con adolescentes o niños y en las convivencias, acampadas y viajes. Siendo recomendable invitar a participar a algunos padres, incluso con una presencia activa.
- Se respetará la intimidad de las duchas, cuartos de aseo y vestuarios cuando estén siendo utilizados por las personas menores de edad. En caso de tener que entrar, siempre por una razón justificada, es conveniente que entren dos adultos del mismo sexo que las personas menores de edad. También se recomienda respetar la distancia personal mientras se permanezca en la estancia.
- Cuando las actividades académicas y/o pastorales requieran la comunicación o el encuentro fuera del contexto habitual, ya sean presenciales, correo electrónico, teléfono móvil, redes sociales u otro canal ajeno a los oficiales del centro, parroquia o grupo, se implementarán mecanismos de control parental.
Además, siempre que se utilice alguno de estos medios para convocar o coordinar actividades, los padres deben recibir los mensajes.
- Es motivo inmediato de cese en la actividad pastoral o educativa cualquier relación sentimental, consentida o no, de un adulto con personas menores de edad (niños, preadolescentes y/o adolescentes).
- Los sentimientos de afecto o enamoramiento hacia sacerdotes, catequistas, profesores o monitores, a menudo, responden a la consideración del adulto como un ídolo. El adulto ha de tener conciencia y saber que siempre serán responsabilidad suya, las situaciones derivadas de esas percepciones y sentimientos; por lo tanto, en ninguna circunstancia debe corresponder o insinuarse, de manera que establezca, de forma inequívoca y efectiva unos límites adecuados de comportamiento, relación y aprecio hacia las personas menores de edad.
- No se realizarán tomas privadas de imágenes de niñas, niños y adolescentes. Siempre que se hagan durante el desarrollo de actividades educativas, lúdicas y/o pastorales se tomarán, a ser posible, con dispositivos técnicos de la parroquia o centro educativo y no con dispositivos personales. Los padres consentirán expresamente por escrito la toma y uso de imágenes, siendo responsable de su custodia y uso la parroquia o centro diocesano que realice la actividad.
Cuando, durante el desarrollo de una actividad, se vulnere alguna de estas normas, la persona responsable de actividad (sacerdote, director de centro, monitor…) y, en su caso, la propia Diócesis actuará con rapidez y diligencia, pudiendo ir dicha actuación en función de su gravedad, desde la observación del suceso y la sugerencia de mejora, a la amonestación, apertura de expediente, alejamiento de la actividad educativa, pastoral o ministerial, despido y comunicación a las autoridades civiles cuando los hechos puedan ser constitutivos de delito.
2.b.4) Protocolo de intervención.
Qué hacer en caso de identificar situación de abuso o violencia.
2.b.4.1.) Indicadores
- AGRESIÓN O ABUSO SEXUAL
“Cualquier clase de contacto sexual con una persona menor de edad sin su consentimiento. Su utilización directa como objeto de estimulación sexual, cuando no haya alcanzado la edad y la madurez para consentirlo. También si alcanzadas ambas, se aprovecha una posición de superioridad, ascendencia, poder o autoridad, o se utiliza el engaño para obtener su consentimiento. En todo caso, siempre que sobre él se use la violencia o la amenaza con aquellos propósitos”.
SITUACIONES ESPECÍFICAS:
Estas situaciones pueden tener su origen interno (por personal de la diócesis que utilizase su posición de poder para ejecutar una situación de abuso o entre compañeros/as) o externo (familiares, personas conocidas o desconocidas, etc.).
– Agresión o Abuso sexual sin contacto físico: seducción verbal explícita, exposición de órganos sexuales con el fin de obtener gratificación sexual, masturbación o acto sexual intencionado delante de la persona menor de edad con fin de excitación.
– Vejación sexual: tocamiento intencionado de los órganos sexuales de la persona menor de edad, o forzar, alentar o permitir que lo realice la persona menor de edad a la persona adulta.
– Contacto sexual genital: penetración digital o de objetos, sexo oral o penetración sea vaginal o anal.
INDICADORES:
- Comportamientos descontextualizados e innecesarios que implican contacto físico inapropiado que pudieran considerarse abuso (caricias, tocamientos…).
- Rechazo o evitación a momentos de soledad en compañía de determinadas personas para evitar situaciones posibles de abuso o intimidación.
- Aparición de situaciones que pudieran ser aprovechadas para la creación de imágenes o videos para extorsionar/manipular o chantajear posteriormente, así como para ejecutar algún tipo de abuso sexual.
- VIOLENCIA FÍSICA
Acción no accidental que provoque daño físico o enfermedad en el niño, niña o adolescente (en adelante NNA) o le coloque en riesgo de padecerlo.
- Agentes: mecánicos (puños, uñas, pinchos), químicos (medicamentos/drogas), físicos (calor, fuego, frío, lejía, etc.) o biológicos (virus, enfermedades no atendidas, comida en mal estado).
- Traumatismo activo (objeto contra la persona menor de edad) o pasivo (persona menor de edad contra objeto).
– Uso del castigo físico como forma habitual de disciplina o cualquiera de estas acciones expresadas por la falta de autocontrol e ira desmesurada.
– Propinar golpes o palizas debido a la falta de control.
SITUACIONES ESPECÍFICAS:
- Cuando se les ocasiona un daño o lesión a través de una agresión física directa.
- Cuando se les imponen castigos que causan dolor físico.
INDICADORES:
- Presencia de fracturas, torceduras o dislocaciones, magulladuras o moratones en diferentes partes del cuerpo como consecuencia de un castigo o agresión intencionada.
- INTIMIDACIÓN O VIOLENCIA EMOCIONAL
“Hostilidad verbal crónica en forma de insulto, desprecio, crítica o amenaza por parte de cualquier persona adulta (entrenador/a, familiares, etc.) que causen o puedan causar deterioro en el desarrollo emocional, social o intelectual del NNA”.
SITUACIONES ESPECÍFICAS:
- Cuando las personas menores de edad son sometidas a críticas, insultos, sarcasmo, intimidaciones o vejaciones de forma reiterada.
- Cuando surgen situaciones que pretenden aterrorizar a una persona menor de edad a través de la amenaza con un castigo extremo si no cumplen con una expectativa marcada. También cuando se utilizan gestos y palabras exageradas que pretenden intimidar, amenazar o castigar al NNA o se les amenaza con exponerle/s a una situación de humillación pública.
- Cuando se producen situaciones de aislamiento social a través de la negación a que establezca relaciones de amistad o sociales con sus compañeros/as o no permitir actividades con ellos injustificadamente.
INDICADORES:
- Miedo o rechazo a acudir a las actividades después de haber manifestado un interés y motivación previa hacia el entorno de la diócesis.
- Se muestra en actitud de excesiva alerta con ansiedad intensa/reacciones desbordadas a situaciones de crítica constructiva.
- Verbalizaciones negativas acerca de sí mismo/a o de sus capacidades como persona.
- NEGLIGENCIA
Cuando las necesidades físicas básicas de la persona menor de edad (alimentación, higiene, seguridad, atención médica, vestido, educación, vigilancia…) no son atendidas adecuadamente.
Exposición de la persona menor de edad a riesgos innecesarios desmesurados que pueden atentar contra su integridad física provocando lesiones, etc.
SITUACIONES:
- Actividades en condiciones climáticas extremas (frío o calor excesivo) sin utilizar la indumentaria adecuada para ello y tomar las medidas preventivas disponibles necesarias y/o sin garantizar la hidratación adecuada de manera habitual e injustificada siendo conocedores del prejuicio para la salud que puede causar.
- Cuando obligamos a la persona menor de edad participar en actividades estando gravemente enfermo/a.
INDICADORES:
- Alimentación: no se le proporciona la alimentación adecuada o se encuentra en mal estado.
- Vestido: vestuario inadecuado al tiempo atmosférico en actividades que puede poner en riesgo grave la integridad física de la persona menor de edad o no uso de equipos de protección en situaciones de especial peligro.
- Higiene: observar suciedad constante, con escasa higiene corporal.
- Cuidados médicos: ausencia o retraso importante en la atención médica ante posibles lesiones o enfermedades.
- Supervisión: largos períodos de tiempo sin supervisión y vigilancia en actividades que son inapropiados por edad y madurez.
- Condiciones higiénicas y de seguridad de los espacios de manera consciente y reiterada que son peligrosas para la salud y seguridad del NNA.
- OTROS INDICADORES GENERALES: FÍSICOS, EMOCIONALES O CONDUCTUALES
FÍSICOS:
- Señales repetidas (magulladuras, quemaduras…).
- Aspecto sucio, maloliente, con ropa inadecuada para las condiciones atmosféricas existentes.
- Cansancio físico o apatía permanente y aparentemente injustificada.
- Dolores frecuentes sin causa aparente. Somatizaciones.
- Problemas alimenticios (ingesta excesiva o pérdida de apetito). Peso, talla.
EMOCIONALES:
- Actitud vigilante continua: en estado de alerta, receloso/a…
- Dificultad para socializar y entablar relaciones de amistad.
CONDUCTUALES:
- Conducta sexual explícita, juego y conocimientos inapropiados para su edad.
- Conducta de masturbación en público.
- Cambio significativo en la conducta sin motivo aparente.
- Muestra poco interés y motivación por las actividades cuando previamente existía mucha motivación.
- Falta a entrenamientos de forma reiterada sin justificación y manifiesta contradicciones en la explicación.
- Evita ir a casa: permanece más tiempo de lo habitual en las actividades.
- Retrasos en el desarrollo físico, emocional e intelectual.
- Conductas agresivas y/o rabietas severas y persistentes.
- Relaciones interpersonales hostiles y distantes.
- Regresiones conductuales.
- Conductas antisociales: fugas, vandalismo, hurtos, etc.
- Intento de suicidio y sintomatología depresiva.
2.b.4.2.) Formas en que se puede llegar a tener conocimiento de abuso o algún tipo de violencia o negligencia.
Son múltiples las formas en que se puede tener conocimiento de una situación de abuso o violencia. Por simplificar destacaremos aquí las más relevantes y los pasos a dar en cada una de ellas:
- Sospecha propia por observación de indicadores.
– Si observamos indicadores de posible abuso: Recopilar indicadores, informar a padres (si no están implicados), informar de la obligación de ellos y propia de poner en conocimiento de la autoridad, bien sea la Fiscalía, Policía Nacional o Guardia Civil, Protección a la Infancia de la JCyL o Juzgado de Instrucción de Guardia. Si se refiere al ámbito eclesial, además, información al SAVA.
– Si observamos indicadores de posible violencia: Recopilar indicadores, informar a padres (si no están implicados), informar de la obligación de ellos y propia de poner en conocimiento de la autoridad, bien sea la Fiscalía, Policía Nacional o Guardia Civil, Protección a la Infancia de la JCyL o Juzgado de Instrucción de Guardia. Si se refiere al ámbito eclesial, además, información al SAVA.
– Si observamos indicadores de posible negligencia: Recopilar indicadores, informar a padres (si no están implicados), informar de la obligación de ellos y propia de poner en conocimiento de la autoridad, especialmente del servicio de Protección a la Infancia de la JCyL.
- Por revelación de la propia víctima.
Actitud para mantener ante cualquier revelación
Ante una revelación es muy importante actuar de la forma adecuada. La escucha ha de realizarse en un lugar adecuado, respetando los tiempos de la persona que está revelando ese hecho, evitando interrumpirla y en un contexto de escucha y disposición a ayudar. Una persona que ha sido víctima de abuso es vulnerable, necesita sentir que le creemos y para ello le expresaremos explícitamente nuestra disposición a escucharle y ayudarle, evitando así amplificar su sufrimiento y ansiedad.
A veces la revelación se produce mucho tiempo después de haber tenido lugar los hechos y es frecuente que el relato de los hechos no sea estructurado o coherente. Nada de eso debe ser confrontado por el que recibe esa revelación, mucho menos si se trata de la primera vez que es narrado por la posible víctima, ya que esto suele ser fruto del procesamiento del trauma. No es nuestra función juzgar la veracidad o no de los hechos revelados.
Hay que procurar no posponer la revelación, es decir, se le escuchará en el momento que ha elegido para comunicar lo que ha ocurrido o está ocurriendo. Es posible que, si posponemos o interrumpimos el relato, especialmente si es la primera vez que lo cuenta, le resulte mucho más difícil retomarlo más adelante.
Las preguntas que se hagan deben ser muy abiertas y en ningún modo preguntar por detalles morbosos que pueden generar vergüenza o realizar preguntas del estilo “¿Cómo es que no saliste corriendo?” que provocan una segunda victimización, al aumentar la culpa.
Mantener la calma y una actitud de escucha activa: comportarse con calma y comprensión muestra que podemos aceptar su relato y le anima a contar lo que ha pasado. Se recomienda no interrumpir, ni evidenciar nuestras emociones (cólera, estupefacción, indignación…).
Si el que revela es una persona menor de edad:
De cara a la acogida de la revelación es preciso tener en cuenta, además:
Cuando una persona menor de edad comunica que está siendo o que alguien de su entorno está siendo objeto de abuso sexual, no debemos cuestionar su testimonio ya que la experiencia muestra que éste es uno de los indicadores más potentes de la violencia sexual. Esta comunicación se puede hacer directa o indirectamente; aunque no es frecuente la revelación directa, debemos saber que la persona que la recoge ha de facilitar su expresión en un ambiente de calma, acompañando emocionalmente a la persona menor de edad y evitando preguntas que corresponden a profesionales sanitarios y judiciales, ante la posible interferencia en la posible investigación y el fenómeno de la victimización secundaria.
La revelación indirecta es más frecuente en niñas/os más pequeños o más introvertidas/os, de manera que expresan que algo ha ocurrido o está ocurriendo a través de dibujo, relatos escritos, preguntas sobre sentimientos o relaciones personales o colocando lo ocurrido en un/a tercero/a.
Sería esta una de las pocas situaciones en las que se recomienda evitar la presencia de otras personas.
- a) Mostrar sensibilidad a las necesidades del/a niño/a, entendiendo que cuando una persona menor de edad nos confía su secreto o nos muestra claramente lo que está ocurriendo, nuestra primera y principal tarea es apoyarle.
- b) Ser conscientes de lo que hay que decir y lo que no hay que decir a la persona menor de edad:
Hay que decirle: que no desconfiamos de lo que dice y que ha hecho bien en contarlo. Que es valiente y que no es culpable de lo que ha pasado. Que lo que ha pasado es algo malo y que las cosas malas hay que decirlas, no pueden ser un secreto. Que vamos a hablar con sus padres y con otras personas que van a ayudarle. Animarle a hablar con personas con las que se sienta bien, incluidos nosotros.
Lo que no hay que hacer o decir: no se puede pedir detalles en el relato inicial (podemos influir y este hecho puede perjudicarle y perjudicarnos); no prometeremos nada que no podamos cumplir, incluido el hecho de guardar el secreto. No se cuestiona el relato de la persona menor de edad nunca, no es nuestra función valorar la verosimilitud de lo que relata.
- c) Ser siempre sinceros y adelantarle qué vamos a hacer, esto supone responder afirmativa y negativamente a las preguntas, dar la explicación oportuna y reconocer que no sabemos algo, cuando sea el caso. Además, orientaremos al niño/a o adolescente al estatus de seguridad perdida por el abuso, referenciando las figuras paterna y materna y los profesionales que le puedan ayudar como facilitadores en la recuperación de su equilibrio emocional.
- d) Poner por escrito lo que acabamos de oír, lo más pronto posible, reflejando fecha, lugar y hora, procurando recoger lo más textualmente posible lo relatado y explicando también la actitud de la persona menor de edad (nivel de movimiento físico, mirada, malestar físico, sentimientos, fluidez del relato, pausas, contención o expresión emocional…).
- e) Informar inmediatamente a los padres de lo que ha manifestado su hijo, orientándoles en cómo han de proceder (conveniencia de la realización de una exploración médica y formulación de la denuncia, evitando el contacto con otros profesionales inicialmente); ofreciéndoles apoyo psicológico y espiritual y asistencia jurídica, además del acompañamiento de la institución en la que ha ocurrido el suceso, en las personas encargadas en la Diócesis
- f) Informar al/a Delegado/a encargado de esta área de lo ocurrido, siempre y cuando los padres o tutores hayan consentido la comunicación de la información. El Delegado se pondrá a disposición de los padres en un plazo menor de 24 horas desde que tenga conocimiento de los hechos y se interesará por la evolución a lo largo de todo el proceso.
Pasos:
– Si la revelación es de un abuso sexual: Anotar la información revelada. Informar a los padres (si no están implicados), informar de la obligación de ellos y propia de poner en conocimiento de la autoridad, bien sea la Fiscalía, Policía Nacional o Guardia Civil, Protección a la Infancia de la JCyL o Juzgado de Instrucción de Guardia. Si se refiere al ámbito eclesial, además, información al SAVA.
– Si la revelación es de violencia física: Anotar la información revelada. Informar a los padres (si no están implicados), informar de la obligación de ellos y propia de poner en conocimiento de la autoridad bien sea la Fiscalía, Policía Nacional o Guardia Civil, Protección a la Infancia de la JCyL o Juzgado de Instrucción de Guardia.
– Si la revelación es de negligencia: Anotar la información revelada. Informar a los padres (si no están implicados), informar de la obligación de ellos y propia de poner en conocimiento de la autoridad, especialmente de Protección a la Infancia de la JCyL.
Si el que revela es un adulto
Si un adulto revela un abuso padecido por él mismo, siendo persona menor de edad o siendo adulto, se informará a la víctima de la conveniencia de denunciar ella misma y de la obligación nuestra de hacerlo ante la Fiscalía, la Policía Nacional o Guardia Civil. Si los hechos se refieren al ámbito eclesial, además, denuncia en SAVA.
- Por revelación de un tercero.
En caso de que el informante sea persona menor de edad, recopilar información, informar a padres de la persona menor de edad y padres de la posible víctima (si no están implicados), explicar obligación de ellos y la nuestra propia de denunciar ante la Fiscalía, la Policía Nacional o Guardia Civil o Juzgado de Instrucción de Guardia. Si se refiere a ámbito eclesial, además, denuncia en SAVA.
3.- Propuesta de implantación del proyecto.
- A) CRONOGRAMA: por concretar en fechas, aunque debería abordarse en paralelo la formación a nuestros seminaristas y sacerdotes junto a la de nuestros agentes de pastoral, etc…. Desde una mirada interna y externa para dar una respuesta interna y externa (misionera).
- B) COMUNICACIÓN INTERNA Y EXTERNA
Por los medios y soportes habituales deberá efectuarse una comunicación interna del proyecto (incluida la Conferencia Episcopal) y en paralelo desarrollar la comunicación externa del mismo.
- Página web de la CEE
- Página web diocesana
- Artículo en la revista diocesana Iglesia en Valladolid
- Presentaciones en distintas reuniones.
Para la comunicación externa sugerimos la convocatoria de una rueda de prensa de cara a resaltar la importancia del compromiso que adquirimos como Iglesia misionera sensible a esta realidad y que en este momento despliega un proyecto de formación y sensibilización a los miembros de nuestras comunidades y realidades eclesiales.
Apéndice 1
Nota sobre el Programa de Educación Afectiva y Sexual Aprendamos a Amar
Dirigido y coordinado por Dª Nieves González Rico en colaboración con autores y entidades de reconocido prestigio que desarrollan su actividad docente en este ámbito del saber, sus contenidos cuentan con la debida licencia eclesiástica (Nihil Obstat) que asegura su fidelidad a la propuesta de la Iglesia Católica desde el punto de vista moral y doctrinal.
En palabras del ahora arzobispo de Valladolid, D. Luis Javier Argüello García, con ocasión del prólogo de la publicación de este programa para la edición de 5-10 años: “APRENDAMOS A AMAR nos hace caer en la cuenta del don inmenso que nos constituye: somos amor y fruto del amor. Pero este don se descifra como llamada y, para poder responder, es preciso “iniciarse”, aprender.
La sexualidad es un don que se recibe con la propia vida y ha de educarse, como el resto de nuestro ser, desde la infancia. Ya el Concilio Vaticano II hablaba de «una positiva y prudente educación sexual» que llegue a los niños y adolescentes «conforme avanza su edad» y «teniendo en cuenta el progreso de la psicología, la pedagogía y la didáctica». El papa Francisco en la Exhortación apostólica Amoris laetitia insiste en esta propuesta y la sitúa en el contexto de la educación para el amor.
Agradecemos la publicación de estos materiales (…) sobre todo como proyecto formativo de personas y acompañamiento cercano a padres, profesores y catequistas, que están haciendo posible el desarrollo adecuado del gran don que el Señor nos ofrece con el don de la vida: a su imagen y semejanza somos amor y capaces de aprender a amar”.[1]
¿Por qué Aprendamos a Amar? Partiendo de una concepción de la persona como ser bio-psico-socio-espiritual, el amor es su vocación universal: alcanza a toda la persona y a todas las personas.
La sexualidad (como dimensión de la persona) y el cuerpo (como la persona en su visibilidad) participan de esta totalidad, están transidos de un «sentido esponsal». Por eso el único marco posible de una educación afectiva y sexual verdadera es la educación para el amor, ya que es el amor el que explica la sexualidad, y no al revés.
El proyecto se dirige a los padres como primeros y fundamentales educadores (si bien no los únicos), y también a los centros educativos, universidades, parroquias, seminarios diocesanos, deseando que encuentren en él una ayuda para la urgente tarea de educar en el amor. Ofrece publicaciones y cursos de formación reconocidos con titulación propia por la UFV, que se ofrecen tanto en la modalidad presencial como adaptada al medio on-line. Esta formación desea aportar conocimientos y competencias, pero sobre todo compartir experiencias entre los participantes para educar la sexualidad desde la belleza de una perspectiva nueva y verdadera que responda a los deseos más hondos del corazón humano. El proyecto ofrece asesoramiento para la programación, implementación y seguimiento del programa a las entidades interesadas, bajo la figura del llamado Centro Acreditado Aprendamos a Amar.
APÉNDICE 2
La espiritualidad y la madurez moral como prevención en origen contra los abusos.
“Quien aprende a decir «gracias» como lo hizo Cristo en la cruz, podrá ser un mártir, pero nunca será un torturador.” Juan Pablo II, Mane Nobiscum Domine
PERSONAS ÍNTEGRAS Y CON ESPIRITUALIDAD Y MORAL ENRAIZADAS EN CRISTO.
Hoy en día no se puede dar por supuesta la integridad moral de todos los responsables de las comunidades eclesiales y religiosas.
Tampoco es aceptable seguir creyendo que la gracia de Dios va a mantener y renovar los comportamientos morales de los ministros y demás responsables, en casos de deficiencias y anomalías graves o gravísimas, sin que la persona particular las trabaje. Eso supone una concepción angelical no apta para la vida de este mundo.
A modo de pinceladas necesarias:
PERSONALIDAD ARMÓNICA: En la base de la vocación cristiana con todas sus concreciones espirituales o carismáticas subyace la necesidad de que la persona en cuestión crezca como tal, arraiguen en ella las virtudes humanas más fundamentales, entre ellas las cardinales, y llegue a un grado armónico y equilibrado de una integridad ética o moral.
LA LLAMADA DE DIOS: Sobre ese fundamento humano aparece la llamada de Dios con sus exigencias sobrenaturales, que enriquece y perfecciona a la persona, le marca con un destino y finalidad en su vida y le capacita con su gracia para ser y actuar como cristiano y a la vez para desarrollar y llevar a cabo su misión más concreta, en virtud de la vocación específica recibida, ya sea dentro del matrimonio, del orden sacerdotal, de la vida consagrada, del laicado comprometido o de otras formas características que el Espíritu Santo promueve.
FORMACIÓN de la CONCIENCIA: Para poder llevar a cabo todo este proyecto de vida humana y sobrenatural, la persona ha de crecer en madurez, en profundidad y generosidad, apartando los fines no rectos y los medios inadecuados. Esto requiere una libertad que se desenvuelve en la verdad, requiriendo la lucha y el esfuerzo personal, la necesidad de estar constantemente en formación, así como estar permanentemente cotejando su ser y actuar con el del modelo único que es Jesucristo.
En ese sentido están, como alimentando constantemente su ser y actuar, las virtudes teologales, además de la formación de la conciencia moral, tesoro y sagrario de la voz de Dios y del juicio de la reflexión moral.
La GRACIA DE DIOS: Y como pilar primero, la gracia de Dios, que ilumina y esclarece el entendimiento y a la vez, sana y fortalece la voluntad, confiriendo al corazón entregado los mismos sentimientos de Cristo, único Redentor de la humanidad caída. Como canal de la gracia aparecen los recursos y medios depositados en la Iglesia, entre los que destacan los sacramentos y el acompañamiento espiritual.
Recordamos así que la gracia no destruye la naturaleza, sino que la sana y eleva, y la capacita para emplearse de verdad y en plenitud a la misión recibida por la vocación y a alejar cualquier pensamiento o acción que le sea contraria.
La integridad de la persona y del cristiano
Una persona se define íntegra cuando es recta, fiel, proba e intachable.
La exigencia de la integridad aparece en la Escritura en narraciones e historias, en la vida de los modelos tanto judíos como cristianos. Se dice que san José era ‘justo’, lo que es semejante a decir que era íntegro.
La integridad conlleva la honestidad y la autenticidad y se manifiesta en la unificación de la persona:
– Lo que se es y lo que hace
– La forma de pensar y de actuar
– La veracidad intelectual y la excelencia moral, signos de la salud ética.
La integridad de vida supone que en el cristiano que ha descubierto la llamada del Padre, el seguimiento de Cristo y la vida en el Espíritu, no existen actitudes contrarias a dicha opción. La ausencia de integridad implica la falta de algún elemento esencial a la vocación cristiana, la presencia de intereses espurios de modo constante en la vida del fiel cristiano, que chocan frontalmente con una opción que al final no parece ser auténtica.
La vocación cristiana y la espiritualidad específica
Jesús de Nazaret es el modelo en torno al cual gira el auténtico testimonio de una vida humana llevada a plenitud por la respuesta de amor obediente al Padre. Es el modelo auténtico que sintetiza la dimensión divina con la entrega de la vida humana en beneficio de los demás. Un beneficio inalcanzable desde el momento que es redentor, pero imitable en el esquema de dar la vida por los otros.
Todos los cristianos están llamados a seguir ese modelo en su ser y actuar, en su vida y en el significado de su existencia.
“Incorporados a Cristo por el bautismo (cf Rm 6, 5), los cristianos están “muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús” (Rm 6, 11), participando así en la vida del Resucitado (cf Col 2, 12). Siguiendo a Cristo y en unión con él (cf Jn 15, 5), los cristianos pueden ser “imitadores de Dios, como hijos queridos y vivir en el amor” (Ef 5, 1), conformando sus pensamientos, sus palabras y sus acciones con “los sentimientos que tuvo Cristo” (Flp 2, 5) y siguiendo sus ejemplos” (CIC 1694)
Para ello, el cristiano percibe posteriormente a través del impulso del Espíritu Santo en la oración, en los demás y en los acontecimientos ordinarios, la llamada más específica de su vocación, que se irá esclareciendo y haciendo más nítida a través del tiempo, de la autoridad eclesial, del consejo o de los sacramentos.
“Para alcanzar esta perfección, los creyentes han de emplear sus fuerzas, según la medida del don de Cristo, para entregarse totalmente a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. Lo harán siguiendo las huellas de Cristo, haciéndose conformes a su imagen, y siendo obedientes en todo a la voluntad del Padre. De esta manera, la santidad del Pueblo de Dios producirá frutos abundantes, como lo muestra claramente en la historia de la Iglesia la vida de los santos” (LG 40).
La fractura del corazón humano y el pecado.
Las palabras hombre caído y hombre redimido, pecado y gracia, no pueden ni deben faltar en este anexo. Cuando ese hombre caído comete un pecado contra otro, no es sólo una transgresión de la ley, un delito merecedor de castigo o restauración es un daño a la propia víctima, una herida a quien lo comete y una ofensa a Dios.
Han de activarse todos los medios humanos a nuestro alcance para evitar más, restaurar, curar y pagar el daño cometido, también para dejar actuar la gracia de Dios que pueda penetrar en victimario y víctima. En el primero para que humildemente perciba con nitidez su pecado y delito, los acepte y se ponga a disposición de la justicia humana y divina y también de la misericordia de Dios y de la persona herida, y en la segunda, la víctima, para que no sólo haya venganza o reclamación de justicia, sino también perdón, único camino para devolver al corazón la paz perdida por la ofensa y la violencia.
PARA RESTAURAR EN RAÍZ
– La auténtica conversión del victimario: Los victimarios también encuentran la solución en la conversión verdadera que lleva a un cambio real y profundo de vida que se manifiesta públicamente. La restauración que conlleva un converso es en raíz y ha de contar necesariamente con la gracia de Dios.
– La penitencia en todas las dimensiones de la persona con la satisfacción debida: No es un mero castigo penal o receta psicológica, sino “una reorientación radical de toda la vida, un retorno, una conversión a Dios con todo nuestro corazón, una ruptura con el pecado, una aversión del mal, con repugnancia hacia las malas acciones que hemos cometido”. (CIC 1431). Ayudado por la Iglesia y el acompañamiento personal, el victimario puede llegar a encontrar nuevamente a Dios y su propia dignidad.
PARA NO LLEGAR NUNCA A SER VICTIMARIO
⁃ Formar PERSONAS SEGURAS: No sólo cuidar los espacios para que sean seguros y contar con personal sin antecedentes. Para ello formar desde pequeños en las virtudes humanas y cristianas, sabiendo que hay conductas de riesgo que incluyen vicios y actitudes tóxicas o pecaminosas. Acompañando espiritualmente y educando en una vida sacramental estaremos poniendo las bases de una sana personalidad y de un cristiano íntegro.
⁃ Formar HIJOS DE DIOS QUE VEAN HIJOS DE DIOS: Hacia una vida moral verdadera, bella y buena. Quien ama como Cristo no podrá nunca hacer daño. Su propia vida de hijo de Dios facilitará una mirada y trato al otro como hijo de Dios.
⁃ Ayuda SACRAMENTAL y de la gracia: No podemos con las solas fuerzas humanas. De ahí la importancia de la confesión y la sinceridad como armas poderosas.
⁃ El ACOMPAÑAMIENTO espiritual: Contamos con los demás miembros de la Iglesia para ver mejor y objetivamente los posibles desvíos de la conducta que pueden terminar siendo actos o pecados con daños gravísimos a los demás, a la sociedad y a la propia Iglesia.
APÉNDICE 3
El encuentro, la misericordia y la restauración.
En el ámbito de la justicia civil ha surgido en las últimas décadas una propuesta alternativa o complementaria de la justicia punitiva. Se trata de la justicia restaurativa —también conocida como reparadora, compasiva o mediación— que nace como una mejora a la hora de hacer justicia, centrada en las víctimas y en la reparación del daño causado a las mismas, así como a la propia sociedad (familiares de la víctima, victimario, barrios, etc.).
La justicia restaurativa supone una alternativa a la justicia punitiva, aquella que emplea las leyes como una mera forma de imponer castigos para resolver el conflicto, apostando por sistemas como la mediación a través del diálogo para reparar el daño ocasionado a la víctima. Por tanto, no tiene como fin único el castigo al autor o autores responsables del delito, sino que pretende que los causantes del problema asuman su responsabilidad y tomen conciencia del daño hecho, para que así intenten compensar a la víctima, reconociéndola como tal. Su objetivo máximo es la reintegración de la víctima y del infractor en la comunidad.
Pretende alcanzar la reparación de todas las partes afectadas por el delito, de la víctima y del infractor, englobando a sus familiares y allegados. Estas personas también necesitan superar el delito, el trauma que les supone, y los sentimientos de vergüenza y/o culpa. El delito separa al infractor y a la víctima de la sociedad, y también afecta al entorno de ambos, por eso se necesita la implicación y participación de todos los afectados para recomponer y reparar el daño, tanto personal como socialmente.
Algunos de los fines de la justicia punitiva son la rehabilitación y reinserción social, por eso se considera que la mejor forma de fomentar esta reinserción es a través de la responsabilidad, el perdón y la reparación que la justicia restaurativa ofrece. La justicia restaurativa promueve que el infractor decida sobre sus actos y determina los pasos a dar para reparar el daño. También, que el mismo causante del daño pueda aliviar el suyo y alcanzar el perdón, si humilde y verdaderamente lo solicita
Entre las formas más comunes de aplicación figuran:
Encuentros con el infractor y con la víctima.
El infractor ha de reconocer el hecho, comprender el mal realizado y buscar el perdón y reconciliación con la víctima. Informada de ello, la víctima puede valorar, la oportunidad de perdonar y reconciliarse con el autor del delito.
El proceso de aproximación entre ambos es muchas veces difícil. Se pueden realizar los primeros acercamientos mediante medios directos o indirectos, – a veces la ley impone el alejamiento–, pero el objetivo final, de prosperar esos primeros pasos, es que pueda llevarse a cabo el encuentro cara a cara entre los mismos.
Círculo de confianza
Consiste en abordar y gestionar el conflicto con la víctima, el infractor y el círculo de confianza de ambas partes, como son la familia o allegados.
Círculos restaurativos
En ellos, además de los actores citados anteriormente, participan agentes sociales que puedan aportar su visión del caso desde otra perspectiva, con el objetivo de ayudar a gestionar de forma más eficiente los pasos a dar, de tal manera que de resultar estos positivos, pueda lograrse el encuentro final entre víctima y agresor.
La justicia restaurativa busca adaptar el proceso a cada caso y pone en el centro a la víctima —teniendo en cuenta sus necesidades—, y también a cada infractor, y su capacidad para responsabilizarse de sus actos.
Si esto se está produciendo en el ámbito civil, con mayor motivo la Iglesia ha de propiciar la búsqueda de la reparación más plena del daño causado por el delito, fundamentalmente a la víctima, pero también al infractor o victimario, al que su comportamiento delictivo y pecaminoso asimismo daña.
La Iglesia es signo e instrumento del perdón y la sanación de Jesucristo en medio del mundo. Por ello, nuestro proyecto “Somos luz en misión” quiere ensayar este camino desde la MISERICORDIA, categoría central de la vida cristiana. La misericordia reúne “verdad, justicia y perdón”. No se trata de ofrecer un perdón barato, que niegue la realidad del pecado-delito y sus consecuencias. Se trata de proponer un camino que facilite el reconocimiento de los hechos en toda su verdad y también el encuentro, y que genere, con el ritmo que sea prudente, un ambiente de perdón que permita ahondar en esa verdad, dar pasos mayores de reparación que el mero cumplimiento de una sanción penal y, si Dios lo quiere, llegar a la reconciliación.
Esta propuesta, con fuertes resonancias pascuales, de muerte y resurrección, es genuinamente evangélica, y un proyecto eclesial no puede renunciar a ella. Para llevarla a cabo se necesitará recurrir a personas con capacitación para esta experiencia, pero son indispensables los recursos auténticamente eclesiales: la fuerza de la oración y de la gracia sacramental, el apoyo de la comunidad directamente afectada, el acompañamiento espiritual y las practicas penitenciales que el victimario ha de acoger como expresión de su dolor y su propósito de poner los medios necesarios para una adecuada reintegración a la vida comunitaria y social.
[1] N. GONZÁLEZ RICO Y OTROS, Aprendamos A Amar. Proyecto de educación afectivo sexual para 5-10 años, Editorial CEPE, Madrid 2017