San Simón de Rojas (II). Artistay teólogo desde Roma “La chica”
19 julio, 2017Bienaventurados – Santos Vallisoletanos. Serie de Artículos de Javier Burrieza
San Simón de Rojas, fraile trinitario, n. Valladolid, 1552 + Madrid, 1624; b. 1766, c. 3.VII. 1988.
El noviciado en la orden de la Trinidad de este joven vallisoletano llamado Simón de Rojas fue anómalo, según lo define su más reciente biógrafo Pedro Aliaga. La profesión religiosa la emitió el mismo día que cumplía veinte años, después de haberse formado junto al maestro de novicios fray Bernardo de la Cruz. Entonces se hablaba de “Fray Simón Ruiz de Rojas”. Eran tiempos complicados para la orden, pues Felipe II quería reformarla por la fuerza y en 1571 se habría de producir la visita del comisario apostólico fray Diego de Orozco. Incluso, en aquella casa estuvo preso el prior de los carmelitas de Valladolid, fray Ambrosio de Castro, debido a sus afanes reformistas. La madre Teresa de Jesús también estaba en plena “fiebre” fundadora. Tras realizar la profesión, fray Simón sería enviado a Salamanca para estudiar en su Universidad. Distintos testimonios afirman que en el camino, cuando se detuvo en el convento y santuario de Nuestra Señora de las Virtudes de Paradinas de San Juan (Salamanca), se curó instantáneamente de su tartamudez, llegando a la ciudad del Tormes a finales de 1572.
En la “pequeña Roma” o “Roma la Chica” se había establecido el colegio de la Santísima Trinidad. Era uno de los once establecimientos de órdenes religiosas agregados a la Universidad, desde el cual aparecía Simón de Rojas en su matrícula entre 1573 a 1575 como estudiante de artes y, más tarde, entre 1576 a 1579 en la facultad de teología. Se producían las habituales controversias de los regulares por su asistencia a las aulas o por impartir las disciplinas en sus propios colegios-conventos. Fueron años en los que Simón de Rojas pudo escuchar a los grandes maestros de la escuela de Salamanca como Bartolomé de Medina o Domingo Báñez, conociendo el célebre regreso de fray Luis de León tras el proceso inquisitorial al que se le sometió en Valladolid. Así, se ha considerado que alumnos como el trinitario vallisoletano se formó entre la tradición y la innovación.
Su ordenación sacerdotal se produjo en aquella misma Salamanca el 21 de septiembre de 1577, demostrando ya sus conocimientos en el acto académico organizado por el convento trinitario de Arévalo, presidido por el ministro general que entonces estaba visitando España.
Una vez que se había matriculado en cuarto de teología, el Capítulo provincial de Castilla le nombraba lector de artes del convento de la Santísima Trinidad de Toledo, una casa de estudios para los frailes de esta demarcación. Muy probablemente, la obediencia le impidió concluir su trayectoria universitaria, como se prueba cuando obtuvo el bachiller en teología por la Universidad de Valladolid seis años después (en 1586). Los sucesivos capítulos provinciales fueron renovando sus nombramientos como lector de artes y, después, de teología. En 1586, el capítulo de Talavera le otorgaba el título de “presentado”, vinculado al religioso teólogo que tras haber ejercido el oficio de lector, estaba en trámites de recibir el de maestro. “El señor doctor Gregorio de Córdova, Catredatico de durando y rector de este estudio y universidad [de Valladolid] dio el grado de bachiller en teología al Rdo. Padre Fray Simón de Rojas, presbítero professo de la orden de la Santísima Trinidad”. Entre los testigos de aquel acto se encontraba el catedrático de vísperas de Teología de esta Universidad, Francisco de Sobrino, futuro obispo de la diócesis vallisoletana y al que tuvo oportunidad de suceder en la mitra fray Simón de Rojas, si el trinitario no la hubiese rechazado. Restará todavía mucho para que suceda todo ello.
De esta manera, el trinitario se convertía en un hombre de docencia para con los artistas y teólogos, es decir, estudiantes de artes y teología, con dos lecciones diarias y una conferencia, conociendo como alumnos y profesores a los más ilustres miembros de la orden de la Trinidad en aquellos momentos en Castilla y en su proyección hacia América. Incluso, en 1580-1581 pudo encontrarse con un novicio nacido en Almodóvar del Campo en 1561, fray Juan García Rico, que había solicitado su mismo hábito en Toledo y que con el tiempo habría de ser el fundador de los trinitarios descalzos: me refiero a san Juan Bautista de la Concepción. Fray Simón también es un predicador requerido y un confesor habitual en el templo de su religión en Toledo. Participó de las cátedras en la Universidad de la capital imperial, centro creado por una bula del papa León X en 1520 a partir de la estructura del colegio de Santa Catalina. Una universidad de las consideradas menores, con no demasiados recursos económicos y alumnos. El trienio que debía concluir en 1588 no lo pudo hacer en su oficio de lector fray Simón pues, estando en Toledo, fue elegido ministro del convento de la Trinidad de Cuéllar. A ocupar este puesto le tuvo que obligar el ministro provincial ante la negativa del vallisoletano, actitud frecuente en él cuando tenía que aceptar un cargo de gobierno, en el que trató de permanecer el menor tiempo posible.