Marcos Rebollo: Un nuevo sacerdote para la diócesis de Valladolid
5 junio, 2022Has sido elegido por Nuestro Señor Jesucristo. Has dicho sí a Dios. La Iglesia te ha elegido y ahora te confía la misión, a través de la cual, diariamente, vas a realizar la vocación a la que el Señor te ha llamado, porque el Señor nunca deja de llamarnos”. El cardenal arzobispo de Valladolid, don Ricardo Blázquez, ordenó el domingo, 5 de junio, a un nuevo sacerdote vallisoletano, Marcos Rebollo, de 26 años. Un domingo de Pentecostés particularmente significativo, ya que la vocación sacerdotal es obra del Espíritu Santo.
En la bella y emotiva ceremonia acompañada por el Coro Diocesano Joven, que se prolongó cerca de dos horas, don Ricardo estuvo acompañado por su obispo auxiliar, don Luis Argüello, y estuvieron presentes además de los familiares del neopresbítero (la madre y hermanos, entre ellos), amigos, compañeros del Seminario y fieles en general, gran parte de los presbíteros de la Diócesis.
Entre la lectura del Evangelio y la homilía de nuestro prelado se procedió a la presentación del todavía diácono por parte del rector del Seminario, Fernando Bogónez, y ya, tras la prédica de don Ricardo, comenzó el rito de ordenación propiamente dicho.
En el trascurso de su homilía, don Ricardo Blázquez recordó a Marcos Rebollo que, al igual que el Espíritu Santo se derramó sobre los apóstoles en oración, “también hoy, en tu ordenación presbiteral, tiene una participación fundamental, ya que con su unción te va a conformar sacramentalmente con Jesucristo”. Tras enumerar los diversos “tramos” por los que discurre la vocación del presbítero, que comienza siempre en forma de interrogante, nuestro prelado dio gracias al Señor por la respuesta del todavía diácono y le exhortó: “Imita lo que hoy conmemoramos y cumple en tu vida el Misterio de la Cruz del Señor”.
“Hoy -enfatizó- tú vas a ser sacramentalmente configurado con nuestro Señor Jesucristo maestro, sacerdote y pastor ” (…) “Tú vas a poder decir, en su nombre ‘este es mi cuerpo que se entrega por vosotros’ “(…)“Tú vas a poder decir también ‘yo te absuelvo de tus pecados’ (…) “Tú vas a ser enviado a predicar y a curar tantas necesidades”(…)”Tú vas a poder decir, siguiendo sus pasos, ‘aquí estoy para serviros’”.
Como es habitual, tras la homilía, el rito de ordenación continuó con las promesas presbiterales, con las que se examinó al candidato sobre su disposición respecto al ministerio y a la obediencia al obispo, y con las letanías de los santos, cantadas por el sacerdote Francisco Casas, momento en el que el diácono se postró como signo de la humildad y pequeñez del hombre ante Dios.
A continuación se rezó la plegaria de ordenación específica en la que se pidió a Dios “la efusión del Espíritu Santo y de sus dones”, a la que siguió la imposición de las manos de los obispos y de los presbíteros sobre la cabeza de Marcos Rebollo. Concluida dicha plegaria, los sacerdotes Jesús Fernández Lubiano (director espiritual del Seminario Diocesano) y Francisco Contreras, de la Prelatura del Opus Dei, ayudaron al recién ordenado a colocarse la estola al estilo presbiteral y le vistieron con la casulla.
Santo Crisma
El rito concluyó con la unción con el Santo Crisma en las manos del neopresbítero como signo de la unción especial del Espíritu Santo, y la entrega del cáliz con el vino y de la patena con el pan.
Tras el abrazo de acogida del obispo y de algunos de los hermanos presentes, el neopresbítero concelebró durante el resto de la Eucaristía ya como sacerdote e inició un nuevo camino –presidir el culto, guiar a la comunidad cristiana y anunciar la palabra de Dios– en un principio en la comarca de Peñafiel, donde lleva ya meses prestando sus servicios pastorales como diácono. Oficiará la Eucaristía, administrará los sacramentos y desempeñará con sus fieles las labores pastorales que le sean reclamadas por el actual arzobispo y sus sucesores.
Su ‘cantamisa’ tendrá lugar el sábado, 18 de junio, a las 12:00 horas en la Vera Cruz, hermandad de la que es cofrade.
Luz de Dios
“Tenía el tema de la vocación aparcado por miedo -decía Marcos Rebollo días antes de ser ordenado- pero el verano anterior a comenzar la carrera, el Señor me tocó el corazón; tuve un encuentro personal muy fuerte con Él y me hizo cambiar de planes”.
Aunque reconocía momentos de dificultad en estos ocho años de camino recorridos, tanto en el Seminario como familiares, “la duda de la vocación -enfatizaba- nunca la he tenido. El Señor me ha ido siempre sosteniendo”.
“El don del sacerdocio es tan grande -apostillaba-, que me siento indigno, aunque muy emocionado. Ser luz de Dios en medio del mundo es algo muy grande y muy bonito”.