Ayer tarde llegó a la diócesis de Valladolid la Cruz de Lampedusa que, tras ser recibida en la catedral por el obispo auxiliar, don Luis Argüello, inició un periplo por colegios, parroquias, conventos y calles de capital y provincia que conluirá el próximo día 22, cuando nuestro arzobispo, don Ricardo Blázquez, la despida desde el convento de Santa Clara.
Invitada por la Delegación de Migraciones, con la colaboración de las asociaciones Encuentro y Solidaridad y Red Íncola, y la participación de la Adoración Eucarística Perpetua, la cruz hecha con los restos de pateras naufragadas en el Mediterráneo y bendecidas por el papa Francisco en abril del 2014, hizo así un nuevo alto en su travesía infinita para sensibilizar a la sociedad vallisoletana sobre esta “realidad sangrante”.
Don Luis Argüello nos invitó en la seo -en ese “encuentro entre la cruz de la vergüenza y cruz gloriosa, la luz del sacrificio de nuestro Señor, que nos llena también de luz para que podamos reflexionar”- a situarnos ante ella “con un silencio orante, con una reflexión lúcida y con una disposibilidad del corazón para escuchar la llamada del Señor”.
“No se trata solo de migrantes- apostilló nuestro pastor- se trata de nuestros miedos, se trata de nuestra humanidad, se trata de nuestra caridad, de la construcción de la ciudad de dios en medio de la de los hombres”.
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