La comunidad ignaciana de Valladolid celebra hoy el día de San Ignacio de Loyola
31 julio, 2020La comunidad ignaciana de Valladolid se reune hoy en la iglesia del Corazón de Jesús para celebrar el día de san Ignacio. Los jesuitas y laicos de la PAL de Valladolid -CVX, colegio San José, Cristo Rey, Red Incola, Entreculturas, Come Sano, INEA y Grupo de Comunicación Loyola- celebraron en compañía de representantes de la diócesis la fiesta grande. Esta que revive el sentido primero de la Compañía de Jesús infundido por su modelo e inspirador de esperanza, san Ignacio de Loyola. Una eucaristía de acción de gracias por la lógica del evangelio heredada de él. Enamorado de Jesús, se entregó en vida a “alabar, hacer reverencia y servir a Dios” y su ejemplo es hoy, 500 años después, la inspiración de muchas vidas. “Que nuestro modo de proceder sea siempre en todo amar y servir”, rezaba una de las peticiones.
Es la fiesta de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, conocida como los jesuitas, orden que desempeñó un importante papel en la contrarreforma. El santo maestro de los discernimientos de espíritu es además patrono de los ejercicios espirituales, de los retiros y de los soldados.
El proceso de conversión de San Ignacio se inició al leer el libro “Vida de Cristo”, así como “Flos sanctórum”. Al reflexionar sobre estas lecturas y la vida de los santos se cuestionaba a sí mismo: “¿Y si yo hiciera lo mismo que San Francisco o que Santo Domingo?”.
San Juan Pablo II señalaba que “Ignacio supo obedecer cuando, en pleno restablecimiento de sus heridas, la voz de Dios resonó con fuerza en su corazón. Fue sensible a la inspiración del Espíritu Santo”.
“Ad Maiorem Dei Gloriam”, que quiere decir en latín “Para mayor gloria de Dios” era el lema con que más se le identifica al santo, así como “Ruégale a Dios por todos los que como tú deseamos extender el Reino de Cristo, y hacer amar más a nuestro Divino Salvador”.
Una de las grandes obras dejadas por San Ignacio es el libro “Ejercicios espirituales”. El Papa Pío XI indicó en una oportunidad que el método ignaciano de oración “guía al hombre por el camino de la propia abnegación y del dominio de los malos hábitos a las más altas cumbres de la contemplación y el amor divino”.
El Papa Francisco, el primer Pontífice jesuita en la historia de la Iglesia, al celebrar la fiesta de su fundador en el 2013 reflexionó y recordó a sus hermanos de la Compañía el lema que los identifica “Iesus Hominum Salvator”, que los llama a tener siempre como centro a Cristo y a la Iglesia, a quienes deben servir.
San Ignacio falleció el 31 de julio de 1556. Paulo V lo beatificó en 1609 y fue canonizado por Gregorio XV en 1622. En la ciudad de Roma (Italia) se veneran los restos del santo en la Iglesia del Gesù.