La batuta de Goyo Casado eleva por Adviento el canto de oración de 250 corazones en ‘Lux Dei Adventus’
2 diciembre, 2024“Para gloria de Dios” y “bien de la Iglesia” se echó al hombro Goyo Casado no a una “oveja perdida”, como entonó el coro, primero, recogiendo la suave melodía del viento madera en ‘Pastor y Pasto’, sino a todo un rebaño —en la segunda acepción que le otorga la RAE— de 250 personas entre coralistas e instrumentistas que, bajo la dirección musical y espiritual del sacerdote de la Archidiócesis de Valladolid, elevaron un canto de oración con un rotundo “¡Ven!” el pasado 1 de diciembre, primer domingo de Adviento, desde el Centro Cultural Miguel Delibes.
‘Lux Dei Adventus’, la segunda entrega de ‘Lux Dei’, volvió a agotar entradas para marcar el comienzo de un nuevo año litúrgico en la Iglesia. Y marcó también el ritmo de una agenda cultural, como es la vallisoletana, que se abrió a “la luz que disipa las tinieblas”, como recordó el Arzobispo de Valladolid, don Luis Argüello, antes de que un público entregado fuera testigo del efecto multiplicador de la Fe cuando se evangeliza por la vía de la belleza y del asombro que produce ver sobre un mismo escenario a laicos y religiosas, adultos y jóvenes. Todos ellos, dando testimonio de esperanza y renovando con su entrega el sentido del “sí” de María, que presidió en su advocación de ‘Santa María de la Paz’, obra de Javier Viver, las cerca de dos horas de este espectáculo inmersivo.
El repertorio, con 11 piezas compuestas en su mayoría por el propio Casado, apenas experimentó variaciones desde su estreno en pleno Año Jubilar del Corazón de Jesús. Sin embargo, la madurez de las obras sí se hizo presente en nuevos arreglos y voces para adaptarse a un coro dos veces más grande que el que las interpretó en el mes de febrero. Quiso volver a contar el presbítero vallisoletano con dos compositores amigos: Marco Frisina y su ‘Aprite le porte’, y el universitario Víctor Esteban, al que aplaudió el auditorio tras escuchar ‘Cor Iesu’.
Precisamente, no faltaron las menciones al Corazón de Jesús a las puertas de un Año Santo que invita a los cristianos a ser peregrinos de su esperanza. En la ciudad en la que le reveló al beato Bernardo Francisco de Hoyos que reinaría “con más veneración que en otras partes”, como también se recordó, se quiso hacer también un guiño a la exposición que acoge hasta marzo de 2025 la Catedral de Valladolid, ‘Gregorio Fernández y Martínez Montañés: el arte nuevo de hacer imágenes’, por medio de una escultura del Niño Jesús —de la Escuela Castellana en la que se encumbró Fernández— trasladada al auditorio vallisoletano desde Medina de Rioseco. Otro gesto de comunión. En este caso, entre capital y provincia.
A medida que avanzaba el programa, el auditorio se impregnaba cada vez más de una atmósfera particular. La música sinfónica-coral, invitando a una reflexión espiritual. Los juegos de luces, con un potencial aún por explorar, que en ‘Oh, noche’ lograron convertir el techo de madera en un cielo estrellado. Y la batuta de un emocionado y agradecido Casado, que más que dirigir la ejecución de unos compases parecía estar dirigiendo la oración de 250 corazones a la Virgen en pleno camino hacia un nuevo tiempo que, inexorablemente, pasa por Belén.
Se había anunciado como un espectáculo inmersivo e inmersos del todo en la obra se vieron los espectadores cuando Casado se giró para dirigir al auditorio en la melodía más navideña que resonó durante el concierto, el clásico ‘Noche de Paz’ con arreglo orquestal para 40 músicos y 210 coralistas.
“Impresionante” fue el comentario generalizado al finalizar el estreno de ‘Lux Dei Adventus’, al que acudieron, además del Arzobispo de Valladolid, don Luis Argüello, el obispo de Palencia, monseñor Mikel Garciandía, el de Ciudad Rodrigo y Salamanca, monseñor José Luis Retana, y representantes del Ayuntamiento y la Diputación Provincial de Valladolid, entre otras autoridades civiles y religiosas.
Con ‘Lux Dei Adventus’, en cuya promoción se involucró el Secretariado de Cultura del Arzobispado de Valladolid, se hizo realidad la tesis de San Juan Pablo II, que citó el director del Secretariado, Carlos Polanco: “Una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida”.
De lo que no cabe ninguna duda es que el pasado 1 de diciembre Valladolid asistió a la consagración de una marca, de un proyecto propio que desde Valladolid ambiciona con exportarse, tal vez, a las vecinas comunidades de Madrid y Castilla-La Mancha o a las otras tres provincias de Castilla y León que estuvieron representadas en el Centro Cultural Miguel Delibes.