Rodrigo Martínez
Los jóvenes cristianos de todo el mundo hemos vivido este verano una experiencia fantástica en la JMJ de Lisboa. Os voy a contar en unas pocas líneas como ha sido esta experiencia para los que no habéis tenido la oportunidad de venir.
El día 25 de julio fuimos enviados desde la Catedral por nuestro obispo, don Luis.
El día 26 salimos desde la Feria de Muestras hacia Aveiro, ahí nos iban a acoger durante los días en las diócesis. Yo iba en el autobús 1, que tenía por destino Fermentelos, un pueblo de la diócesis de Aveiro. Llegamos a la Iglesia y ahí nos acogieron los voluntarios con carteles de bienvenida y cantando. Nos enseñaron su parroquia y sus locales parroquiales.
Por la noche nos organizaron una fiesta en su banda Marcial donde nos organizaron en las familias que nos iban a acoger.
A la mañana siguiente, el día 27, nos enseñaron su pueblo.
Nos contaron la historia de su Iglesia, nos enseñaron sus museos y nos llevaron a hacer actividades acuáticas a la “Pateira” (su lago).
Durante ese día nos enseñaron distintas realidades de su parroquia, nos enseñaron cómo trabajaba su equipo de Caritas y les pudimos ayudar con distintas labores.
Además disfrutamos de momentos mágicos como cuando fuimos a cantar a los ancianos de su residencia. También pudimos disfrutar de una vigilia en su iglesia.
Por la noche, después de la cena, nos enseñaron sus bailes regionales y sus vestimentas típicas.
El día 28 nos llevaron a Águeda, un municipio conocido por estar decorado por paraguas multicolores. Por la tarde disfrutamos de una fiesta diocesana en Oliveira do Bairro en la que nos encontramos con jóvenes de otras diócesis de España y también con jóvenes de Italia y Alemania.
El día 29 lo empezamos en el Santuario de Nuestra Señora de Vagos, parecía que iba a llover pero por suerte el tiempo acompañó y pudimos ir a la playa. Disfrutamos mucho.
Después fuimos a misa y tuvimos una fiesta en los locales parroquiales. Una fiesta con comida típica y en la que muchas de nuestras familias de acogida nos deleitaron con un concierto. Fermentelos es conocido como Villa de la música. Por la noche fuimos a una fiesta hawaina con los jóvenes voluntarios.
El día 30, pasamos el día en Aveiro. Vimos la ciudad, sus museos e iglesias. Tuvimos la misa de envío junto con los otros jóvenes que estaban en la diócesis, entre ellos los otros jóvenes de Valladolid que estaban en otros municipios de la diócesis de Aveiro. Cenamos con la familia de acogida y aprovechamos a despedirnos de ellos y agradecer todo lo que habían hecho por nosotros.
El día 31 partimos para Lisboa, nos alojamos en un colegio de Estoril, ubicación que nos vino muy bien para ir ese mismo día al encuentro de españoles en los jardines del casino. Nos juntamos los más de 70.000 españoles que íbamos a participar en esta JMJ. Disfrutamos de una eucaristía oficiada por el cardenal Omella, conciertos y muchos encuentros.
El día 1 de agosto tuvimos la mañana libre para hacer turismo por Cascais y por la tarde disfrutamos de la Eucaristía de apertura de la JMJ.
Los días siguientes por las mañanas seguíamos una rutina. Nos despertábamos, desayunábamos y nos aseábamos. Después íbamos a la Iglesia de al lado de nuestro colegio con otros jóvenes de otras diócesis como Cuenca, Santander o Burgos. Ahí teníamos una catequesis a cargo de un obispo y misa.
El día 2 tuvimos el encuentro de jóvenes de Castilla y León, presidido por nuestros obispos y protagonizado por la música de Hakuna Burgos y distintos testimonios. Por la tarde pudimos disfrutar del concierto de Hakuna.
El día 3 disfrutamos de la ceremonia de acogida del Papa Francisco.
Al día siguiente participamos en el Via Crucis también protagonizado por el Papa.
Llegamos al momento culmen de esta experiencia. El día 5 de agosto.
Salimos pronto con el equipaje justo y con un destino claro. El campo de Gracia.
Ahí disfrutamos un millón y medio de jóvenes de la vigilia del día 5 y la misa de envío del día 6, ambas celebradas por el Papa Francisco.
Esta experiencia ha sido una aventura. Con momentos de agobio como el momento de entrar en el campo de Gracia, los viajes en tren y las colas para la comida. Pero también con muchos momentos inolvidables como las eucaristías, los conciertos, los encuentros, los actos de penitencia y todas las personas que hemos conocido. Estamos muy agradecidos con la diócesis por organizar este viaje, nuestro obispo por acompañarnos y con todas las familias de acogida y voluntarios por hacer esto posible.
Ahora lo que nos toca es dar testimonio porque como dice el Papa, no nos podemos quedar esto para nosotros. Este ha sido mi testimonio, seguro que es distinto que el de cualquier otra persona porque cada persona vive esta experiencia de una manera y eso es lo que lo hace especial. Hemos sido testigos de algo muy grande. Cada uno salió buscando distintas cosas pero hemos vuelto encontrando mucho más.
Hemos vuelto alegres, alegres por haber disfrutado de todo, alegres por sabernos amados, alegres por haber conocido tantas personas que han sido Luz en nuestras vidas, alegres por habernos reconciliado a través de los sacramentos, alegres por ver que otro mundo es posible.
Me ha emocionado ver que no estamos solos, una fila eterna de locos que caen de rodillas y mueren de vivos.
Somos muchos, hagamos lío y que ese lío llegue al mundo entero.
El cristiano no puede ser como el no cristiano.
El cristiano tiene que llevar una sonrisa, la sonrisa del resucitado.
El cristiano tiene que cargar con su cruz y con la de los demás.
El cristiano no tiene que preocuparse, porque el de arriba se ocupa de todo.
El cristiano no tiene que tener miedo, porque no camina solo.
Cristo no murió en lo escondido, murió en la cruz, delante de todos.
Hagamos lo mismo nosotros, no hablemos de Él en la intimidad, hablemos de él delante de todos, gritemos al mundo “¡Cristo vive!”
Helena Barrientos
La primera vez que oí hablar de la JMJ fue hace 5 años, cuando en catequesis nos enseñaron videos de la que se había celebrado en Panamá.
Me acuerdo pensar: “yo quiero hacer eso, quiero vivir esa experiencia”.
El año pasado me propusieron la JMJ durante la PEJ. Empezó como una idea lejana, pero gracias a la diocesis de Valladolid y a mi parroquia de Salvador-Santiago se convirtió en un proyecto real.
Dentro de la parroquia nos hemos estado preparando durante todo el curso, en espíritu y actos para esta peregrinación: hemos escuchado al Papa, organizado distintas actividades para recaudar dinero, ayudado a los mayores, etc. Desde aquí me gustaría dar las gracias a Don José, nuestro párroco, por su entusiasmo y apoyo.
La JMJ la he vivido en dos etapas, primero en días de diócesis en Aveiro y más tarde en Lisboa. Las dos etapas han sido experiencias divertidas, enriquecedoras, espirituales y a la vez distintas, y siempre nos quedarán en el recuerdo.
En Aveiro, en mi caso en la parroquia de Oiã, tuvimos la suerte de convivir con una familia portuguesa durante 5 días. Durante ese tiempo hicimos diferentes actividades como: conocer sus iglesias, probar diferentes alimentos típicos de la zona, jugar, ir a la piscina y a la playa, hacer rápel desde la torre de la iglesia, montar en globo aerostático, conocer una fabrica de cerámica y, por supuesto, ratos de oración y reflexión. A lo largo de nuestra acogida en Oiã hemos conocido a gente nueva no sólo de Valladolid y Portugal, sino también de Alemania e Italia; hemos aprendido sobre la solidaridad de las personas gracias a la gente de Oiã, la cual no ha recibido ninguna remuneración por su trabajo o sus donaciones; hemos conocido diferentes culturas desde una misma religión, el cristianismo.
Nuestra estancia en Aveiro terminó con una misa de envío hacia Lisboa, y el 31 de agosto nos pusimos en camino, y ese mismo día tuvimos el encuentro de españoles. Fue impresionante la cantidad de españoles que nos juntamos para una misma misión.
En Cascais se unió a nuestro grupo de Valladolid, otro que sólo venía a la JMJ. En total, cinco autobuses.
A lo largo de la semana en Lisboa, por la mañana teníamos una catequesis y eucaristía, y por la tarde distintas actividades, conciertos, y algunos encuentros con el Papa. En uno de ellos, pudimos verlo pasar justo al lado, para mí el estar tan cerca del Papa y escucharle en vivo, ha sido una experiencia inolvidable.
El último día tuvimos una vigilia, en la cual pudimos orar más de un millón de personas todos juntos, y a la mañana siguiente una última eucaristía. Fue muy impresionante ver tanta gente junta, y el colofón perfecto a todo lo vivido estas dos semanas.
Helena Barrientos de la parroquia de El Salvador.
Rodrigo Cebrián
No se me ocurre nada capaz de reunir a las ocho y media de la mañana, en un domingo soporífero de agosto, a un millón y medio de jóvenes en un paupérrimo campo a las afueras de Lisboa. No era precisamente para asistir al espectáculo “The Eras Tour”, la última gira de conciertos de la artista estadounidense Taylor Swift. Lo hicieron para asistir a la Misa oficiada por un líder espiritual de 86 años, relegado a una silla de ruedas al que escucharon proferir exigentes mensajes evangélicos. No se me ocurre nada porque no lo hay…con la excepción, de las Jornadas Mundiales de la Juventud, la más hermosa de las invenciones que los jóvenes dieron a la Iglesia de finales del siglo XX; con ellas se descubren los tesoros que encierra la fe y el evangelio despierta; por la alegría que experimentan los jóvenes en ellas así como por el encuentro con el Dios vivo se puede y debe comunicar la Vida.
Todos regresamos de Lisboa con muchas horas de sueño pendientes, con largas colas de espera a nuestras espaldas y tras pasar calores sofocantes que hicieron mella en nuestros cuerpos. Pero siempre, sin excepción, en cada uno de los miles de rostros con los que coincidimos esos días, brillaba en ellos una luz especial. Rostros luminosos y alegres. Una alegría tan evidente como profunda, tan sincera como incomprensible, tan verdadera y contagiosa que no tenía su origen en este mundo.
Es difícil contar lo que allí hemos visto y oído, y aunque la mayoría de los frutos del encuentro permanecerán ocultos a los ojos de los hombres, dos de los momentos más estelares fueron los de 2500 jóvenes entregando su vida al Señor en el encuentro vocacional del Camino Neocatecumenal, o la historia de Jimena, una joven madrileña de 16 años, que inexplicablemente a ojos de la ciencia recuperó la vista el pasado 5 de agosto en plena participación en la JMJ de Lisboa.
Muchos han sido las mensajes del Papa Francisco a los jóvenes. Yo me quedo con uno que quizás resuene en todos ellos y siembre como un eco de esperanza que permita llevarlos a cabo: “Tengan la valentía de sustituir los miedos por los sueños, ¡no sean administradores de miedos, sino emprendedores de sueños!”. No tener miedo a creer que somos amados como somos, sin maquillaje; y conscientes de este amor gratuito de Jesús, aprender a amar como Él nos ama. Ese mismo temor surgiría en los corazones de los primeros discípulos a orillas del mar de galilea. Que nuestros jóvenes, como los primeros apóstoles, se fíen de aquel que entró en sus vidas para hacerles soñar los sueños de Dios.
INÉS FERNÁNDEZ
En la JMJ me he dado cuenta de un montón de cosas, pero me ha llamado la atención lo egoístas que somos muchas veces. He aprendido a mirar antes por el de al lado que por mi misma, sin importar de donde venga, y a ver en él a Cristo.
Isabel Cabrejas
La JMJ ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, haber estado rodeada de miles de jóvenes de todo el mundo con un aspecto en común: la fe en Dios, ha sido mágico. Por otro lado, las palabras dedicadas por el Papa, los obispos, seminaristas y por todos con los que he podido compartir momentos, se quedarán siempre no solo en mi memoria, sino que también en mi corazón. Como nos dijo el Papa Francisco “solo hay una cosa gratis, el amor de Jesús”.
Carmen Peláez
La JMJ me ha hecho crecer, tanto a nivel personal como de fé.
Gracias a la JMJ, me he dado cuenta de que no estoy sola, somos muchos los jóvenes que confiamos y creemos en Dios.
El poder estar tantas personas unidas por el amor de una única persona; Dios, es algo de lo que todos los cristianos deberíamos estar más que orgullosos.
Durante la semana del 31 de julio al 6 de agosto, me he rodeado de gente que me ha hecho ser feliz, y muchas de esas personas han sido una luz en mi camino para acercarme más a Dios, todo el mundo aportaba lo mejor de sí mismo para poder convivir en el mejor ambiente posible.
Podría describir la JMJ con muchas palabras pero la que más me gusta es GRACIAS, gracias a Dios por haberse puesto en mi camino, y gracias por todas las personas que ha puesto en mi camino en la JMJ.
Manuela
Para mi la JMJ ha sido un momento en el que he podido compartir la alegría de Cristo con jóvenes de todo el mundo, esta experiencia me ha dado la posibilidad de conocer a gente increíble de la que solo puedo dar gracias, pero sobre todo la JMJ ha sido el impulso que necesitaba en mi vida para no tener miedo a CREER Y SENTIR la religión.
Carlos Cocho
Ha sido una oportunidad increíble para hacer amigos y darnos cuenta de que los cristianos no estamos solos en nuestro camino hacia el Cielo.
Íñigo
A nivel personal, JMJ ha sido una gran experiencia que me ha hecho cambiar como persona y como cristiano, además, me ha brindado momentos qué de otra forma no habría podido vivir, como conocer a gente de todo el planeta unida por muy diferentes q fueramos por el mismo motivo: JESÚS.
La JMJ es una experiencia recomendable para todo el mundo.
Como anécdota recuerdo que cuando el Papa dijo donde sería la próxima JMJ y q habria una extraordinaria en Roma en el 2025 en ese momento todo el mundo decía: ¡yo me apunto a la siguiente!”
Antonio Serrano
La JMJ es una experiencia de la que es difícil salir, pasadas dos semanas sigues pensando en ella. Deseas volver a ese gran ambiente, a encontrarte con esas personas que compartieron su vida contigo sin conocerte. Sin duda, es una experiencia inolvidable.
Juanvi
La JMJ ha sido una experiencia inolvidable cargada de momentos únicos y amistades fuertes. Aún habiendo acabado, sigue estando presente en nosotros ese ambiente de compañerismo mundial con una cosa común: la fe.