Organizada por la Asociación Evangelium Vitae, el sábado 7 de octubre, tuvo lugar, en la Basílica de la Gran Promesa, llena de fieles, la IV Vigilia de liberación de las Nuevas Esclavitudes y la colonización ideológica. Fue presidida por el Rector de la Basílica, D. Julio de Pablos, quien, en su Homilía, hizo referencia a ideologías perversas opuestas a la razón, y a diversas esclavitudes que “ degradan hoy a jóvenes y adultos y cuya causa está en el pecado, que, de forma sibilina, entra en el corazón del hombre y arrebata la belleza que Dios ha impreso en él, y va minando nuestra humanidad”. Expresó que “sólo desde Dios el hombre conoce su falta de libertad y puede sanar sus heridas y ser liberado” . Exclamó: “ ¡Cuántas nuevas esclavitudes conocidas…, y otras desconocidas que laten en la humanidad o incluso en nosotros mismos”. Exhortó a no temer, porque, “por grave que parezca la llaga, el poder de Dios es inmensamente mayor que la propia debilidad” . En la monición de entrada, una mujer hizo referencia a las palabras del Papa Francisco sobre la ideología “gender “ o de género, que es “un pecado contra el Creador” y que “manipula, en muchas partes del mundo, a los niños y a los jóvenes, con la utilización, incluso, de libros escolares, una verdadera «colonización ideológica». En las preces, se pidió por los que “están enganchados s adicciones, por los encarcelados y los que padecen sida, anorexia o cualquier enfermedad debida a las nuevas esclavitudes, para que se encuentren remedios médicos eficaces”.
En las ofrendas, llamó la atención, una maceta con flores, “como símbolo de la belleza de la vida, que debemos cuidar”; también, una larga cinta anudada, como símbolo de nuestros problemas y las nuevas esclavitudes, que “la Virgen, bajo la advocación del Buen Remedios y Desatanudos, tiene el poder de desatar.
Al final, se rezó el Credo de la Vida y hubo una bendición especial para los jóvenes.
La ceremonia se vio realzada por el coro, los acordes del órgano y la voz, como de ángeles, de la solista Natalia. A la salida, una joven exultaba: “¡Ha sido preciosa!”.