Tuvo lugar la apertura de las III Jornadas Católicos y Vida Pública, organizadas por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) de Valladolid y que tienen como tema de reflexión “La Aportación de los valores cristianos a la regeneración social y democrática”.
Don Luis J. Argüello, obispo auxiliar de Valladolid, presidió en el Salón de Actos del Museo “Patio Herreriano” de Valladolid el acto que abría las jornadas y la primera conferencia fue impartida por Bieto Rubido, director de ABC.
A continuación se desarrolló la 1ª. Mesa Redonda, moderada por Carlos Aganzo, director de El Norte de Castilla. Intervinieron Jesús García Gallo, director de Cáritas Valladolid; Eugenio Nasarre, exsubsecretario del Ministerio de Cultura y exdiputado Nacional por el Partido Popular; y Ana Cotán Romero, licenciada en Teología y exdelegada diocesana de Apostolado Seglar.
El compromiso cristiano por la regeneración de la sociedad concierne a toda la Iglesia. Pero fundamentalmente corresponde a los laicos, que no sólo están para rezar y obedecer. Con su testimonio personal en medio de la sociedad, los laicos cristianos (sobre todo los que tienen una presencia activa en la vida pública), han de propiciar la concordia y el entendimiento entre sus miembros y con los diversos agentes del mundo de la política, de la cultura, de la economía, de la comunicación o del trabajo, situándose siempre al lado de los más necesitados, de los pobres y de los que sufren.
Papel de los ciudadanos para contribuir a la buena convivencia. Lamentablemente, nuestro mundo occidental de hoy –y no solo el español o europeo– se ve acosado por múltiples problemas que dificultan la paz social y la convivencia ordenada: El populismo simplificador, la corrupción que salpica a todas las esferas de la sociedad, las escandalosas desigualdades sociales y económicas, siempre alentadas por el egoísmo, la falta de honradez y transparencia en numerosas actuaciones públicas, los excesos identitarios que cuestionan la solidaridad entre grupos territoriales y sociales, o los enfrentamientos enconados entre las formaciones políticas, cuando olvidan que la razón última de todas ellas debería ser el trabajo por el bien común.
Frente a este panorama general tan poco edificante es preciso que la sociedad reaccione con firmeza. En primer lugar mediante el ejercicio de algunos valores cívicos como la honradez en la conducta personal o la coherente exigencia, por ejemplo, de responsabilidades políticas y públicas a la hora de votar.
Los cristianos y la regeneración de la sociedad. Y en este mismo contexto, también los perennes valores cristianos de la voluntad de verdad, de la libertad que en ésta tiene su fundamento y del continuo servicio de la caridad, han de servir eficazmente a la urgente tarea de regeneración que hoy constituye un clamor generalizado en nuestra sociedad.