05.marzo.2019__ La eucaristía de acción de gracias por la vida del padre Quirino Blanco (1926-2019) ha reunido a una gran comunidad de familiares y amigos para orar agradecidos en su memoria. “¿Cuánto bien habrá hecho el padre Quirino Blanco?”. Una pregunta presente desde ayer entre quienes compartieron parte de sus 93 años de vida -los cumpliría el 30 de marzo-, 78 como miembro de la Compañía de Jesús y 64 de sacerdote y a la que Gérar Villar puso voz al comienzo de la homilía. Salamanca, Comillas, Vigo, Gijón y Valladolid desde 1972 han sido los lugares por donde el jesuita ha ido dejando su huella en diversas misiones. Aquí, Valladolid, ha cumplido con su vocación en Cristo Rey, en el colegio mayor Loyola, en el colegio Grial, y desde la residencia de Ruiz Hernández, entre otros destinos. Durante la homilía, Gérar recordaba con cariño de compañero de comunidad y vida dos imágenes de él. Primero la imagen del pastor de almas. Su misión sacerdotal, como guía espiritual, de grandes consejos y confesión reconciliadora, convirtieron al padre Quirino en muchas ocasiones, en padre y en pastor: “Escuchar, acoger y dar la palabra del Otro”.
La segunda imagen de la que se sirvió Gérar fue la de soldado. “Soldado de Cristo”. Un caballero con las rutinas propias del que no tiene tiempo que perder. “Soldado de gran delicadeza a las órdenes del Amor y del Evangelio que supo transmitir el Padre Nuestro con el sentido de las dos palabras”.
Gérar compartió el sentimiento de agradecimiento por la vida que continúa del padre Quirino, por todo lo que dio, enseñó y todo el bien que ha hecho, siempre humilde y discreto. Ya en la Casa del Padre goza de la paz el pastor de almas por tanta huella ha dejado en quienes han disfrutado de su presencia.