19.enero.2022__ Nuestro arzobispo, don Ricardo, presidió la Misa funeral por el eterno descanso del sacerdote claretiano Gumersindo Martín García en la parroquia Corazón de María (Plaza Circular). Durante la acción de gracias un integrante del grupo parroquial “Tardes en Familia” pronunció unas palabras para despedir y homenajear cariñosamente al tantos años párroco en Corazón de María.
Cuando asistes a un oficio religioso, cuando asistes a una misa, ves aparecer al sacerdote, con sus vestimentas destacando sobre los feligreses, sube hasta el altar por encima del resto de mortales, habla con voz modulada y mecánica, construyendo frases perfectas, elevando su sermón sobre nuestras cabezas, llenándolas de ideas puras, de mundos ideales y de objetivos que nos obligan a una constante progresión espiritual.
Cuando sales de un oficio religioso, cuando sales de misa, sin desgastar la suela de los zapatos y con un halo de luz en la frente, al poner un pie en la calle, el ruido de los coches, la conversación de la gente, la carrera de un niño y ese joven que maniobra con su patín esquivando a los transeúntes, te devuelven al mundo real. En ese momento te preguntas: ¿De qué me sirvió todo este ritual tan espiritualmente elevado si a dos empujones en la calle, todo se me desmonta y vuelvo a la realidad que me rodeará los próximos seis días? ¡Ay de la “espiritualidad desde arriba”! eso solo es para los místicos y no para nosotros, pobres terrícolas que solo nos crea la continua frustración de altos objetivos no alcanzados.
Cuando entraba a una misa con Sindo: él salía todo campechano de la sacristía, subía los dos escalones y comenzaba el oficio religioso con todo el respeto hacía lo que estaba haciendo pero sin despegar los pies del suelo, utilizando un lenguaje sencillo, planteando situaciones reales, sintiendo como persona, hablando para personas cargadas de problemas, siendo consciente de la situación de cada una de ellas, con una “espiritualidad desde abajo”.
El ambiente que Sindo lograba crear, me hacía recordar lo que leía sobre los primeros monjes de la cristiandad, y veía en él un reflejo fiel de las palabras de un teólogo y padre espiritual llamado Evagrio que decía: “¿Quieres conocer a Dios?, aprende antes a conocerte a ti mismo”, de lo contrario, corremos el peligro de que nuestra idea de Dios sea una pura proyección de nosotros mismos.
Esa sencillez, ese lenguaje directo y claro, ese vaso de vino que compartía con nosotros algún viernes de Tardes en Familia, ese apoyo que siempre mostró hacia estas iniciativas tan sencillas, ausentes de toda ambición económica, política o mediática, ese apoyo a una docena de familias con otras tantas situaciones complicadas distintas pero con un punto de encuentro común: cada semana su iglesia y su sacerdote. Gracias Sindo, gracias por esa “espiritualidad desde abajo” que todos entendimos, valoramos y tanto bien nos ha hecho. Qué Dios te bendiga.