Por noveno año consecutivo, la diócesis de Valladolid, desde la Delegación de Familia y Vida y la Asociación “Evangelium Vitae”, celebró, el primer sábado de febrero, la Presentación de los niños desde recién nacidos, a la Virgen de San Lorenzo, Patrona de la ciudad, en un acto de alabanza al Señor y de ofrecimiento a la Virgen, para ponerlos bajo su manto protector.
Curioso: esta vez, como si los pequeños entendieran la significación del acto, guardaron silencio.
Presidió la celebración, el Obispo Auxiliar, Luis Argüello, con quien concelebró Jesús Álvaro, el párroco. En su Homilía, el Sr. Obispo se dirigió, en todo momento, a los padres, y les dijo: “Traéis a vuestros hijos para presentarlos a la Virgen, que es Madre de la Iglesia. La Comunidad cristiana quiere colaborar con vosotros en la educación cristiana de vuestros hijos. Queréis preproducir el gesto de María y José con Jesús Niño, y reconocéis que la vida que habéis engendrado es un don de Dios” Les recordó que “el Bautismo supone recibir una nueva vida, la vida en Cristo, la vida eterna”. Aseveró: “Al venir aquí en esta mañana, queréis expresar, con este acto lleno de ternura, vuestro agradecimiento al Señor, vuestra responsabilidad. Presentáis los hijos al Señor y reconocéis que tenéis una encomienda, la encomienda de la custodia de la vida, de su cuidado (alimentación, limpieza, sueño; todo lo que significa esta solicitud de padres, saliendo al paso de de las enfermedades…)”. Afirmó: “Presentar los hijos al Señor, es una manera, también, de expresar la consagración bautismal; es como decir: «Tú nos has dado este hijo, esta hija, reconocemos que Tú tienes un plan para ellos, un plan de plenitud». Hizo hincapié en la responsabilidad de los padres en la “educación cristiana de sus hijos desde todas las dimensiones de la educación: primero, en casa; después, en la vida educativa en la escuela, en el Instituto…; esa educación que tiene, también, una propuesta moral, y una propuesta de entender la vida”. Les invitó a “generar”, en sus casas, “un ambiente de «Fe» y orar con los hijos”.
En las Preces, se rogó por los niños; por las madres de familia…, y por los Gobernantes, “para que promuevan leyes justas que respeten la dignidad de la persona humana, creada por Dios en su dualidad de varón y mujer; respeten la libertad religiosa y la libertad de los padres en la educación de sus hijos”. En las ofrendas, un matrimonio presentó a su bebé, y se ofreció una maceta de flores rosas, símbolo de devoción y de la belleza de la vida.
Tras la bendición individual del Sr. Obispo a los niños, cada uno recibió un escapulario y un regalito de la parroquia. Luego, acompañados de sus padres y abuelos, subieron al camarín de la Virgen para besarle el manto. Al bajar, cada niño recibió una bolsita de caramelos.
Esta ceremonia de consagración de los niños a la Virgen, se vio acompañada por la música de varios miembros del Coro parroquial y la voz, como de ángeles, de la solista Natalia, que interpretó la antífona del Salmo responsorial y el “Alma de Cristo…” en acción de gracias después de la Comunión.
A la salida, se oía exclamar a padres y abuelos: “¡Qué bonito todo!”
Josefa Romo