8-4-2018__ El Segundo Domingo de Pascua o de la Misericordia, organizada por el Equipo Servidor de la “Sociedad Sagrado Corazón Misericordioso”, vinculado a la Basílica- Santuario Nacional de la Gran Promesa, se celebró, en Valladolid, la Fiesta de la Divina Misericordia. Comenzó en la catedral y fue seguida de una Peregrinación a la Basílica con el cuadro de la Divina Misericordia por el centro de la ciudad, acompañado por el grupo de gaiteros de la Cofradía de la Piedad. Ya en la Basílica, se cantaron las Vísperas, presididas por Mons. Argüello, e intervino un coro excepcional. Terminó con la veneración multitudinaria de la reliquia de Santa Faustina Kowalska. De ella y de San Juan Pablo II, dijo, el Papa Francisco, que son “luminosos testimonios” de la Divina Misericordia (21 de octubre de 2016).
En su bella y extraordinaria homilía, Argüello resaltó la importancia de la Fiesta de la Misericordia, en la que “los protagonistas – dijo- son el Espíritu Santo, el Agua y la Sangre que brotaron del Corazón de Cristo en la Cruz gloriosa”. Afirmó: “ el gran don de la Pascua, en realidad, dura cincuenta días y, de una forma singular, adquiere una densidad que atraviesa todas las formas de medir el tiempo”. Invitó a la alegría por “estar en presencia de Jesucristo resucitado, de mirar el cirio encendido y caer en al cuenta de que es verdad que ha resucitado de entre los muertos (…)”. Enfatizó sobre “ el gran don del Bautismo”, que manó del Agua que fluyó del Corazón de Jesús en la Cruz, atravesado por la lanzada. Dijo que “el Bautismo es un don de Misericordia, que “hoy celebra la Iglesia gracias a San Juan Pablo II, que recogió las revelaciones hechas por Nuestro Señor a Santa Faustina Kowalska”. Asimismo, subrayó la importancia del Sacramento ordenado (el sacerdocio), por el que Jesús Misericordioso nos regala “un Segundo Bautismo: el sacramento de la confesión, de la Penitencia, en el que el Agua se tiñe de la Sangre, como que nos ponemos debajo de la Cruz de Cristo que nos muestra sus manos y costado y dice: deja que te perdone los pecados”.
El Coro de jóvenes Dominicas y la música de órgano, interpretado por Pilar Cabrera, acentuaron la emotividad de la celebración, preciosa y emotiva en sí misma.
Una particularidad de este año y el pasado: el Viernes Santo, una novena solemne precedió, en la Basílica, a la Fiesta de la Misericordia, para seguir el deseo expresado por Jesús a Santa Faustina de una novena especial, de la que le dictó, a la Santa, las intenciones de cada día (D. 1209-1229).