Día de la Iglesia Diocesana
1ª quincena de noviembre de 2022
El itinerario sinodal convoca a toda la Iglesia a crecer en participación, en comunión y en misión, que constituyen el mismo ser de la institución eclesial.
¿Qué significa participar? Podríamos plantearnos una participación externa: realizar desde fuera alguna colaboración, alguna aportación, que contribuyan de alguna manera a favorecer lo que la Iglesia es, lo que le Iglesia hace. Pero la participación de la que nos habla el papa Francisco, esa que nos exhorta a crecer en la comunión y en la misión de la Iglesia, debe de surgir de la toma de conciencia de que nosotros formamos parte de ella, de que somos miembros de la Iglesia: Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo. Participamos de la vida de la Iglesia porque, antes, el misterio del Dios Comunión, a través de Jesucristo, nos ha incorporado a su propio cuerpo, nos hace ser ‘partícipes’ de su misma comunión trinitaria y de la misión que desarrolla en medio del mundo. Por eso, todo lo que suponga crecer en participación se traduce en hacer más transparente y más visible nuestra condición de miembros de la Iglesia.
Se aproxima el Día de la Iglesia Diocesana (domingo, 6 de noviembre), una jornada que persigue, precisamente, acrecentar y avivar nuestra conciencia de que somos parte, de que constituimos la Iglesia y de que, por ello, debemos colaborar con ella en toda su dimensión comunitaria y misionera. Estamos llamados, formando parte de la vida de la Iglesia, a orar en la Iglesia; a dedicar no solo tiempo, sino la vida misma al misterio eclesial, en tantas dimensiones de su comunión y en tantos ministerios de su acción apostólica y misionera. Estamos llamados, formando parte de la vida de la Iglesia, a compartir nuestro tiempo, nuestras cualidades y a compartir también nuestros recursos económicos.
En realidad, toda esta participación constituye una acción de gracias; acción de gracias por tanto que hemos recibido en la vida de la Iglesia; por tantos con los que nos relacionamos en la vida de la Iglesia; por tantos a quienes hemos de anunciar y servir, desde nuestra condición de partícipes de la comunión y la misión de la Iglesia.
Os animo, amigos, a que, reconocidos y agraciados, vivamos en acción de gracias. Colaboremos y hagamos del agradecimiento compromiso para que la vida de la Iglesia pueda ser sostenida por nuestra oración, por nuestro trabajo, por nuestra participación y solidaridad económicas.
Somos la Iglesia, somos tantos, somos por tanto y por tantos.