El 30 de abril, en el marco del Año Jubilar de San José, en la diócesis de Valladolid se celebró una Vigilia en honor del gran Santo, organizada por la Asociación Evangelium Vitae en la Basílica- Santuario de la Gran Promesa. Pese al día laboral y a la pandemia, el templo completó el aforo permitido.
Los misterios del Rosario se ofrecieron por los hombres y las mujeres en el trabajo, las organizaciones sindicales (… ) y por los empresarios “para que sepan cultivar un espíritu de familia con sus trabajadores y les apoyen y ayuden en sus necesidades personales y familiares”. En la Introducción, un padre manifestó: “En estos tiempos convulsos, la institución de la familia necesita particular protección (…). La devoción a San José es causa de bendición en la vida y en el momento de la muerte”.
En su homilía, el rector, Julio de Pablos de la Esperanza, evocó “los documentos magistrales de la Iglesia que reconocen la dignidad del trabajo” y los beneficios espirituales y materiales que conlleva. “El trabajo – dijo- dignifica al hombre”, le hace cooperador del Creador y le asemeja a José el Carpintero y al Hijo de Dios, que recibió el sobrenombre de «el hijo del carpintero». Ambos, con el trabajo de sus manos, “crearon en el hogar de Nazaret un ambiente de dignificación”. Reiteró que cuando se trabaja “con amor a Dios estamos en el camino de la santidad”. Elevó un lamento: “¡Cuántos padres trabajan afanosamente bajo el pretexto del bienestar y a veces se va degradando la unidad familiar y va en detrimento del amor! ”. Una queja: que se haya apartado, “en los ambientes laborales y en nuestras escuelas, el nombre de Cristo”. Presentó a San José como “icono del trabajo dignificante”. Afirmó: “la ausencia laboral en tantos días va minando la dignidad de cada uno de nosotros”. Elevó esta súplica: “por los padres de familia que han perdido el ámbito laboral”, y expresó el deseo de que “San José, humilde trabajador, esposo fiel, padre amoroso, custodie cada una de nuestras familias y en nuestro hogar pueda encontrar, Dios, su complacencia”. Hubo una bendición especial para los padres presentes.
En las Preces, se rogó para “que todos «crean y amen la belleza e igual dignidad de ser hombre y mujer, diferentes y complementarios» y que “se valoren las capacidades que Dios ha dado al varón para amar y dar seguridad a la esposa y a los hijos”.
A la salida, este comentario: “¡Una Vigilia muy bonita! Otro: “¡la iglesia, llena. Para ser la primera vez y a pesar de las circunstancias… ! San José es muy querido para todos nosotros”.
Preciosas las canciones entonadas por la solista, Natalia (Su voz preciosa, dio realce a la ceremonia ): “Salve, José glorioso, Padre del mismo Dios,/ (…)./ Salve, José, amante y tierno padre./ Salve, guardián de nuestro Redentor,/ Esposo fiel de su bendita Madre / Y Salvador del mismo Salvador (…)”.
Josefa Romo