“Espero que cuando las personas reciban la comunión de nuestras manos, sientan en ellas todo el amor que Cristo les ofrece”
21 junio, 2024Desde su experiencia como catequista y voluntaria en una de las dos Residencias de Mayores de Zaratán, donde se encarga de la Celebración litúrgica de la Palabra, Raquel Olmedo, sentía desde hace tiempo la necesidad de formalizar su colaboración con la Iglesia de Valladolid, llevando la Comunión a los enfermos o en la distribución de la Sagrada Comunión durante la celebración de la eucaristía. Mañana, 22 de junio, a las 18:00h en la Catedral, será instituida como Ministro Extraordinario de la Comunión junto a más de un centenar de personas, que han decidido afianzar su estrecha colaboración con la Archidiócesis vallisoletana.
Hasta el momento, cuenta con la autorización del arzobispo para ejercer “este ministerio en la parroquia”, pero para Raquel no era suficiente, su compromiso es mucho más fuerte y por ello, no ha cejado en su empeño hasta recibir una adecuada formación que la capacita para realizar este generoso servicio litúrgico.
Con tres intensas sesiones de formación dirigidas desde la Delegación de Liturgia, los participantes, han recibido una visión general de lo que es y significa la celebración de la eucaristía, seguido de la explicación del sentido que tiene ser Ministro Extraordinario de la Comunión, para tener claro que este ministerio “es un servicio, no se trata de ser grandes, sino de ser pequeños”, además de unas orientaciones prácticas. Un encuentro formativo que ha permitido la preparación para una misión a realizar en la que tiene que estar presente “un mayor amor a Dios en la eucaristía” y valorar “lo que tenemos entre manos”, porque lo más importante es “aumentar en nosotros el amor por Jesús, hecho carne y vida”.
Se trata de una labor que va mucho más allá de prestar una ayuda, “no es como vender unas entradas o unas fichas para los autos de choque, es dar al mismo Cristo”. Para los Ministros Extraordinarios de la Comunión la oportunidad que les brinda este ministerio “es preciosa”, por ello Raquel tiene un anhelo, que espera ver cumplir, que “cuando las personas reciban la comunión de nuestras manos, sientan en ellas todo el amor que Cristo les ofrece”. Es el regalo “más bonito” que “podemos hacer”, ofrecer a Jesús “en ese pedazo de pan que es amor y misericordia”.
Servidores de la Iglesia
El ministro es “un servidor” dentro de la Iglesia y es el que sirve la eucaristía, y es extraordinario, porque el ordinario que realiza esta función es el obispo, el sacerdote y el diácono. Administrar la comunión no es una cosa más, llevar a cabo este encargo asegura la tradición cristiana del domingo en aquellos lugares donde no es posible celebrar la Misa ante la falta de sacerdote o por cuestiones funcionales, que requieren de la colaboración de esta figura para repartir la Comunión, especialmente en celebraciones de gran envergadura.
Este servicio es un encargo de la Iglesia, y con su bendición, el obispo otorga a los Ministros Extraordinarios de la Comunión su autorización para que los fieles tengan el conocimiento de que no lo hacen por “capricho”, sino porque están formados y son “enviados” por la Iglesia.