La Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz ha vuelto a sacar a las calles de Valladolid su principal reliquia, el Lignum Crucis, una astilla de la cruz verdadera del Sagrado Madero de Cristo, que ha desfilado en procesión portada a hombros en su ostensorio del siglo XVII.
Antes de la procesión tuvo lugar la Eucaristía final del Solemne Triduo con motivo de la fiesta de la Invención de la Cruz (que conmemora conmemora el descubrimiento de la Cruz de Cristo por santa Elena, en el siglo IV), celebrado en la iglesia de la Vera Cruz desde el 1 de mayo. Fue presidida porCarlos Baruque, rector del templo.
Durante el recorrido procesional por el centro histórico de la ciudad, la Reliquia fue recibida en la Parroquia de San Miguel, por cofrades de honor de la Vera Cruz; en la iglesia de san Quirce, por la cofradía de la Sagrada Pasión de Cristo; y en Santa Isabel, por la cofradía hermana de la OFS La Santa Cruz Desnuda.
La Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz es la más antigua de la ciudad de Valladolid, nacida a principios del siglo XV. Tras el incendio ocurrido en 1806, el documento más antiguo que se conserva data de 1498.
Un templete de planta poligonal con graciosos arbotantes sirve a manera de dosel a un grupo de Adán y Eva en torno al árbol del Paraíso en el momento de la caída. Sobre el primer cuerpo se eleva una gran cruz de bronce guarnecida de cristales y finos ornatos en plata, en cuyo centro ostenta en un óvalo cristalino el tesoro del Lignum Crucis.
El cortejo procesional estuvo acompañado en todo el recorrido por la Banda de Cornetas y Tambores de la Sagrada Pasión. Asimismo formó parte de la presidencia Pablo Trillo Figueroa, delegado Territorial de la Junta de Castilla y León en Valladolid, así como representantes de casi todas las cofradías de la ciudad.
Si ya a la salida, en el Atrio de la Vera Cruz, se entonó el “Victoria, tu reinarás” entre una lluvia de pétalos lanzados desde la balconada; entraba pasadas las diez y media de la noche el Madero Santo de vuelta a su iglesia a los acordes de la Marcha Real.
Esta procesión, que ya existía en el siglo XVI y está inmortalizada por el pintor palentino Felipe Gil de Mena en un magnífico cuadro de colección privada.
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