25-12-2017__ Como ya es tradición, el cardenal arzobispo de Valladolid presidió la celebración de la Misa del Gallo en la Catedral. La vigilia nocturna de Nochebuena, introducida por el papa Sixto III en el siglo V, se convirtió un año más en una celebración fundamentalmente familiar, que comenzó con una invitación urgente a la alegría: “Alegrémonos, Señor, porque nuestro Salvador ha nacido”.
Al día siguiente, también en la Seo, don Ricardo presidió la Eucaristía de Navidad, acompañado de numerosos sacerdotes, entre los que se encontraba el deán de la catedral, José Andrés Cabrerizo, que fue el encargado de ofrecer a los fieles en adoración la figura del Niño Jesús. En la homilía, nuestro prelado volvió a incidir en que “reconocernos servidores de nuestro Señor, implica también que este servicio lo extendamos a todas las personas”, ya que, “sería quedarnos a mitad de camino, decir que adoramos a Dios, y después no servir a los demás”.