La Iglesia celebra el 19 de marzo, solemnidad de San José, el Día del Seminario, con el lema ‘Padre, envíanos pastores’, en Valladolid hemos añadido el “según tu Corazón”, como referencia al Año Jubilar del Corazón de Jesús . En las comunidades autónomas en las que no es festivo, se celebra el domingo más cercano. Este año, el 17 de marzo. Una nueva ocasión, para pedir, dar gracias y mostrar nuestra cercanía con los seminaristas, formadores y las vocaciones sacerdotales.
En nuestra diócesis, con motivo de esta jornada, el arzobispo de Valladolid, don Luis Argüello, acompañará el día 19 a la comunidad del Seminario diocesano para presidir la celebración de la Eucaristía a las 18:00h. Mientras que los ocho seminaristas de Valladolid darán testimonio de su vocación en las parroquias, comenzaron el pasado domingo, y continuarán en la jornada del 17 de marzo. Narrarán la llamada que han recibido en su vida y la respuesta que han dado acudiendo al Seminario. Nos harán partícipes del proceso de formación en el que progresivamente se configuran con el Corazón de Jesús, el Buen Pastor.
El Rector del Seminario de Valladolid, Fernando Bogónez, recuerda que el Día del Seminario, es un momento para descubrir cómo los sacerdotes son aquellos que, con su entrega generosa, “como el grano de trigo que muere para dar fruto”, hacen presente a Cristo “a través de un servicio vivido en el amor y entrega a todos”. Por ello, es fundamental dar gracias a Dios “por el don de la vocación sacerdotal”.
Además de la oración, también tenemos la tarea de alentar e invitar a aquellos jóvenes que veamos con inquietud. Bogónez nos pide a todos, que “seamos los que les planteemos iniciar un camino de discernimiento en el que poder clarificar la vocación”, sin olvidar que hoy “el Señor sigue llamando a jóvenes al sacerdocio”.
‘Padre, envíanos pastores’, lema de este año 2024
En la reflexión teológica, que se incluye entre los materiales del día del Seminario de este año, se explica el significado del lema de esta jornada «Padre, envíanos pastores». En el texto se señala cómo debe ser un buen pastor en la Iglesia. Los verbos «ver y compadecerse, configuran a Jesús como el Buen pastor. Su compasión no es solo un sentimiento humano, sino que es la conmoción del Mesías en la que se hizo carne la ternura de Dios. Y de esta compasión nace el deseo de Jesús de nutrir a la multitud con el pan de su palabra. O sea, enseñar la Palabra de Dios a la gente. Jesús ve; Jesús tiene compasión; Jesús enseña».
Así, subrayan en esta reflexión que «la distancia aparentemente insalvable entre los seres humanos, que haría pensar en un rebaño sin pastor para el que la compasión es imposible, fue franqueada definitivamente por Jesucristo, el Buen Pastor, que da la vida por las ovejas. Él, al tiempo que pasa «por los hombres» la vía sufrimiento, pasa al Padre la realidad del sufrimiento de los hombres».