La dignidad de cada persona es integral e inseparable y se expresa en el ser, en la forma de amar y en el hacer. El cambio de época que estamos viviendo remueve las aguas de los tres ámbitos: la antropología, el matrimonio y la familia y el trabajo.
El trabajo que exprese y cultive esta dignidad integral es al que podemos denominar trabajo decente.
De ahí la importancia de tener en cuenta las condiciones laborales, el respeto a la vida familiar, la seguridad en el trabajo y la situación de tantos trabajadores inmigrantes y sin papeles que deberían ser “regularizados”. Pero no solo. Es necesaria una gran transformación en el respeto a la dignidad de la vida humana, en los estilos de vida y en la forma de organizar la casa común.
La actual gran crisis de transformación del trabajo, en la nueva fase de la revolución tecnológica, hace pensar algunos que sobran trabajadores; y la necesaria reducción cuantitativa del consumo para asegurar “la sostenibilidad” del planeta hace afirmar a otros que sobran consumidores. De ahí la insistencia de la Agenda 2030 en controlar y disminuir la natalidad.
Como resalta el papa Francisco en su propuesta de una nueva economía, que él denomina “economía de Francisco”, es necesaria una respuesta integral: Un plan económico, social y espiritual; personal y comunitario.
La dignidad de la persona exige su promoción a través de toda actividad humana, el trabajo y el empleo. Y retribuir muchas actividades relacionadas con el cuidado de la vida a través de un salario familiar.
En esta Jornada, la plataforma “Iglesia por un trabajo decente” nos anima a la acción, “sin compromiso no hay trabajo decente”. Este compromiso ha de responder a un Plan para vivir la caridad social y política, iluminados por la Doctrina social de la Iglesia, para que resplandezca “la prioridad del trabajo sobre el capital” como dice San Juan Pablo II en Laborem exercens, como clave para la transformación de la economía y de los estilos de vida, para lo cual se precisa conversión y acción.
La presencia y testimonio en la plaza pública, al que nos anima el camino sinodal, ha de hacer visible nuestros compromisos que, en la línea marcada por el Plan, contribuyan al trabajo digno de todos que haga posible una vida familiar y social en la que resplandezca el bien común.
Valladolid, 4 de octubre de 2022, San Francisco de Asís