Antonio Pelayo celebró los 50 años de su ordenación sacerdotal
14 febrero, 201810-2-2018__ “Acabo de cumplir cincuenta años de sacerdocio y quiero compartir tan feliz noticia con todos los que me hacen el honor de leer esta sección de ‘Iglesia en Valladolid’. Si, fui ordenado presbítero el 2 de febrero de 1968 en Madrid por el entonces Nuncio Apostólico en España Luigi Dadaglio y celebré mi primera misa en el Colegio San José de esta ciudad acompañado por varios de mis profesores jesuitas y compañeros de la Universidad Pontificia de Comillas.
Mi vocación “nació” en Valladolid siendo alumno del Colegio Hispano -hoy Lasalle- y guio mis primeros pasos el capellán Jesús Rodríguez intachable sacerdote de esta diócesis cuyo recuerdo y ejemplo siempre me han acompañado. Al frente de la parroquia donde recibí el Bautismo –El Salvador- estaba el bondadoso Don Indalecio y el primer arzobispo con el que entablé relación personal fue Don José García Goldáraz, con el que muchos veranos compartí una merienda familiar en el monasterio de Valbuena en compañía de mi madrina Doña Antonia Miñón.
Yendo al colegio con mi hermano Rafael muchas veces nos encontrábamos en la calle López Gómez con Don Marcelo entonces canónigo y a sus concurridas misas de una en la catedral acudíamos siempre mis hermanos y mis padres Rafael y Asunción. Hubiera asistido con gusto a la celebración del centenario de su nacimiento pero no me fue posible.
Me ordené al servicio de la diócesis vallisoletana pero mis sucesivos arzobispos – Don Félix Romero Menjíbar, el para mí inolvidable Don José Delicado, Don Braulio y el hoy Cardenal Don Ricardo – me han consentido desarrollar mi ministerio fuera de nuestras fronteras diocesanas primero en Madrid y sucesivamente en París y Roma.
Pero siempre que vuelvo a Pucela me reencuentro con mis raíces. Fui pregonero de su Semana Santa y prediqué el Sermón de las Siete Palabras en la Plaza Mayor recordando cuando de pequeño contemplaba extasiado nuestras procesiones y el canto de la Salve ante la Virgen de las Angustias.
He vuelto para celebrar este cumpleaños sacerdotal entre vosotros y cuando regrese a Roma mantendré siempre vivo el recuerdo de mi ciudad y de mi diócesis a la que tanto debo y quiero”.
Antonio Pelayo