Ana de San Agustín, una compañera vallisoletana para Teresa de Jesús

Ana de San Agustín, una compañera vallisoletana para Teresa de Jesús

Ana de San Agustín, una compañera vallisoletana para Teresa de Jesús

8 agosto, 2024

Debemos detenernos en algunas conmemoraciones diocesanas que se cumplen en este 2024. Una de ellas es el IV centenario de la monja carmelita Ana de San Agustín (nacida Ana Pedruja en Valladolid), fundadora junto con la madre Teresa de Jesús del convento de Villanueva de la Jara —en la actual provincia de Cuenca— y esencial en la trayectoria de otro cercano en Valera de Abajo.

No existe unanimidad en torno al año de su nacimiento, entre 1547 y 1555 —más aceptado—, aunque sí para el día en que ocurrió que coincidió en 1624 con el de su muerte, el 11 de diciembre. Las aguas bautismales las recibió en la primitiva, medieval e histórica Parroquia de San Miguel, situada en el centro de la Plaza del mismo nombre. Su padre, Juan Pedruja, estaba vinculado al servicio en importantes negocios y cotidianidades con el conde de Buendía y el señorío de Dueñas. Noble, además, especialmente cercano al monarca Felipe II. Esto condujo a que su familia tuviese que trasladarse a vivir a aquella localidad pero que, al mismo tiempo, la niña Ana actuase —cuando empezó a tener edad— como dama de compañía de la sobrina del mencionado conde, hija de su hermana María. Estamos refiriéndonos a Luisa de Padilla o Luisa de Acuña, que habría de ser una aristócrata de importancia para Valladolid como o fue toda su familia. La infancia y juventud de Ana Pedruja se repartió entre estas dos localidades, Dueñas y Valladolid, hasta que el establecimiento en esta última resultó importante para la familia de los Acuña o condado de Buendía.

Retrato de Ana de San Agustín conservado en la Parroquia de San Miguel y que será restaurado con motivo de este centenarioTodo ese momento vital de la futura carmelita vendría narrado desde relaciones de su vida y cronistas de la Orden que situaban su juventud muy vinculada con el desarrollo de una vida espiritual intensa, en búsqueda de una vocación en el contexto de una sociedad sacralizada. De esta manera, parecía encontrar en algunas visiones el camino para su futuro, como las narradas mientras asistía a ciertos oficios en el Convento de San Agustín o en el de San Pablo. Allí discurrió un hecho, contado con la belleza de la hagiografía. Cuando se encaminaba para acudir a su misa, asistió a una pobre a la cual le proporcionó vestido. Aquellas tareas inesperadas conllevaron a que no pudiese asistir a la misa que, como todas las de aquellos momentos, debían ser en las primeras horas del día. En esa conciencia de los preceptos se lamentó, pero tuvo conocimiento de que un fraile agustino iba a celebrar una nueva misa en el Convento de San Pablo, lo que ya resultaba extraño. De esa manera ocurrió, aunque luego tuvo conocimiento que, en realidad, aquel extraño personaje que no se había identificado se trataba del santo obispo Agustín de Hipona por el que sentía una extraordinaria devoción. Un bello suceso que recordaba a aquel otro milagro del entierro del conde de Orgaz (en realidad, señor) al que asistieron los santos Esteban y Agustín para darle sepultura, tal y como plasmó El Greco.

Esas mismas visiones, según explican esas vidas —una de ellas, manuscrita en la Biblioteca Nacional— le condujeron a su profesión religiosa en el Carmelo Descalzo. Ya había fundado en Valladolid la madre Teresa en 1568—1569 y aquí no pudo entrar Ana Pedruja por falta de sitio en el claustro. Lo hizo en la tercera de las fundaciones en Malagón (actual Ciudad Real), aunque su vida habría de estar destinada para repartir su vida en las localidades de Villanueva de la Jara y Valera. A la primera regresó, allí se conserva su memoria, la devoción, su sepulcro con el cuerpo incorrupto a pesar de los sufrimientos vividos por estas monjas durante la Guerra Civil. El proceso de santificación se encuentra iniciado y, recientemente, hemos celebrado un ciclo de conferencias por impulso de las propias monjas carmelitas, del historiador carmelita Manuel Diego Sánchez y con la colaboración del proyecto de investigación ‘Carmel-Lit. Mulier fortis, mulier docta’, dirigida por la catedrática Esther Borrego y en el que colaboramos numerosos investigaciones. A todo ello se unirá el Secretariado de Cultura de la Archidiócesis de Valladolid y, con la colaboración de la Parroquia de San Miguel y el Centro de Espiritualidad, organizaremos el 11 de diciembre de 2024 una jornada diocesana dedicada a Ana de San Agustín en el IV centenario de su muerte. Conoceremos la trayectoria de esta monja implicada en el extraordinario grupo de escritoras y fundadoras que encabezó la santa madre Teresa de Jesús.

 

 

Javier Burrieza · Historiador