Desde hoy viernes 17 de marzo, hasta mañana sábado 18 de marzo, los templos de las diócesis del mundo se vuelven a unir en la jornada 24 horas para el Señor; una invitación del papa Francisco para vivir un encuentro con el Señor y propiciar la reconciliación con Él a través del sacramento de la penitencia. Un carácter penitencial que marca el lema de cada año y que en esta ocasión será: “Ten piedad de mí, que soy un pecador” (Lc 18,13).
Las diócesis españolas se suman a esta convocatoria designando distintas parroquias, o la catedral, que permanecerán abiertas durante 24 horas sin interrupción. Además, durante este tiempo se contará con la presencia de sacerdotes para facilitar la confesión. En el caso de Valladolid, el templo de referencia es la Basílica Nacional de la Gran Promesa, que abrirá sus puertas ininterrumpidamente desde las 17h de hoy hasta las 19h de mañana para convocar a los fieles la adoración, la oración y el sacramento del perdón. Otros templos se sumarán a la propuesta en la medida de sus posibilidades. Este es el caso, por ejemplo, de la parroquia de San Lorenzo de la capital, que mañana sábado abrirá sus puertas de 10 de la mañana a 11 de la noche, para invitar a una hora de oración a diferentes grupos de vida cristiana, con confesiones ininterrumplidas.
Esta Jornada, que nace del Jubileo del año de la Misericordia, se celebra cada año el IV domingo de Cuaresma. Este año, el Santo Padre celebrará hoy viernes, a las 16.30 horas, la liturgia penitencial en la parroquia de Santa Maria delle Grazie al Trionfale.
Además, el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, que promueve esta Jornada, facilita un subsidio litúrgico que ofrece algunas sugerencias para ayudar a las parroquias y comunidades cristianas a preparar la iniciativa 24 horas para el Señor. Se trata de propuestas que pueden adaptarse a las necesidades y costumbres locales.
La primera parte de este subsidio, como se explica en la introducción, presenta algunos pensamientos que ayudan a reflexionar sobre el porqué del Sacramento de la Reconciliación. Los textos preparan para vivir el encuentro con el sacerdote en el momento de la confesión individual. También es una provocación para vencer las posibles resistencias que a menudo se oponen para evitar la confesión. Además, se ofrece un testimonio que ilustra el camino de la propia conversión: una ayuda para reflexionar sobre el propio cambio y sobre la conciencia de la presencia de Dios en la vida de cada uno. Se presenta también la vida de una persona, capaz de inspirarnos a realizar obras de misericordia y a continuar nuestro crecimiento personal después de recibir la absolución de los pecados.
La segunda parte está enfocada a la Vigilia y se puede utilizar durante el tiempo de apertura de la iglesia, de tal manera que los que vayan a confesarse puedan ser ayudados en la oración y en la meditación a través de un recorrido basado en la Palabra de Dios.