“Estas son las mañanitas”, comenzó cantando el Coro de Villa y Tierra. Y, efectivamente, la del 10 de octubre de 2024 fue la “mañanita feliz” de la Virgen de la Soterraña, sobre la que los fieles de Olmedo y de los otros siete pueblos —Aguasal, Llano de Olmedo, Fuente Olmedo, Puras, Almenara, Bocigas y La Zarza— de los que es madre y patrona clavaron sus devotos ojos para celebrar el primer centenario de su Coronación Canónica.
El pueblo fiel no quiso dejar nada a la improvisación. Los miembros de la Junta Rectora que había sido designada para tan fastos actos se ocupó de que todo estuviera en su sitio para cuando dieron las 12 del mediodía en la Iglesia de Santa María de Olmedo y en el templo no quedaba un hueco libre, ni en los bancos, ni en los pasillos, ni en las naves.
Para cuando el arzobispo emérito de Valladolid, el cardenal Ricardo Blázquez, enfiló el pasillo central acompañado de otra docena de concelebrantes apenas era posible distinguir entre la multitud las varas de algunos miembros de la Cofradía de la Virgen de la Soterraña, las capas y sombreros de los 13 del Pino, los trajes regionales de las reinas de las fiestas de Olmedo y la caras emocionadas de las camareras de la Virgen.
La “fidelidad” de un pueblo a su Virgen
Ya desde el presbiterio el párroco José Ramón Peláez felicitó al pueblo por su “fidelidad”. Fue un 10 de octubre del año 1924 cuando el, entonces, Arzobispo de Valladolid, monseñor Remigio Gandásegui, coronó a una imagen “con una larga historia”, recordó. Con una corona, por cierto, que sufragaron los jóvenes del pueblo “haciendo comedias”. Y celebró Peláez que aquel entusiasmo no fuera efímero, sino el signo de “una devoción que se renueva cada año”, pero en este 10 de octubre—que da nombre, incluso, a una de las avenidas de la localidad— especialmente al haberse alcanzado la centuria. Una señal, prosiguió Peláez, del compromiso no con la historia, que también, sino “con el futuro” de la Soterraña.
Con la escalinata colmada de ramos de flores para la Soterraña, Blázquez reconoció la “alegría” de poder cumplir con el compromiso que adquirió de presidir esta Solemne Eucaristía con la que la Comunidad de Villa y Tierra de Olmedo quiso sentirse, de nuevo, bendecida bajo su recién estrenado manto protector.
En una celebración “intergeneracional”, como la definió, el cardenal e hijo predilecto de Valladolid reconoció también que es un “gozo” para la Iglesia comprobar cómo “la misma devoción” une a abuelos, padres, hijos y nietos pese al “rápido discurrir de la historia”. Y a los más mayores les pidió Blázquez que “su devoción entre en la educación” de los más pequeños porque “cuando las fuerzas van faltando María coronada siempre está a nuestro lado”.
Recordó Blázquez que “al cielo se sube bajando”. Paradójico recordarlo, reconoció el prelado, ante una Virgen que siempre espera a los fieles en una cripta soterraña y que este 10 de octubre de 2024 pudo sentir desde el cielo la renovada devoción de un pueblo que siglos después la sigue aclamando: “¡Viva la Virgen de la Soterraña!”.