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Carta semanal
El desarrollo y la paz
9 de febrero de 2003
Publicado: BOA 2003, 19.
Está en marcha una nueva Campaña de Manos Unidas, ONG católica, esto es, Asociación Pública de fieles cristianos, que estudia y financia proyectos concretos de desarrollo en los lugares de la geografía del hambre. La Campaña moviliza a mucha gente, de modo que el dinero recaudado es un signo de esperanza para tantas comunidades del Tercer Mundo.
Pero no podemos quedarnos únicamente en una actividad meramente recaudatoria. La Campaña de Manos Unidas es una estupenda ocasión para sensibilizar a la comunidad cristiana, y aún a otros sectores de nuestra sociedad, acerca del problema del hambre en el mundo, del subdesarrollo y, lo que es más importante, las causas que llevan a ambos desastres para la humanidad. No hay que tener miedo de decir a todos que, si hay hambre en el mundo, éste no se debe a Dios, sino a los hombres incapaces como somos de crear un crecimiento sostenible en nuestro mundo y a fomentar un verdadero desarrollo entre los pueblos que pueblan nuestro planeta.
Pero en los países ricos, como el nuestro, cuando hablamos del desarrollo con harta frecuencia nos referimos a mantener nuestro estilo de vida y nuestro nivel de confort. Es curioso que la Conferencia Mundial de El Cairo en septiembre de 1995, que se titulaba “de Desarrollo y Población”, olvidó el tema del verdadero desarrollo y su interés se centrara en el tema de población, que es lo que preocupaba a los países poderosos: cómo conseguir una reducción de la misma y alcanzar una serie de “derechos” en el campo de la salud reproductiva: derecho al aborto, sexo seguro, etc.
No están en nuestro horizonte mental, cuando nos planteamos el problema del desarrollo, la igualdad, el equilibrio y la integración social. El bienestar se ha colocado como valor supremo y a él se somete todo lo demás. El futuro de nuestro mundo desarrollado se concentra en el mantenimiento de ese bienestar. Lo cual genera muchos y graves problemas para nosotros, pero sobre todo para los países pobres. Es necesario, por tanto, forjar otro mundo con otro concepto de desarrollo. Difícil, ¿verdad?
En el año 2003, Manos Unidas nos recuerda algo elemental, pero no aprendido por las naciones poderosas de nuestro planeta: «El desarrollo, camino para la paz». No puede haber paz en nuestro mundo si hay hambre, falta de justicia distributiva, un desarrollo digno en todos los pueblos. El papa Juan Pablo II no se cansa de decir que los grandes problemas de la humanidad, como son el terrorismo, la inmigración, el hambre y la guerra nunca se solucionarán sin un desarrollo solidario en los países más pobres. Está así recordando unas palabras geniales de Pablo VI en la encíclica Populorum progressio, 43: «El desarrollo integral del hombre no puede darse sin el desarrollo solidario de la humanidad».
La fiabilidad de Manos Unidas, la reconocida eficacia de esta organización de voluntarios, sus materiales estupendos para la campaña de 2003, merece la pena que sean apoyados en nuestra sociedad: el clamor de nuestros hermanos hambrientos espera que no nos quedemos inactivos.
† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid