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Beatísimo Padre:

El 13-11-1987 Su Santidad me nombró obispo de Osma-Soria en España, en cuya Catedral de la localidad de Burgo de Osma, honrada por el ministerio presbiteral de santo Domingo de Guzmán, fui ordenado el 20-12-1987, hace ahora quince años.

El 12-5-1995, Santo Padre, confió en mí para ser obispo de Salamanca, ciudad que Su Santidad conoció en su primer viaje apostólico a España en 1982. Tomé posesión de la Sede Salmantina el 9-7-1995.

Santo Padre: de nuevo Su Santidad ha mostrado su amor a mi persona y su confianza para nombrarme arzobispo metropolitano de Valladolid. De esta Iglesia tomé posesión, tras recibir las Cartas Apostólicas, el 13-10-2002 .

Quiero, Santo Padre, agradecer con todo mi corazón su confianza en mi persona. Lo cual me obliga a responder con mi total entrega al ministerio episcopal a favor de mi pueblo, en total comunión con Su Santidad, apoyado en su ejemplo de amor a Cristo y a los hombres.

Quedan en mi memoria y en mi alma las palabras que Su Santidad escribió en la bula de mi nombramiento para la Sede Vallisoletana:

«Por último, venerable hermano, te animamos a conducir con diligencia tu comunidad eclesial promoviendo la Santidad de sus clérigos, religiosos y fieles laicos, mostrándote siempre ejemplar en la caridad, la humildad y la sencillez de vida».

Quiero pedir a Santa María, Madre del Señor, que nos muestra una vez más la belleza de la Navidad de su Hijo, que sostenga el empeño de Su Santidad en mostrar la alegría y la verdad del Evangelio. Que sea una Santa Navidad para Su Santidad. La Iglesia de Valladolid pide por el Romano Pontífice, por aquél en el que hoy vive Pedro, y espera ya con esperanza su próxima visita a España.

De Su Santidad devotísimo.

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Señor Arzobispo:

Al ser nombrado arzobispo de Valladolid ha tenido usted la atención de enviar un mensaje al Santo Padre para manifestarle sus sentimientos de adhesión y gratitud.

Su Santidad ha apreciado profundamente este elocuente gesto de comunión y, en correspondencia al mismo, desea expresarle su viva estima y afecto. Al mismo tiempo pide fervientemente al Espíritu Santo que le acompañe siempre con sus dones para que la misión que comienza sea muy fructuosa en la edificación del Pueblo de Dios.

Con estos deseos, el Sumo Pontífice Juan Pablo II le imparte de corazón la Bendición Apostólica, que quiere hacer extensiva a todos sus familiares, sacerdotes, comunidades religiosas y al conjunto del pueblo fiel de esa Iglesia particular de la diócesis de Valladolid.

Al tiempo que encomiendo a nuestro Señor sus intenciones pastorales, aprovecho la ocasión para manifestarle, señor Arzobispo, las seguridades de mi consideración y estima en Cristo.

† Cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado de Su Santidad